Alejandro Amendolara es historiador especializado en la guerra de Malvinas, aunque él dice que es “un abogado que escribe de historia.” Aparte de ser un preciso conocedor de los libros argentinos también se interesó por las versiones británicas del conflicto, llegando a participar en la escritura y la traducción de libros ingleses. 

Alejandro, vos sos abogado.

Sí, y como abogado estoy con el tema comunicaciones desde el año 90, desde enero del 90, cuando fue la privatización de Entel. En ese momento trabajaba en un estudio importante que asesoraba a los italianos. Después el estudio asesoró al consorcio en el que estaban los italianos, los franceses, Perez Compac y el Banco Morgan que terminan siendo Telecom. Unos años después pasé a una de esas empresas que daba el servicio internacional, pasé como asesor jurídico, así que siempre con las telecomunicaciones. Pasé por Telintar, por Telecom Internacional, Telecom, después AT&T Argentina, Telmex, y por último Claro, y después empecé a trabajar en forma autónoma, asesorando a la Cámara Argentina de Internet, CABASE, con temas regulatorios. Tenemos mucho trabajo en estos días, con los DNUs. Como la regulación y los servicios fueron avanzando siempre hay un desafío.

¿Y cuándo empezás con el tema Malvinas?

Desde chico siempre me gustó la historia militar. Yo soy del 62, pero antes de la guerra, de muy pibe, ya esperaba los sábados para ver las películas de Sábados de Superacción. ¿No? Después pasé a los documentales, después a los fascículos de la Segunda Guerra Mundial. Compramos algunos libros. Hacía modelismo, armaba aviones… A los cinco años hubo un viaje que me cambió mucho. Mi padre que era marino fue destinado a Belfast para hacer el curso de los misiles Sea Cat que después fueron usados en el crucero Belgrano. Así que viajamos con toda la familia. Allá vimos muchos castillos. Pasamos por Londres, visitamos el Imperial War Museum… Y en el 77 le dieron un destino a mi padre en Inglaterra. Estaba en etapa de alistamiento en el destructor Hércules. En ese momento yo ya tenía quince años y fui al colegio con compañeros ingleses. Un día me piden una composición sobre los animales típicos de mi país y yo escribí una página sobre el guanaco, el ñandú, y así. Pero se me ocurrió hacer un mapa de la Argentina a mano alzada, ¿no? Y ahí pongo las regiones, Llanura Pampeana, Mesopotamia, Patagonia, y pongo las Islas Malvinas coloreadas de amarillo como la Patagonia. Le pongo Malvinas Island, Arg. El trabajo se exponía en una feria del Colegio. Pensé que pasaba. No pasó. Tres profesores vinieron a verme al día siguiente con un atlas de Oxford para demostrarme que no eran las Malvinas sino que eran las Falklands. Pero ¿qué pasó en 1833? Ese fue mi primer acercamiento serio al conflicto. Años después, en 1982 recibí cartas de mis compañeros de colegio que me preguntaban si me iba a alistar y si iba a terminar peleando. Estaban preocupados. Ellos tenían, creo, un poco más de consciencia de lo que era la posibilidad de una guerra, porque Gran Bretaña tiene mucha más experiencia en eso que la Argentina. Por mi parte yo tenía bastante claro que lo que vivíamos era parte de la historia. Así que le hice un seguimiento muy cercano a lo que fue el conflicto. Para la posguerra estaba muy enganchado con el tema y quería saber qué había pasado. Leí, empecé a escribir algunos artículos… Y de ahí no paré. 

O sea que empezás a estudiar la guerra el 2 de abril de 1982.

Sí, así es, en 1979 entré a la facultad. Así que estaba en cuarto año de la carrera en el 82. Me acuerdo del viernes, de ese viernes… Me tomé el 92 con un compañero de estudios y, bueno, hoy con el diario del lunes es fácil decirlo, pero yo me acuerdo que dije: “no sabés lo que significa esto.” Él me decía que era un derrotista. Fue el primer choque que tuve con ese tema en la facu. Acá se apostaba a una solución diplomática, al famoso “toco y me voy”, o “recuperar para negociar.” Eso generó que la Argentina dilatara la salida bélica mientras Inglaterra la aceleraba. A los británicos ya les había pasado en Suez. Aceleraron el tema bélico para recuperar el canal y llegó Estados Unidos y les dijo “señores, este es un tema colonial, váyanse a casa.”

