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Ahora, que mi cariño es tan profundo
ahora, quedo solo en este mundo.
Qué importa que esté muriendo y nadie venga
a cubrir estos despojos, qué me importa
de la vida, si mi vida está en tus ojos.”

José María Contursi

Escuchar ese tango in crescendo de la boca de Nayla Danchuk es una experiencia extraordinaria. La primera vez que la vi bajaba las escaleras en taco aguja y calzas leopardo. Unos verde mar enmarcados por grueso rimmel y pelo savage indicaban el ingreso de una diosa. Comenzaron a gritarle por su nombre, el micrófono la reclamaba y peló un vozarrón de aquellos. Su hipnótico lenguaje corporal dominaba la escena. A capella y colocada en la interpretación con la seguridad del genio irremediable, comenzó con un blues argentino y siguió con Sin lágrimas. Me pregunté: ¿Quién es esa chica a quien el género musical le imprimió una presencia de leona? ¿Qué hace esta cantante de tango de tan sólo 19 años con ese talento pujante?

Nayla Danchuk nació en Pablo Podestá, Partido de Tres de Febrero, en octubre de 1994. Canta tango desde su primer lustro de vida. Participó en diversos programas televisivos y en 2011 se coronó ganadora en el Festival de Cosquín. Además de cantar, brindó apoyo escolar en la Villa 31, hoy cursa Derecho en la UBA y hace par de años incorporó el bandoneón para acompañarse. Cansada de competir y guiada siempre por el impulso de su deseo, Nayla reafirma, simplificando lo que a muchos resulta complejo: “El Tango es una pasión. Es mi pasión. Pienso que todas las personas tendrían que tener una pasión como para que la vida tenga sentido. A mí lo que me hace feliz es cantar tango”. / Fotos: Horacio Casadey y Andrea Badano

¿Cuál es tu primer recuerdo vinculado al tango?

Empecé a cantar cuando tenía cuatro años. Mis viejos me mostraron un abanico musical extenso, son muy jóvenes, más del palo del rock nacional. Ninguno de mi familia era tanguero. Mamá cantaba uno que otro mientras hacía las cosas de la casa y a mí me quedó pegado. Me acuerdo que en 1999, con cinco años recién cumplidos, era bastante caradura y le pedí a mi vieja que me lleve a la televisión, a mostrarme, a cantar como cantaba en casa. Era muy chiquita. Tenía la voz muy gruesa.

¿Cuándo tomaste el cantar tangos como un trabajo?

Empecé profesionalmente a partir de los 11. Me refiero a que a partir de ese momento me empezaron a pagar por lo que hacía. Me acuerdo de una anécdota que nunca antes comenté. Era muy chica. Mis viejos no tenían idea de cuánto estaban cobrando un show promedio. Me conocían en el barrio como la nena que cantaba en la TV. Me invitaron a una peña. En ese momento yo estaba cantando en el programa de Susana Giménez y le preguntaron a mi vieja por teléfono: “¿Cuánto cuesta el show de Nayla?” y mi mamá les pasó, nada, ponele $50. Para mí tener 50 pesos por haber cantado y por hacer algo que me gustaba era un montón. Y me acuerdo que canté en la peña, todo bárbaro, a la gente le encantó y en el momento en que le pagaron a mi mamá, le habían dado el triple o el cuádruple de lo que había pedido. Esa fue mi primera alegría.

¿Cómo fue haber cantado en los programas de Marcelo Tinelli y Susana Gimenez?

De Tinelli mucho no recuerdo. Me acuerdo que esperaba el final, que me den los premios. Los juguetes. En un momento, en el video, se ve que estoy girando, como buscando: “¿Bueno, y mis regalos?”.

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¿Por participar en TV te pagaban con juguetes?

Sí. Te daban regalos, ropa, bicicletas. Igual los programas en TV no tienen una paga monetaria. Capaz canjes con los sponsors. Yo me acuerdo que fui a lo de Susana en 2003, 2004 y 2005. En el último certamen, en el que más tiempo estuve y se llamaba Minimusic, se pedían chico de diez años que la única condición era que sepan cantar, no importaba el género. Había un jurado y cada semana teníamos que cantar distintos temas cada uno. Eran clasificatorias. Eran cinco y una noche ganaba uno y así pasaba a la siguiente etapa. Tuve la suerte de ganarlo. El premio final era grabar un disco con una compañía internacional, EMI. Era la única que cantaba tangos y grabé Nostalgias. Fue mi primera grabación. La TV es una vidriera al mundo.

¿Y en Talento Argentino?

Talento fue antes de Cosquín. Es siempre lo mismo en la televisión. En los concursos no te pagan pero te sirve porque te sale mucho trabajo. Por suerte me fue muy bien. Fue un aprendizaje pero ahora ya no lo hago más. Estoy trabajando en un lugar que no da lugar a competencias. Hoy competir en un concurso es como retroceder.

