Un mundo devastado.

Finalmente llegó ese día, el que seguro para muchos será el más importante del año. Avengers: Endgame se estrena en los cines argentinos y las masas iracundas de fanáticos y simpatizantes de esta épica saga tendrán por fin su recompensa. ¿Pero la tendrán? Las expectativas sobre esta película son enormes, y me arriesgo a decir que son las más altas de la última década, al menos en lo que se refiere al cine mainstream, solo comparables quizás con el regreso de la saga de Star Wars de la mano de J. J. Abrams en 2015. La última vez que tuvimos contacto con los Avengers, estaban viviendo el momento más oscuro de sus vidas: la brutal y sorpresiva derrota ante Thanos, quien gracias a una elaborada estrategia y algunos sacrificios pudo reunir por fin sus preciadas infinity stones (las gemas del infinito) y adosarlas a su guante, para acto seguido chasquear los dedos y desencadenar una seguidilla de escenas que se transformaron, una vez más, en una marca registrada de la saga y de la productora Marvel Studios, y fueron parodiadas y referenciadas decenas de veces en el último año.

Después de Thanos, la mitad de la población del planeta Tierra desapareció, y con ella varios héroes: el rey de Wakanda, T’Challa, también conocido como Black Panther, casi todos los Guardians of the Galaxy (Groot, Mantis, Drax y Quill… porque Gamora había muerto unos minutos antes, en manos de su padre Thanos), la bruja Wanda Maximoff, que acababa de sacrificar a su amado Vision para intentar destruir la última gema, los dos aliados del Capi América, Bucky Barnes (el ex–Winter Soldier) y Sam Wilson (Falcon), el poderoso Doctor Strange, y en uno de los momentos más emotivos, nuestro vecino favorito, Peter Parker, Spider-man, en los brazos de su mentor, Tony Stark. En la única escena postcréditos vimos también como el director de S.H.I.E.L.D., Nick Fury, era borrado de la existencia junto con su mano derecha, Maria Hill, no sin antes mandar una señal intergaláctica de ayuda a Carol Danvers, nuestra poderosa Captain Marvel.

En medio del espacio habían quedado a la deriva Tony Stark junto a Nebula, la hermana de Gamora e hija de Thanos, que desde la segunda producción de los Guardians of the Galaxy cambió de bando y se unió a los héroes. En la Tierra, mientras tanto, los héroes restantes se acercan mucho a la formación original de los Avengers, la que nos presentó Joss Whedon en el 2012: Thor, Natasha Romanoff (Black Widow), Bruce Banner (Hulk), James Rhodes (War Machine), el Guardian Rocket Rocket (el mapache parlante) y bueno, claro, el líder natural de todos ellos, Steve Rogers, antes conocido como el Captain America, y que durante este film muestra otra “identidad” emulada del cómic, que lleva por nombre Nomad.

Estas son las premisas desde las que parte Avengers: Endgame. ¿Y ahora, entonces, de qué nos disfrazamos? El mundo tal y como nosotros y ellos lo conocíamos llegó a su fin. Que desaparezca exactamente la mitad de la población con un chasquido de dedos tiene consecuencias que superan el mero hecho de la falta de mano de obra para llevar adelante las millones de tareas que requieren aún la supervisión y ejecución de los hombres, por lo que hay una carga dramática alrededor de este genocidio supernatural sin punto de comparación en la historia de la Humanidad. Los Avengers perdieron la única batalla que no podían perder, la que realmente ponía en juego el statu quo de nuestro planeta. No cabe duda de que nuestros héroes van a buscar la forma de restituir lo dañado y vengarse de quien fue artífice de semejante tragedia, pero… ¿y mientras tanto, qué hacemos con los pedazos?

¿Un nuevo universo…?

Los hermanos Russo, directores de la primera parte de esta película, regresan ahora con una segunda parte escrita por Christopher Markus y Stephen McFeely, los mismos que no solo dieron forma al guion de Infinity War, sino que también estuvieron a cargo de la escritura de la trilogía del Capi América dentro del Marvel Cinematic Universe. Y este hecho no es casual: si prestan atención, Steve Rogers es el personaje que ofrece la columna vertebral del relato. Rogers es el héroe por antonomasia, el líder natural, aquel que no pierde la cabeza en momentos de crisis, el que nunca se rinde, jamás afloja, y su fuerza de voluntad inquebrantable lo lleva a realizar proezas que están por encima de sus ya de por sí asombrosas capacidades. Su espíritu de lucha inspira al resto: cuando las papas queman, todos lo miran a él. Aunque… no necesariamente todos. Hubo siempre alguien, con un ego enorme y una inteligencia envidiable, que desde el minuto cero en que se conoció con Steve comenzó a desafiarlo: Tony Stark. Y en la hora más oscura, Steve deberá reconocer que Tony tenía razón.