Es un ejemplo interesante el de Suez. Hoy vuelve con el tema del río Paraná. Hay una triangulación posible entre Canal de Suez, Río Paraná y Atlántico Sur. Fue la nacionalización del Canal de Suez lo que trajo el conflicto. Y Gran Bretaña se retira humillada, de hecho. 

Los británicos toman las lecciones de Suez y las aplican en Malvinas. Ellos se preguntan ¿en qué fracasamos acá? No buscamos el apoyo de Naciones Unidas, Estados Unidos nos soltó la mano, y la opinión pública internacional se puso en nuestra contra. Aparte estaba el tema de la connivencia con Israel y Francia para hacer la operación militar. Ellos tomaron nota de qué había fallado. Y en Malvinas buscaron con la resolución 502 tener rápidamente el aval del Consejo de Seguridad de la ONU. La 502 no condena a la Argentina como país agresor pero invita a las partes a negociar, a retirar las tropas… Después se aseguraron el apoyo de los Estados Unidos, que les costó, y que les llegó -públicamente- a partir del 28 de abril. Inicialmente Estados Unidos no quería el conflicto. Todo esto sucedía en su quinta… Después de la Conferencia de Yalta en 1945, esta parte del mundo quedaba bajo su influencia. Entonces trataba de llegar a un acuerdo con dos países amigos. Argentina mandaba su asesores militares a Centroamérica, Gran Bretaña sostenía los misiles Trident en su territorio… De hecho, la política estaba dividida en Estados Unidos. El secretario de defensa Weinberger estaba decidido a darle todo su apoyo militar a Gran Bretaña. Y Jeane Kirkpatrick, que era la embajadora de Estados Unidos en las Naciones Unidas, tenía una posición pro latinoamérica.  Por eso Malvinas fue un conflicto que pegó en todo el mundo. 

Sin duda no se trató de un conflicto local. Los actores y los observadores del conflicto fueron varios, incluida la Unión Soviética, desde ya. 

En 1971, la Unión Soviética intentó comprar las estaciones balleneras en Georgias del Sur. ¿Sabías eso? 

No tenía idea.

Lo encontré en un archivo británico. La operación se podría haber concretado. Gran Bretaña era un imperio en retroceso. Pero la Falklands Island Company se enteró, y empezó un lobby en contra de la venta. El tema tomó dominio público y la operación se canceló. Luego fue Davidoff el que tomó  un contrato similar en el año 1979.

Con más presencia soviética en la zona, el conflicto del 82 habría sido muy diferente. 

Sin duda.

Ellos siempre se apoyaron en Angola para el Atlántico Sur.

Desde Angola despegaban los aviones Tupolev que pasaron por arriba de la flota británica, claro. Existen las fotos que tomaban. 

¿Dónde encontraste el dato de las balleneras?

Los archivos británicos sobre el conflicto de Malvinas comenzaron a desclasificarse en diciembre del 2012. La legislación británica establece el secreto de la información por treinta años. Esa es la regla. Se dice mucho que es por noventa años, que tenemos que esperar hasta el 2072, está el tema de las bajas, etcétera. Se dice que hay un acta firmada con el secreto y la documentación pero nadie sabe cuál es el acta. No es verdad. En el 2012 se comenzó con la desclasificación, empezaron a verse las bitácoras de los buques, expedientes del Foreign Office, carpetas con documentos del 82… Así que en septiembre del 2014 viajé a Gran Bretaña y me fui al archivo den Kew, Londres, entro en recepción, me presento, digo que soy argentino y pido pasar a ver los archivos de Malvinas. “Ningún problema”, fue la respuesta. Subí al primer piso, llené un formulario, me hicieron ver un video de manipulación de los documentos, me sacaron la foto y me dieron una credencial. ¿Y ahora?, consulté. “Vaya y consulte lo que quiera”, me respondieron. Los Archivos Nacionales están al sudoeste de Londres. Y ahí se puede consultar Malvinas,  informes de batallas, diarios de guerra… Podés sacar fotos de los documentos. Hay mesas con cámaras fijas donde podés sacar fotos y mandarlas por mail. Y hay un servicio de fotocopiado pero eso ya es más caro. Y ahí tenés bien documentado el tema de las bajas británicas. Están los caídos con nombre, apellido, por unidad y con su matrícula militar. Está el detalle de la baja, si es muerto en combate, si es herido en combate, si es baja administrativa, y así. Está el registro de las tumbas británicas, los informes de ingreso a los hospitales de campaña… 

Las bajas británicas siempre traen polémica. ¿Pensás que revisando estos datos se podría llegar a un número diferente al actual?

