I
Tuve oportunidad de hojear el último libro de Luis Ventura. Quiero sumarlo a las recomendaciones de lecturas de verano. Se puede leer en quince o veinte minutos, los nombres están marcados en negritas y los capítulos son temáticos. Estos rasgos formales, que en cualquier libro de autoayuda sólo aceleran el oprobio, hacen del libro de Luis Ventura un dispositivo con GPS integrado. Una lectura intermitente pero precisa. El destino y el objeto mismo de su escritura siempre está ahí.

II
Hace unos días, Sebastián Robles recomendó en Paco la autobiografía divina de Sergio Schoklender. No creo que resulte infamante decir que Luis Ventura es una especie de Schoklender en lo suyo, que es el periodismo de espectáculos, que es en realidad el periodismo de chimentos, que es en realidad el único periodismo que existe y que da forma a todos los demás. Lo más impresionante de Los Expedientes V son las dos solapas donde se amontona la biografía del autor. Luis Ventura nació en San Pablo, Brasil. A los pocos días de vida su padre lo llevó a la redacción del Folha do São Paulo. Empezó a trabajar en la Argentina en 1973 y desde entonces -cito de memoria pero casi son textuales palabras- nunca le faltó trabajo. Luis Ventura pasó por todas las redacciones imaginables, fundó diarios y revistas, colabora con medios en Miami, trabajó en televisión e incluso tiene participación en los dos o tres sitios de chimentos online más populares del país. Por lo general, todo relativismo cultural, toda idea estúpida disfrazada de guiño populista y simpaticón me parece ruin, pero el mero recorrido por las solapas del libro de Luis Ventura significa recorrer una historia compendiada del periodismo argentino, desde su etapa más primitiva hasta su estadio último. Hay más vitalismo en esa trayectoria -hoy expandida a la web e incluso al negocio de la información en los países limítrofes- de la que se puede acaparar en cualquier escuela diferencial de periodismo en Buenos Aires.

III
Ideal para la playa, Los Expedientes V tiene listas de amantes, listas de drogadictos, listas de imbéciles y un par de anécdotas muy divertidas. La mejor debe ser la que cuenta el episodio de las fotos entre Martín Lousteau y la nieta de Mirtha Legrand. Ventura lo llama a Rial -a quien llama amistosamente Gallego– y le dice que tiene material del Vicepresidente besando a la nieta de Mirtha. Rial le pregunta si está seguro y le comenta también que el Vice es amigo. Ventura le dice que no es el único con el material, para apurarlo un poco (el objetivo de la charla es publicar las fotos en la tapa de la revista Paparazzi). Rial le dice que está bien y corta. Ventura apaga el teléfono, comprende el error y vuelve a llamar. «Estaba tomando aire para llamar a Boudou», dice Rial. «No es Boudou, te confundiste, es Martín Lousteau», dice Ventura (y no se aclara bien quién se confundió al principio, aunque no es importante). «¡Ah!», dice Rial, relajado. «No hay problema. A ese hacelo mierda».

Los Expedientes V se consigue en cualquier librería, kiosco y punto de venta de material editado en el país. ///PACO