Entre 2012 y 2018, los últimos seis años de su vida, Philip Roth se declaró voluntariamente retirado de la escritura. Su propósito era darle a su obra un cierre, incluso un final, tomando así la delantera en el tipo de asuntos que la muerte, por lo general, suele interrumpir sin interés argumental o estético por las exigencias de la lógica y la armonía. Roth tomó la decisión a los 79 años y, a partir de entonces, se dedicó a releer a sus autores preferidos y, en particular, a releer (los biógrafos no dudan en señalar esta continuidad como otra poco sorprendente prueba de su narcisismo) sus propios libros. No es el único caso de autores de talento que se retiran. Alan Moore también se declaró retirado de manera voluntaria como guionista de cómics en 2016, cuando tenía 62 años. Aunque lo hizo ya no como otro dramático acto de repudio moral contra la codicia de la industria de las historietas (a la que, sin embargo, volvió este año con The Moon and Serpent Bumper Book of Magic), sino para consagrarse a la escritura de lo que él considera que es literatura seria. Con rasgos semejantes de excentricidad e improbabilidad, el aparente retiro voluntario de Michel Houellebecq como novelista también arrastra sus zonas ambiguas.
El rasgo de “aparente” alrededor del retiro voluntario de Houellebecq como novelista surge de un detalle (aunque bastante marginado por los críticos) deslizado en la breve nota de “Agradecimientos” en la que, hasta el momento, es su última novela publicada, Aniquilación. Después de una detallada lista de profesionales a los que Houellebecq les retribuye su ayuda con distintos detalles técnicos vinculados con la neurología, el notariado, la odontología y la cirugía –cuestiones que alterarán el destino de la familia Raison, sobre la que gira la novela–, en esa nota se lee lo siguiente: “En el fondo, los escritores franceses no deberían dudar en documentarse más; muchas personas aman su oficio y les agrada explicarlo a los profanos. Por azar, acabo de llegar a una conclusión positiva: es hora de que pare”. No veo nada malo en repetir que, tanto en el original en francés como en la traducción al español, lo que predomina es cierta ambigüedad en la frase. ¿De qué es “hora de parar”? ¿De documentarse al escribir? ¿Es “hora de parar” de agradecer? ¿O es que Michel Houellebecq decidió que es “hora de parar” de escribir novelas? Remarcar lo de las novelas es importante porque, desde la publicación de Aniquilación, en 2022, Houellebecq publicó otros dos libros: Más intervenciones, una antología actualizada de artículos periodísticos y entrevistas arrastrados desde 2009, y Unos meses de mi vida. Octubre 2022 – Marzo 2023, una pieza breve y extraña, quizás comercial o legalmente urgente.
Aunque lo adecuado sería catalogarlo como un “ensayo”, Unos meses de mi vida. Octubre 2022 – Marzo 2023 es, más bien, el diario precario de dos acontecimientos judiciales concretos: primero, una denuncia por “incitación al odio racial” a partir de una entrevista donde Houellebecq opina sobre los islámicos franceses y, después, una disputa por la distribución de una película pornográfica protagonizada por él y grabada bajo circunstancias muy curiosas. Es este segundo acontecimiento el que, por momentos, degenera en páginas de simple catarsis por la frustración, la ira y la vergüenza, en otros momentos retrata quejas generales contra la avaricia en el mundo y, en algunos otros, los más líricos, intenta dar argumentos en favor del amor algo turbulentos para la medida moral estándar. “Me resultaba atroz pensar que la única huella perdurable de mi vida sexual, la parte más viva de mi vida, fuese un coito mediocre con una cerda inerte grabado por una cucaracha degenerada”, escribe Houellebecq no mucho después de remarcar que ama a su esposa, Qianyum Lysis Li, con la que, al parecer, suele organizar tríos. Unas páginas antes, sin embargo, Houellebecq también destaca que “como todos sabemos en el fondo, el elemento más importante de la sexualidad es el amor”. En fin, Unos meses de mi vida. Octubre 2022 – Marzo 2023 es lo que cualquier editor sin imaginación podría llamar una “crónica”, y quizás lo sea si se admite, en favor del libro, que el conjunto resulta tan trágico como cómico y, por eso, entretenido. Como lector de Houellebecq, sin embargo, yo quisiera señalar, además, que este es un librito que retrata lo que ocurre cuando un escritor que debería estar escribiendo, por motivos azarosos o de fuerza mayor, no escribe.