Creo que no. Está muy detallado. No hay que confundir muertos con bajas. El concepto de “baja” es más amplio.

¿Y el tema de las nacionalidades?

Bueno, la carpeta con el personal de Hong Kong desplegado en la Fuerza de Tareas está. La lista está con sus nombres, y cuáles fueron los muertos. Al parecer hubo una especie de “rebelión”, muy entre comillas, con los hongkoneses cuando empezaron las batallas. “Acá no quiero estar”, dijeron. Y tuvieron que evacuar a muchos, con el problema de ver quién de la dotación del buque en cuestión cubría el lugar del chino que se iba.

¿En la marina mercante o en la marina de guerra estaban esos chinos?

Eran personal de servicios. Hay que aclarar eso. Cocineros, tintoreros, personal de servicio. 

Bueno, pero si estás en un barco gris, en un barco de guerra, aunque estés cocinando, si estás en primera línea, estás peleando.

Esas bajas están, claro. Y después cuando me tocó hablar con veteranos británicos, ellos mismos me dijeron “no se puede ocultar una muerte.” Está la familia, los compañeros… Podés no informar sobre una acción militar puntual, pero las bajas no se pueden falsear. Las bajas son, entonces, las que fueron. En el Archivo Histórico del Ejército, acá, en Buenos Aires, encontré una planilla de cómo calcular las bajas en caso de que le pegue una bomba a un buque. Se hace un cálculo y por ejemplo, al Hermes, lo ponen con cuatrocientas bajas. Se pensaba que en el Hermes había un batallón de infantes de marina que iba a desembarcar y no, el Hermes había sido transformado dos años antes en un portaaviones con funciones antisubmarinas. Si aplicás ese tipo de cálculos matemáticos en relación a las toneladas de bombas, con la cantidad de bombas que tiraron en el aeropuerto de Puerto Argentino nuestras bajas serían muchísimas… No se puede aplicar un criterio para los británicos y otro para nosotros. Aparte, los nombres de los caídos salían en los diarios. Se publicaban. En Bahía Agradable, el 8 de junio, ahí sí manipularon la información. Gran Bretaña no dio esa información por orden de Jeremy Moore, el comandante británico, que dijo “dejen que los argentinos especulen que tenemos muchas bajas, se relajan un poco y así nosotros nos podemos rearmar.” Pero unos días después de terminar el conflicto se dio esa información, incluso con fotos.

¿Cómo fue la experiencia de entrevistar veteranos británicos?

Ahora con los medios digitales es más fácil, pero en ese momento yo estaba siguiendo el tema del submarino ARA Santa Fe, año 98, y envié un fax al Ministerio de Defensa del Reino Unido para entrevistar veteranos británicos que hubieran participado en acciones en Georgias del Sur. Iba a viajar a Gran Bretaña invitado por el comandante de la Fragata ARA Libertad, íbamos a hacer puerto en Portsmouth. Aclaro que la invitación sólo comprendía la navegación, alojamiento y comida, no los pasajes. Así que fui desde Dublín hasta Portsmouth, en la Fragata, un viaje espectacular. Cuando llegué, me confirmaron que el capitán Brian Young, comandante de la Operación en Georgias, comandante del destructor HMS Antrim, estaba dispuesto a concederme una entrevista. Y había dos veteranos más pero vía mail. Así empezó la relación directa. Al final, Young viajó a Londres, nos reunimos en un hotel, me invitó unas cervezas, y estaba dispuesto a responder mis preguntas. Conseguí muy buena información sobre las acciones en Georgias del Sur, que crucé con la que me daban varios tripulantes del Santa Fe, entre ellos su comandante, el capitán de corbeta Horacio Bicain. Y cuando fue el campeonato mundial de rugby que se hizo en Gales, el capitán Bicain me comentó que iba a viajar y quería saber si lo podía contactar con Young. Y se encontraron. Creo que el real alcance y efecto de esos encuentros solo los entienden los veteranos. En el 2007 viajé a Londres y coincidí con el desfile que iban a hacer los británicos por los veinticinco años. Se hicieron una serie de conferencias y una la daba Julian Thompson, que escribió el libro No picnic. Fui a escucharlos. Hice una pregunta. Y después me acerqué a saludarlo. Él habló muy bien de las tropas argentinas. Así que me presenté, le agradecí el comentario y él me dio su tarjeta. Y en el 2009, aprovechando otro viaje a un congreso de historia militar, pasaba por Londres y hacía entrevistas y visitaba los archivos. Y en ese viaje Thompson me dijo “ustedes tienen que publicar lo que hicieron.” Y yo le dije que había libros. Y él me dijo que había que traducirlos, porque en Inglaterra había interés. Un historiador militar sueco me dijo una vez en uno de estos congresos: “Alejandro, por un tema de idioma nosotros lo único que leemos es lo que publican los ingleses. Sería importante que ustedes publiquen en inglés.” El interés está. 

