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Por Juan Terranova

1.

Wikipedia informa que nació en 1963. ¿Tiene cincuenta años, entonces? Si dice treinta y cinco, le creo. La flema británica actualizada en toda su expresión. Más laborioso que explosivo, más educativo que ingenioso, el retrato de Simon Reynolds en Buenos Aires no tiene misterio. Ayer le pregunté si había escuchado algo de música argentina y me dijo que conocía a Juana Molina. Lo trajeron tres días y luego se va tres días más a Santiago de Chile. Sus tres libros traducidos y publicados por Caja Negra ya se transformaron en la sana bibliografía obligatoria de ese grupo que él mismo describe como “the hip people” y cuyos representante son legión en Buenos Aires.

2.

“Aquí tienen una cultura literaria diferente” dijo hoy cuando empezó su charla en el Museo de la Lengua Kirchnerista. Mucha expectativa. Directo en inglés. Salón lleno. Reynolds hizo un esfuerzo para fijar influencias literarias, citó a Nietzsche y otros ensayistas como determinantes en la formación de las bandas del punk y el postpunk.

“Estudié historia.”

“Todo lo que leí de filosofía lo leí a partir del periodismo de rock.”

“Un periodista de rock y un crítico de rock no son necesariamente lo mismo.”

Agregó que ya estaba todo en el Oscar Wilde de El crítico como artista. Pero dejó en claro que él es un historiador que hace historia crítica, una especie de genealogía reciente, creativa y responsable. Quizás sea lo más parecido a La Razón llegando a la tribu de los cronistas y gacetilleros del rock local y sus modestos espacios perplejos en revistas corporativas.

3.

Presentándose siempre fóbico, desconfiado –casi militando en contra– del estudio de las letras, más cerca de las lecturas sociales pero intentando siempre examinar las texturas y las formas, Reynolds dio cátedra. La cuestión es que no dijo nada que no esté en sus libros y que a la hora y media larga, muy larga, de charla le faltaron anécdotas y le sobraron cuarenta minutos.

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4.

¿Qué más? Dio consejos para entrevistar a un músico y señaló que las entrevistas hechas por mail no tiene vida y que los artistas que responden nunca rebelan casi nada. (Y quizás se extendió un poco sobre este particular, aunque lo que contó sobre Lou Reed y la tecnología del sonido fue interesante.)

5.

Ayer, cuando lo intercepté en el brindis seco de la inauguración, me contó que, desde que se mudó a Pasadena, hace vida retirada y trabaja en pantuflas. Londres, Nueva York, y ahora el campo pero muy cerca de LA. Está contento por sus hijos. Y aunque es evidente que puede vivir aislado porque Internet lo conecta con el mundo, no la tematiza, casi podríamos decir que no le gusta. Peor, la subestima de forma aberrante. Eso, desde luego, se convierte en la fuerza que le da solidez a sus libros y a sus obsesiones. Reynolds es un crítico de transición entre el siglo XX y el siglo XXI. Leerlo sirve para encontrar en sus limitaciones nuestras potencialidades. (Mejor entrar por Después del rock y Postpunk, romper todo y empezar de nuevo que Retromonía, ese manual de nostalgia que es denuncia y objeto de la denuncia.)

6.

¿Qué digo? Borges curó nuestra vocación mainstream hegeliana, esa idea de la historia, esa dialéctica. Somos argentinos y él, Borges, nos lo recuerda todo el tiempo de una forma, digamos, demasiado inteligente. Es Borges el que de alguna forma se interpone entre el rock como evolución de Reynolds y nosotros. Su visita, la visita de Reynolds, sirve para comprender la influencia decisiva de Borges en nuestra manera de leer. La Argentina que lee lo hace de una manera no hegeliana, no evolutiva, no cronológica. Pierre Menard, autor del Quijote. Kafka y sus precursores. Flujos y reflujos de autoridad, traducción y cronología.

7.

La visita de Simon Reynolds resulta así una gran excusa para revisar nuestras ideas sobre el periodismo de rock pero también para volver a leer ideas poderosas sobre la historia de la música reciente. ¿El personaje más relevante del FILBA? Sin dudas, y eso nos dice mucho del FILBA y es algo a celebrar, sin olvidar nunca que las agua vivas matan más gente por año que los tiburones.///PACO