El nombre del grupo, La Patrulla Espacial, es el título de uno de los primeros cortos de los Simpsons, allá por 1987, donde un Bart algo deforme termina con un jarrón en la cabeza. Matt Groening todavía no tenía el oficio. Pero preferimos asociarlo a una banda brasilera de 1970, La Patrulha do Espaço, comandada por Arnaldo Baptista, ex Os Mutantes, y Rolando Castello Júnior, ex Made in Brasil y Aeroblues, ésta última formada por Pappo y Alejandro Medina en 1977, durante un breve exilio de ambos en Brasil. Los parecidos en los nombres son innegables. Un guiño claro y concreto de este grupo que tiene base en La Plata pero que cuenta con integrantes nacidos en el sur de la Argentina, puntualmente Comodoro Rivadavia y Río Grande.
La Patrulla Espacial es antes que nada una banda de rock y blues. Tan simple y efectivo como eso. Un rock garagero, crudo y sólido, que los asocia a una tradición específica que podría remontarse a las experiencias locales de Manal y Pappo´s Blues. El grupo se hace cargo del género y sus referencias pero no se agota ahí. También se permite una búsqueda. Hay una expansión de esos límites sobre todo a través del sonido. Esto se veía en forma nítida en los primeros EPs que luego derivaron en su primer disco, Todos los ocasos, editado en el 2008. En ese debut, las bases típicas del rock y del blues se encabalgaban en pedales y efectos, haciendo honor a esa otra pata, la espacial, que está en el nombre de la banda.
En este último LP homónimo, editado también por el sello independiente Sadness Discos, La Patrulla Espacial parece haber abandonado ese costado psicodélico. Las referencias a Spacemen 3 y Spiritualized, grupos a los que fueron asociados rápidamente para explicar esas tramas, ya no están presentes. Y esa inquietud, antes abocada a las texturas del sonido, se vuelca a las estructuras mismas del blues y el rock. Los riffs se multiplican y aceleran, se incendian como en “Televisión” o desde la apertura misma del LP, con “Días Futuros”. Por otro lado, la voz de Tomás Vilche se mantiene más preocupada en decir que en gritar, nunca se deja llevar por las bases y no por eso suena menos expresiva. Algo que se valora ya que no abunda en la escena.
Más allá del abandono psicodélico, que lleva a la banda a perder matices y colores bien logrados en esa primera etapa, el último LP de La Patrulla Espacial suena preciso y vigoroso. En este segundo paso, el grupo gana en volumen y cuerpo. Las canciones están lejos del cosmos y más cerca de la noche suburbana. Suenan gordas y cargadas de humo. Se pueden ver las mesas del bar y el ambiente espeso. Como en “A través de la noche”, construida con paciencia, cargada de tensión, que acelera y frena a su antojo. Precisa y segura. Nada que ver con ese Bart de 1987, un irreconocible Simpson que jugaba con Lisa y Maggie mientras sus padres no estaban en la casa, casi un ensayo miedoso de Groening.///PACO