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De la lluvia no te preocupes

Cine 3

Por Mariano Terdjman (*)

“Seamos sinceros”, dijo Lucas, el productor, “filmar esto es imposible”. “Necesitamos un cine, once actores, un equipo de quince, veinte personas, ¡necesitamos un bebé!… necesitamos que llueva, Mariano”, dijo y parecía clausurar el proyecto del cortometraje que íbamos a filmar un mes y medio más tarde. “De los actores, me encargo yo”, mi voz era otra; “lo del cine, ya está”, seguí; “vos conseguime un bebé”, lo miré sin piedad, y antes de levantarme dije: “Y de la lluvia, no te preocupes”.

La literatura y el cine son cosas diferentes, claro. En la literatura, las palabras son palabras. En el cine, las palabras tienen la obligación de ser algo más. Hay que hacer algo con esas palabras: hay que transformarlas en locaciones, cámaras, lentes, movimientos, luces, sonidos, encuadres. El director tiene que conseguir actores. Tiene que hablar con esos actores para que representen su papel. Tiene que hablar con cada cabeza de equipo para que todos sepan qué cosa están haciendo (no es lo mismo iluminar una escena en una película de terror, que una escena en una comedia).

No es fácil la tarea. Durante un día, cinco semanas o el tiempo que dura el rodaje, el director se convierte en un especie dictador ilustrado: todos le hacen caso, todos aceptan sus indicaciones, todos lo escuchan. Pero no deja de ser cierto que ante cualquier duda o vacilación, que ante cualquier inquietud o la menor de las evasivas, el director pierde todo el respeto de su tropa y la película pierde toda unidad.

Por eso el escritor se permite dudar. Tiene a favor un detalle no menor: el tiempo. Para el director todo es en vivo y no cuenta más que con esos minutos de toma para lograr que su historia se cuente. El director gana o pierde cada día. Cuenta con una preparación y una logística que lo ayudan a mantener el barco a flote, pero, en última instancia, todo depende de lo que suceda en esos pocos minutos que median entre que dice “acción” y que dice “corte”.

Auto

Finalmente, para ese cortometraje conseguimos once actores, un cine, un bebé. La última jornada de rodaje filmábamos una de las primeras escenas donde el guión reclamaba lluvia. El cielo estaba nublado, pero ningún meteorólogo anunciaba nada. Ubicamos todo: los dos actores en el auto, la cámara en su sitio, el encuadre buscado. Movimos los faroles a una cierta distancia. Nos ubicamos todos detrás de la cámara y dije, con la poca fuerza que me quedaba, “acción”. Pasaron uno o dos minutos y las gotas comenzaron a caer. Lucas, el productor, me miró, pero yo no quise devolverle la mirada. La llovizna se transformó en lluvia y después en diluvio. Dije “corte” antes de estropear ninguno de los equipos, y recién ahí supe cómo era en verdad la lluvia que figuraba en palabras en el guión.

(*) Mariano Terdjman es escritor y director de cine. Está terminado de editar el corto Papá o mamá, con actuaciones de Salo Pasik, Felipe Villanueva y Clara Hails.