jonás
Jonás Gómez escribe poesía. En la Buenos Aires actual, eso significa someterse a circuitos a veces demasiado extraños, donde lo poético toma la forma no del delirio de lo genial sino del derrumbe mental de los incompetentes. Jonás Gómez ha escrito y publicado su poesía pero también ha visitado ciertos lugares que le sirvieron para ver ciertas cosas.

I
Me invitaron a leer y el cierre del evento era una mujer disfrazada de flor que leía papelitos con versos cortos y gesticulaba como un ser emergido del reino vegetal. Tuve que contenerme, en otro contexto me hubiera cagado de risa. A veces las performances se direccionan a una zona ridícula.

II
No sé si es el mejor, pero hay un verso de Paul Éluard, de su libro Capital del dolor, que vuelve de tanto en tanto. Lo extraño es que el libro no me agradó del todo, pero este verso en particular me gusta, y se lee así: Tendremos un bote. Me gusta porque es una frase en la que hay pocos elementos que se pueden ampliar y desplegarse. En principio la palabra “tendremos”, que incluye a otra persona. El elemento siguiente “un bote”, por un lado menciona algo concreto, algo que podría ser visto como un objeto simple, pero es un transporte. Es un verso simple, pero me hace pensar en algo mucho más amplio, me hace pensar en la posteridad, en un recorrido por el río. Es un verso corto pero apacible.

III
No tengo identificado el peor verso que leí en mi vida. Obvio que hay mucha poesía mala, es inevitable, no puede abundar la poesía buena por el hecho de que el talento es escaso y está distribuido en pequeñas cuotas. Eso es algo transferible a todo, a todas las artes, a todos los oficios.

IV
Cuando me toca responder preguntas sobre la escritura siempre intento hacer lo mismo: bajar el oficio al nivel del suelo. La escritura de poesía es una práctica específica, como cualquier otra, para ser concreto: mientras estás trabajando en una rima hay miles de otras cosas que no estás haciendo, que no vas a hacer, y de las que no vas a saber nada, nunca. Dicho eso: hay que tener ganas de trabajar y trabajar con el sonido. Hay que buscar y estar atento a las zonas en las que el lenguaje de pone áspero, suave o genera algo nuevo. Dicho eso: no está en mí legislar en torno a la escritura. La poesía no es algo que se pueda definir, cualquier combinación de palabras que busques para definirla es incompleta, es la edición de una práctica que incluye a demasiada gente pasada, presente y futura, que la ejerce. Es como intentar definir la vida, no se puede.

V
Oído, compromiso con la escritura. Hay que trabajar con el rango de la sensibilidad propia, rastrear, cavar y seguir cavando. También está el formato, se puede escribir un poema con muy pocas palabras, lo único que hay que hacer es generar una estructura reconocible y ya, tenés un poema, en ese sentido la poesía es un género “fácil” de abordar. La cuestión de si ese texto es relevante, tiene energía o transmite algo, es mucho más discutible, pero en cuestión de formato la poesía se puede resolver con muy poco.