1. Esta semana se estrenó en Buenos Aires una nueva X Men. Días de un futuro pasado es un eslabón más en la larga y entusiasta cadena de películas que adaptan las historias de Marvel Comics. La industria del cine llegó a un cenit de inversiones multimillonarias y consumo supermasivo que permite a las historias superhéroes tener versiones en pantalla que exhiban con calidad aquello que los grandes dibujantes del mercado norteamericano pusieron en papel. Pregunté por texto a mi amigo Matías Depettris, columnista de Tierra Freak, qué tal está la peli. Me dice: “La mejor de la saga. No puede tener tanta acción. Singer lo hizo d nuevo y c reivindicó d la bosta d Superman Returns”. Para los lectores desprevenidos, mi colega no se refiere a una máquina de coser, sino a Brian Singer, director de las X Men anteriores y tal vez uno de los artistas que comprendió mejor que se pueden hacer películas sobre superhéroes sin que parezcan psicóticos con calzas ajustadas bailando como gays en una fiesta de luces.

2. Este año también se estrenará Guardians of the Galaxy, la peli sobre otro grupo de Marvel. Después de la aplanadora Avengers, Marvel Studios se asoció con Disney y reflotó un comic de similares características para repetir la fórmula de éxito acompañada de variado merchandising altamente rentable. A diferencia de su predecesora, donde todavía se conservaba cierto espíritu adulto, lo que llega es una fantasía/scifi desencadenada: la historia ya no ocurre en la Tierra sino en el espacio, ya no defienden el planeta sino la galaxia, y los personajes humanos no llevan vidas mundanas en su doble identidad, sino que se llaman a sí mismos “Starlord” y nombres parecidos. Un puñado de anarcos y outlaws reunidos para cumplir misiones específicas, antihéroes que se transforman por el devenir de sus propias acciones y las características heróicas de sus misiones, que siempre defienden el american way aunque se trate de asuntos fuera de este mundo.

3. Hay trailers para todos. El oficial de la película, que te cuenta el argumento general y uno para cada personaje. La idea es cebar a los fans y que ellos ceben a sus novias, amigos, padres, hermanos, primos, tíos, sobrinos, compañeros de trabajo y parejas ocasionales. El que más curiosidad me causa es Rocket Racoon, un mapache pendenciero que usa una ametralladora, pero todos creo tienen su gracia, como Vin Diesel componiendo un elemental de madera (¿¿¿???). Toda clase de actores reconcibles de muchas otras películas actuando delante de una tela verde y pintados delicadamente con luces brillantes, rayos, uniformes, naves en CGI, computadoras, estrellas y el vacío profundo del espacio como escenario de batallas por el destino ya no de la miserable y pequeña raza humana, sino de la Vía Láctea y, por qué no, ya que estamos, del universo.

4. Si tratamos de explicar la historia detallada de Guardians of the Galaxy nos metemos en un pantano de referencias que parece no tener fin. Basta con un vistazo a las wikis que explican el complejo entramado de fondo para renunciar a todo intento de comprensión racional de lo que pasa en la pantalla después de la cuarta línea. Como pasa también en las historias de fantasía medieval, el agotamiento se establece a partir de la sobreabundancia de nombres que tienen como único hilo conductor un sonido de inglés masticado tendiente a generar una atmósfera épica-espacial. Asimismo, la propuesta tiene su cuota de riesgo, ya que Guardians of the Galaxy no es un equipo que conozcan la mayoría de los comiqueros, sino más bien una minoría fanática que prefiere lo que se llaman las historias “cósmicas”, es decir, los personajes que viven por encima de la estratosfera de la Tierra y tienen aventuras cuyos argumentos se emparientan con antiguos seriales de sábado por la mañana y escalofriantes programas infantiles que muchos preferimos olvidar, como los Thunderbids.

5. En los dorados principios de los años 90 con mis amigos pedimos historietas por correo a una empresa llamada American Comics. Por el valor de 50 centavos de pesos/dólares (o menos) por pieza obtuvimos centenares de comics recién salidos del lugar donde nace la magia, las editoriales DC, Marvel, Image y algunas otras pocas que llamaban, con desdén, “independientes”. En el catálogo ofertaban un lote de 200 comics cuyo contenido era “una sorpresa” y salía 9 dólares. Lo compré. Había uno que me llamaba la atención y se llamaba Quasar. Era sobre un personaje central del universo cósmico de Marvel que se relaciona lateralmente con los Guardians of the Galaxy. Tanto el argumento como los diálogos eran incomprensibles. La estética no superaba la media habitual en los comics que aparecen como residuo de la vieja y olvidada space opera, género que copó los libros de ciencia ficción en los años 20 y tuvo un par de revivals apenas exitosos, como la saga de Fundación de Isaac Asimov. Dibujados sin ganas en un papel y guionado para cumplir datelines, ni Quasar ni sus extraños amigos pudieron seducirme. De hecho, mis fuentes aseguran que no va a parecer en la saga que se viene –todos sabemos que no se hará una sola película, sino seguramente tres- aunque podría hacerlo. Es una lástima, porque leo historietas de superhéroes desde mi adolescencia y Quasar es el único que conozco en ese bizarro mundo de sensaciones.

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6. Los comics, cuya esencia es la serialización de los relatos durante meses o años, precisan de una paciencia y una inversión monetaria que destruye cualquier interés que los potenciales lectores ajenos al fandom puedan mostrar. Todos los comiqueros insistieron en algún momento a sus amigos y –sobre todo- a sus novias, que lean este tipo de material sólo apto para fervorosos creyentes. Pero las películas son algo diferente. Ya no estamos frente a interminables horas de lectura, sino a un espectáculo visual cuidadosamente realizado que nos sumerge como ningún otro formato en historias donde se multiplican las  aventuras, giros argumentales, magia, violencia ATP, naves integalácticas, rayos, lejanas estrellas solitarias, mundos imposibles, música grandilocuente, deliciosos personajes bizarros y enseñanzas sobre la vida que sorprenderán por su simpleza y serán olvidadas algunas horas después de su visualización, cocinando un guiso eléctrico que vuelve a Guardians of the Galaxy una propuesta irresistible.El plan, entonces, es salir de la mano de tu chico o chica, entrar al cine, abrir los snikers contrabandeados en la campera mirando trailers, y, cuando se apagan las luces, entregarse a una historia donde a la media hora ya no se sepa quién es el malo y quién es el bueno, donde la compleja explicación técnica acerca de la máquina que destruirá el universo y los héroes tienen que apagar sea lo menos interesante, donde entender sea una actividad innecesaria, y simplemente te relajes y disfrutes de la maravilla visual cortesía de Marvel/Disney inundando tus sentidos. ///PACO

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