Toda la paranoia que viene persiguiendo a Tony desde el final de The Avengers (2012), aquella que lo llevó a cometer locuras como la creación de Ultron en Avengers: Age of Ultron (2013), claramente estaba justificada. Él siempre supo que este día iba a llegar, sabía que la amenaza del ataque a New York era apenas una muestra gratis y que detrás de eso se escondía algo mucho peor, algo para lo que la Humanidad entera se tenía que preparar. La esperada conclusión con once años de historias maneja muy bien las tensiones entre estos dos protagonistas con un relato que fueron encaminando los distintos directores y guionistas comandados por Kevin Feige (el ideólogo y productor principal del Marvel Cinematic Universe). De todos modos, Avengers: Endgame es una película demasiado grande como para reducirla solamente a eso. Y, sin embargo, es mucho más pequeña que Infinity War. Y eso era inevitable… ¡literalmente tenemos 50% menos de personas y personajes en todo el planeta!

Pero más allá del chiste obvio, la producción está repleta de muchos momentos íntimos, muy pequeños, que fortalecen las resquebrajadas relaciones entre unos personajes que deben entender cómo seguir siendo héroes después del peor fracaso de sus carreras. Dentro del casting tenemos algunos regresos, nada que no haya sido revelado de todos modos en los trailers. En Infinity War hubo algunos héroes ya instalados por Feige que no aparecieron, Clint Barton (Hawkeye) y Scott Lang (Ant-Man), aunque se explicó que ambos estaban restringidos de cualquier misión porque tenían un arresto domiciliario por las consecuencias de lo que vimos en Captain America: Civil War (2016). Al final de la secuela de Ant-Man, Ant-Man and the Wasp (2018), que si bien se estrenó después de Infinity War cronológicamente se ubica exactamente antes del chasquido de Thanos, pudimos ser testigos de cómo Lang quedaba atrapado en el reino cuántico, dado que sus compañeros no pudieron sacarlo de ahí por quedar hecho “cenizas”. Markus y McFeely encuentran una forma bastante estúpida de regresarlo a nuestra dimensión, y al poco tiempo se incorpora a los Avengers.

Lo de Barton es distinto, ya que el personaje carga sobre sus espaldas con la desaparición de algunos seres queridos, lo cual afecta su personalidad de forma casi definitiva: se convierte en Ronin. Y, por supuesto, el after-credits de Captain Marvel (2019) nos entregó la certeza de que Carol Danvers se uniría a los Avengers para ayudarlos a solucionar el dilema, con un poder de fuego para nada despreciable que el equipo sabrá recibir con los brazos bien abiertos. Dicho esto, Marvel Studios lo hizo de nuevo. La experiencia de ver Avengers: Endgame, ya sea si sos comiquero o si solamente conocés a estos personajes por sus películas, es casi orgásmica. La cantidad de sorpresas reservadas que nos tienen los hermanos Russo es imposible de enumerar: rediseños de personajes, regresos inesperados, cameos que nadie pide pero es hermoso que estén y una trama que se las rebusca para revisitar, esta vez de forma mucho más fáctica, distintos momentos de estos 11 años.

¿Qué sigue después de Endgame?

Sí, el film tiene algunos huecos y cosas que no terminan de cerrar del todo, mucho más que su precuela, pero al final del día la emoción es tanta y tan abrumadora que lo último que se le ocurre a cualquiera es perder tiempo pensando en esas nimiedades. Los momentos de drama son realmente fuertes y hay que estar preparados para lo peor. Esta no es una aventura más, es la aventura definitiva, y nuestros héroes se encaminan a una batalla imposible que no se va a poder ganar sin sacrificios. Muchos, sí, en plural. El cierre de este ciclo se da con una producción inimaginable que, una vez más, desborda de momentos donde nos cuesta mantener la quijada en el lugar.

Y lamento anunciar que el futuro, a partir de ahora, es impredecible. Disney tiene el completo control de la totalidad de sus franquicias, y puede echar mano de los Fantastic Four, los Mutantes (Wolverine incluido), Namor, Silver Surfer y otros varios personajes más que hasta hace poco estaban en manos de otras productoras. En Endgame no hay una sola pista de qué es lo que va a suceder, no hay siquiera un guiño para los más letrados. Nada. Cero. Lo máximo que podemos prever era lo que ya todo el mundo sabía: un nuevo capítulo de Spider-Man en solitario. Y podemos suponer que en 2020 tendremos secuelas de Black Panther y Doctor Strange, así como una producción con los Eternals, unos poderosos héroes creados por Jack Kirby en 1976, que el mismo Feige anticipó el año pasado serían de vital importancia en los años venideros. De hecho, tanto es el misterio sobre los próximos pasos de Disney/Marvel que Avengers: Endgame es la primera película de esta productora que no tiene una sola escena postcréditos, un arriesgado gesto disruptivo que anticipa un futuro con potencial para seguir abriendo el juego. ///PACO