¿Qué libros recomendarías para estudiar el conflicto de Malvinas?

Para empezar, y en cuanto obras publicadas en Argentina, Señales de guerra, de Virginia Gamba y Lawrence Freedman, que está escrito por los dos, con la visión argentina y la visión británica, que da un buen panorama de lo que era la situación diplomática y militar. Salió en Sudamericana, y hace pocos años hubo una reedición por el Ateneo. Para las acciones navales, está No Vencidos de Mayorga. Pero es un libro que parte de los sumarios que se hicieron en la Armada, así que tiene esa mirada. Un libro muy bueno es el Informe Oficial del Ejército Argentino, que son dos tomos, que habiendo sido publicado en diciembre del 83 resulta muy completo, con anexos documentales y mapas. Últimamente salió bastante de los ataques de los Super Etendard con los misiles Exocet. Sobre la guerra aérea existe mucho material publicado, y un buen libro para aquellos que se inician en la lectura del conflicto, Dios y los Halcones, del capitán Pablo Carballo, con relatos de pilotos y personal de la Fuerza Aérea Argentina. Yo traduje tres libros ingleses, Nueve batallas en Malvinas, que es de Nick Van Der Bijl, sobre los combates terrestres; el libro de Martin Middlebrook,  quien publica The Argentina fight for the Malvinas (editado en Argentina bajo el título La Gesta Argentina por Malvinas), exclusivamente con testimonios argentinos, y creo que ahí Middlebrook supo entender el sentimiento argentino durante la guerra. Y después también traduje el libro Exocet Falklands, de Ewen Southby-Tailyour que salió como como Objetivo Exocet. Yo colaboré con ese libro junto a otro historiador argentino, Mariano Sciaroni. Y después lo traduje porque consideré que era un trabajo de investigación profundo y equilibrado, con testimonios de protagonistas de ambos bandos, y que en particular arrojaría luz sobre la misión del helicóptero británico que apareció incendiado en Chile, involucrado en la Operación Plum Duff, y también con muchos detalles sobre la Operación Mikado, ambas sobre la Base Aeronaval de Río Grande, en Tierra del Fuego, respecto de las cuales se han tejido innumerables versiones y mitos. 

¿Qué historias te parece que faltan contar de Malvinas?

Cada veterano tiene una historia. Cada uno la vio y la vivió a su manera. Falta más, entiendo… A ver… Creo que tenemos muchos testimonios individuales y nos faltan conclusiones. De alguna manera, nos falta un libro, no digo una historia oficial, porque las historias oficiales siempre responden a épocas determinadas o a intereses determinados, pero sí falta un libro que explique cómo llegamos a Malvinas. Esos días previos a la Operación Rosario… Recuerdo que el 2 de abril de 1982 sonó el radiodespertador en mi casa y se escuchó una marcha militar. ¿Otro golpe? Nos sorprendió a todos. Pero si vos leés los diarios desde enero del 82 en adelante ves cómo se van calentando las cosas. El incidente de Davidoff fue la chispa que encendió la mecha pero ya había algo que se iba preparando, tanto en Argentina como en Gran Bretaña desde julio de 1981. Tenemos varias piezas del rompecabezas, pero no el rompecabezas entero. Esa es nuestra cuenta pendiente////PACO