¿Esto significa que todo escritor que no escribe se involucra por desidia o aburrimiento con pornógrafos extorsionadores europeos? ¿O que todo escritor que no escribe termina en la mira de las autoridades de una religión oriental proclive a resarcir las provocaciones padecidas contra su Dios con la muerte? No, claro que no. Pero el caso de Houellebecq, por la magnificencia de su escala y la probada destreza para el alboroto mediático, representa mejor que cualquier otro las máximas consecuencias del desquicio ontológico en el que se hunde quien no hace lo que tiene que hacer. Es cierto, tal vez algunos pocos recuerden la ridícula batalla de Philip Roth contra los editores de Wikipedia en 2012 por el modo en que se describía La mancha humana, o quizás otros estén al tanto de la soporífera previsibilidad de Iluminaciones, el libro de relatos que Alan Moore publicó en 2022. Pero estoy seguro de que muchos más leyeron de soslayo aunque sea algo sobre “la porno de Houellebecq”. En este sentido, la frustración, la ira y la vergüenza, por mencionar tres de los sentimientos que atacan a Houellebecq al poco de descubrir que un director de cine holandés, su pareja y una serie de socias lograron filmarlo teniendo relaciones y que él mismo, además, rubricó “al borde de una crisis catatónica” un contrato que les permitía hacer con ese material lo que quisieran, también son sentimientos correspondientes con quien, llamado a la tarea de escribir, se descubre incapaz de llevar a cabo lo que debe llevar a cabo. Voluntaria o no, en esta desorientación ontológica ocurre una severa trasgresión.
Desde ya, Unos meses de mi vida. Octubre 2022 – Marzo 2023 no es, de ninguna manera, un tratado subterráneo sobre el problema creativo de la página en blanco o, peor aún, sobre el problema existencial del ocaso de la última página. Pero sí hay, cerca del final, un par de apariciones de Gérard Depardieu (al que Houellebecq conoció al filmar una película más convencional que la del litigio en cuestión) donde, en medio de una discusión sobre los problemas que hoy conllevan la fama y la riqueza, el actor le sugiere que tenga fe en la literatura, ya que es solamente eso lo que va a quedar. Acerca de todo lo que se desvanecerá y de sus tristes o graciosos periplos olvidables, en cambio, Unos meses de mi vida. Octubre 2022 – Marzo 2023 tiene el mérito indiscutible de ofrecer un sólido autorretrato del “Michel Houellebecq Out of Context”. Esto es, del escritor que, al no escribir, se ve obligado a reconocer que en las entrevistas, a veces, dice estupideces que luego debe enmendar judicialmente (“como todo el mundo sabe, el islam no es una raza, sino una religión practicada en las cuatro esquina del mundo por los grupos étnicos más diversos”, aclara), o que aliados circunstanciales del mundillo intelectual francés como el insípido Michel Onfray, por ejemplo, sólo aprovechan el atractivo de Houellebecq como best seller para lucrar y “dejarme tirado de forma estrepitosa en un programa de gran audiencia dirigido por Laurence Ferrari”.
Respecto al episodio de “la porno de Houellebecq”, por mucho que uno intente seguir el hilo de lo que pasó, los hechos resultan demasiado confusos, o ridículos, como para dedicarles una atención detallada. A grandes rasgos, Unos meses de mi vida. Octubre 2022 – Marzo 2023 viene a contarnos que, así como algunos hombres llevan adelante una vida sexual en la que “a la hora de diseminar su esperma” hay muchas mujeres que solo sirven para el placer y una sola (la esposa) que sirve para el amor, en el caso de Houellebecq esa vida se realiza con la completa anuencia de su esposa, por lo que es ella misma quien se encarga de los castings para la actividad swinger de la pareja. Considerando la época y conociendo al personaje, el problema es que esta información privada no podrá provocar más que un gesto de plúmbeo tedio. Por otro lado, desde la invención de la Web 2.0, dejarse filmar o fotografiar con fines sexuales significa ganarse un lugar automático en la eternidad digital de internet, y eso nunca concluye bien para los personajes públicos descuidados. Dicho esto, hay que reconocer que Houellebecq, al percibir la errancia de su propia posición como hipotética víctima, logra brillar fugazmente como novelista cuando escribe que “a las feministas no les gusto y ellas tampoco me gustan. Pienso que han enrarecido la relación entre las personas y que las actuales son cuarenta y siete veces peores que sus antecesoras”.
Aun así, con una prosa de tonos nómades, un hilo conductor lábil y una única causa eficiente en la excusa de un pedido de disculpas público a la comunidad islámica francesa o la premura mercantil ante los costos de su batalla legal contra el cineasta holandés, Unos meses de mi vida. Octubre 2022 – Marzo 2023 no enciende otra cosa que el anhelo de que Houellebecq retome, de una vez, sus tareas como escritor. De hecho, en términos incluso egoístas, no hay una sola página del libro que logre despertar algún morbo sexual, pero sí hay decenas de páginas que supuran el espectáculo desafortunado, casi culposo, del absoluto desperdicio del tiempo de un artista con talento. No sé si al final de Aniquilación, que es lo más cercano a su mejor libro, Michel Houellebecq desliza que ya no volverá a escribir novelas. Pero lo que está claro después de Unos meses de mi vida. Octubre 2022 – Marzo 2023 es que nuevo material para seguir escribiendo otra no le falta. Al menos, yo dejaría resonar esa idea alrededor de lo que el propio Houellebecq dice al citar al romántico ruso Mijaíl Lérmontov, quien escribió que “el héroe de nuestro tiempo, queridos señores, es en efecto un retrato, pero no solo el de un hombre: es un retrato compuesto por los vicios de toda una generación en su plenitud”///////////PACO