¿Cómo fue la experiencia en Cosquín?

Emocionante. Anteriormente, yo me presentaba a los torneos bonaerenses. En mi caso en Tres de febrero, de donde soy. Se van haciendo eliminatorias regionales y la final es en Mar del plata. Gané medalla de oro. Cuando gané oro dije ya está, no me quiero presentar nunca más a un concurso. Me parece que se vive mucho estrés, en el sentido de que todos quieren ganar. Si bien uno va con la predisposición de cantar y que sea lo que sea. Pero no quería más concursos. Así estuve varios años, trabajando profesionalmente con shows privados, presentaciones y en un trío. Tenía que tener 16 años para presentarme al Pre Cosquín y en la municipalidad me insistían: “Presentate, es el primer año que vamos, para ver cómo nos va”. Yo no quería pero me convencen y voy. No con muchas expectativas por los comentarios de que está todo arreglado. Finalmente, en 2011, gané el Cosquín en mi rubro, como cantante de tango solista femenina. Canté en el Festival mayor. Fue increíble porque había más de 12.000 personas en el escenario Atahualpa Yupanqui. Es giratorio. Se vivió una energía muy linda. Fue mucha la alegría cuando dijeron “la ganadora es Nayla Danchuk”.

¿Cómo manejas el deseo masculino? ¿Te gusta que te miren?

Sí, me gusta, pero tengo bastante carácter. Siempre fui la más chica del tango y me tuvieron mucho respeto. Muchos no saben mi edad y piensan que aparento más edad, nadie me da 19. Yo también en el buen sentido siento que tengo alma de vieja. Hago cosas que no comparto con una persona de mi edad. Mis amistades tienen la edad de mis viejos. Mis novios fueron mucho más grandes. Tengo “alma de vieja” porque me gusta sentarme en un café y tomarme uno leyendo el diario o ir a milonguear.

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¿Sos coqueta de por sí o porque el tango lo exige?

No. Soy muy coqueta. Me encantan los maquillajes y los tacos altos.

¿Escuchaste este debate que hubo sobre el piropo? ¿A vos que te pasa con los piropos?

No me molestan mientras que no sea una cosa desmedida. No me molesta que me digan linda. Tengo bastantes atrás y más los tangueros que son mujeriegos. Soy muy sencilla, pero no soy fácil. Eso me parece que hace una diferencia. El acceder o no, está en mí.

¿Te parece que hay reivindicaciones o luchas como mujer que hay que dar o no?

Estoy a favor de las luchas de la mujer, pero hoy en día me parece que las mujeres estamos adquiriendo mucha fuerza. No sé si vivimos en una sociedad tan patriarcal. Ahora la mujer sale al orden público. Sale a la calle. No se queda en su ámbito privado cocinando y haciendo las cosas de la casa. Yo estoy en el ámbito público. Voy a la facultad. Voy a trabajar. Y que tengamos una mujer presidente, me parece genial.

¿Por qué empezaste a tocar el bandoneón?

Desde muy chica sentí fascinación por Rubén Juárez, él cantaba y tocaba el bandoneón. Les decía a mis viejos que quería tocar. Pero era un instrumento bastante de hombre y muy caro. Ronda los cinco mil dólares. Te sale un coche. Y con mucho esfuerzo, con mucho trabajo, yo sola, fui ahorrando y tuve una muy buena oportunidad para comprar un bandoneón. Lo compré hace tres años, es un Doble A, un negro, nacarado, hermoso. Empecé a estudiar en el conservatorio pero no sentía que era lo que yo quería porque yo no quería ser una instrumentista. Yo quería cantar y acompañarme. Así que empecé a estudiar con Oscar Barrios que es mi profesor de repertorio y me acompaña en un par de temas. Pero hoy no tengo el tiempo como para poder sentarme a estudiar todos los días, dos o tres horas, lo que requiere para no perder la digitación. Es un instrumento muy difícil pero hermoso. Quizá sí hay bandoneonistas hombres que se acompañan. Pero hay muy pocas mujeres y aunque en primer lugar soy cantante, acompañarme suma.

¿Cómo vivís el mundo de la noche, el tango y eso medio mezclado con el vicio?

Encontré mi lugar en la milonga. Me hice de muchos amigos. No bailo hace tanto pero milongueo. Aprender a bailar me ayudó para fortalecer mi tarea como cantante. Lo sentí como un antes y un después. Me dije: “con razón no me gustaban los boliches, si esto es lo que me gusta”. Los vicios están súper presentes en el tango pero por suerte no tengo muchos. No fumo. Me gusta el vino tinto pero tampoco en exceso. Cualquier exceso es malo. Pero sí, están re presentes los vicios, en la suite que le escribió Piazzolla a Troilo, uno de sus tangos era «Whisky» porque el tipo era fanático. Se ve mucho pero forma parte de lo que es el tango.///PACO