Título: Neoliberalismo
Autor: Menem
Fecha: Junio 2012
Sello: N/A
Lugar de producción: Ciudadela
Link: http://menem.bandcamp.com/
Género: Punk Rock

Yo soy Menem
Ustedes son Menem
Todos somos Menem

Señoras y señores, Menem es punk. No sabemos bien cómo sucedió, ni porqué, pero es así. El descubrimiento surge desde la mismísima Bandcamp, ese espacio predilecto para los melómanos, plataforma online donde los músicos del mundo ponen a circular sus canciones y experimentos. Desde ahí, sumamos Argentina y Bandcamp, y Google nos arroja una serie de discos colgados al sitio de distribución. Como los Dead Menem la década pasada, que a fuerza de cumbia y electrónica filtraron el nombre del ex presidente en las páginas y blogs de música, ahora una nueva banda toma la posta, reduce el nombre y se queda con el apellido. Menem se volvió música y ahora es punk. Cuesta lidiar con el nombre y la afirmación. Tetas y huevos izquierdos prepárense para intervenir.
Por otro lado, esa facilidad de acceso antes mencionada choca en seguida con un cuidadoso silencio en la web. No hay datos de los Menem. No sabemos quién está atrás del proyecto. Ni un nombre, ni un apellido, ni una fecha, ni un estudio de grabación. Y no es un dato menor esa prolijidad para no dejar filtrar información. Ese trabajo en las sombras, que podría incluso vincularse a los gringos de The Resident, se contradice en primer término con la propuesta sonora propia del punk. ¿Se contradice? ¿Es tan así?
A primera escucha Menem es pura espontaneidad punk. Tres, cuatro, o varios integrantes más golpeándose en una sala de ensayo, aporreando los instrumentos en estado salvaje. La mayoría de las canciones apenas superan los 50 segundos. Está la aceleración propia del género en los instrumentos, el tono de voz de Ricky Espinosa, pero no hay evolución, ni intención de eso. Y a pesar de esto, no hay disco más punk que Menem. Mal grabado, mal cantado, mal gritado. Y ahí radica su valor: su intención de desagradar. Objetivo que enseguida se apuntala con un humor corrosivo desde las firmas: “grabado, editado, masterisado, mesclado y toda esa pelotudes en ciudadela porqe hay las cosas son mas baratas. se grabo en 3 dias pero se tardaron 5 semanas porqe no siempre se podia uno juntar a grabar”.
En Menem hay derroche, exceso, pérdida batelliana a rabiar. Hay sexo, alcohol, masturbación, merca, vagancia e insultos de más. Una apuesta por el mal gusto y la primera impresión. Ganan en frescura pero también en caos. Si las guitarras aceleran es porque los corre la policía, literalmente. Ese derroche antes mencionado se vuelve humor y bardeada: “Yo tomo termidor, vos tomás frizzé”, afirman en un coro. El imaginario en el que construyen sus letras es el de la marginalidad con base en la villa. Ahí está el tono de los intermedios y el cruce fuerte con el nombre elegido por la banda, lectura del pasado y tracción al presente. Pero también saben recurrir al absurdo, “Quiero ir a Miami, en una Ferrari, quiero ir a Miami, gol de cavenaghi” a pesar incluso de tropezar infantilmente en algunos pasajes. Pero como vaticinábamos antes, todo está bien cuidado y prolijamente acomodado. Nada es inocente en Menem (en la banda y en el político). Escuchar a Menem es una experiencia. Buena o mala, depende de la búsqueda del oyente. Un 86 a contramano tocando bocina por el microcentro porteño. Casi casi, como el menemismo en la Argentina. Ah, nos olvidábamos, según los créditos de Bandcamp “Cavallo aparece por cortesia de unibersal music”.///PACO

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