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Por Sebastián Napolitano

Publicar en Anagrama es, me asegura un amigo escritor, lo máximo a lo que puede aspirar un autor de habla hispana. Lo máximo a lo que puede aspirar un intérprete de música académica es ganar un concurso internacional. Músicos de los conservatorios de todo el mundo,  buena parte de  su carrera, van detrás de la tierra prometida. Ganar no es solo dinero. Ganar implica recitales, giras, reconocimiento internacional. En el mejor de los casos firmar contrato con algún exclusivo sello discográfico.

En el año 2009 el jurado del Van Cliburn Piano Competition, el más importante de Estados Unidos, otorgó el primer premio, compartido, a dos pianistas: Nobuyuki Tsujii, un japonés de 21 años, y a Haochen Zhang, un chino de 19. Cada uno se llevó 20.000 dólares. Nada nuevo. Dos nombres más en una nómina de ganadores de un concurso, de los 750 concursos de piano que, según se estima, existen. Tampoco es raro que los ganadores sean orientales: el 35% de los participantes de este tipo de concursos lo son. El caso, lo que despertó controversia, es que Nobujuki Tsuji no solo es ciego sino que, algunos aseguran, es autista. Esto es desmentido por su familia e incluso hay un sitio dedicado a él que se encarga de contactarse con los sitios que hacen alguna mención a su salud mental.

Nobujuki Tsujii nació el 13 de septiembre de 1988 en Tokio con un desorden de desarrollo en sus ojos llamado microphtalmia que lo dejó completamente ciego. A la edad de 2 años podía imitar en un piano a su medida lo que su madre cantaba. Toda su formación pianísitica estuvo basada en la imitación. En YouTube se pueden ver cómo eran sus clases. Un documental llamado A surprise in Texas registra momentos de la treceava edición del concurso Van Cliburn y por supuesto el título hace referencia a Nobujuki.

Después de la premiación los blogs especializados se saturaron de opiniones en relación al caso. Muchos (pero esto pasa siempre) aseguraban que participantes de mayor calidad habían quedado en el camino. Algunos acusaron al jurado de ser “compasivos”. Como Nobujuki aprendía imitando se preguntaba si él realmente entendía lo que tocaba. Otros decían que tocaba todo más o menos parecido. Los jurados, sin embargo, adujeron haberle dado el premio por su calidad interpretativa y porque habían visto en él un verdadero “milagro”. Más allá de la controversia siempre, con la música, se trata de escuchar y sacar conclusiones propias.

En un capítulo de Southpark, Stan, Cartman y Kenny fundan un club. En la bandera que los representa hay un grupo de blancos colgando a un negro. El chef, que es negro, cuando ve la bandera les dice que lo que están haciendo está mal. Pero ellos nunca entienden, de hecho pareciera que no lo escuchan. Al final del capítulo Chef les dice –Eso está muy mal porque en la bandera se muestra a un grupo de blancos colgando a un negro-. Los chicos, sorprendidos, contestan –Nosotros no vemos eso. Solo vemos a un grupo de personas colgando a otra. Chef reconoce su error y todos juntos cantan una canción amable, tanto como las composiciones que hace Nobuyuki Tsujii desde que tiene 12 años. Mientras, detrás, la bandera flamea.////PACO