Música


Crónica del (Viejo) Nuevo Rock Argentino // Parte 1

En aquellos tumultuosos inicios de los años 90, mientras la economía se liberalizaba y las computadoras entraban al país invadiendo cada hogar y oficina, el rock vivía una de sus tantas y ya aburridas crisis de identidad. Muertos Luca, Miguel Abuelo y Federico Moura, poco le quedaba que decir a las bandas de los ochentas, que sin embargo insistían en seguir existiendo con los viejos modelos musicales y actitudinales. En el plano internacional, bandas que habían saturado las radios -Aerosmith, Extreme, Guns and Roses, INXS, Tears For Fears o Duran Duran- oscilaban entre adaptar sus sonidos a los nuevos tiempos y repetir las viejas fórmulas que los habían llevado a la cima. A la vez, pequeños y nuevos movimientos –como el baggy desde Inglaterra y el grunge desde EEUU- se irradiaban y preanunciaban el sonido que caracterizaría a la nueva década. Argentina entonces se hizo eco de todas estas movidas, tanto de las más conservadoras -Rata Blanca imitando a Iron Maiden- como de Vilma Palma E Vampiros adaptando lo más grasa del baggy.

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Pero todo en nuestro país sonaba a expectativa, a promesas vacuas y poco vuelo. Los suplementos de rock, las revistas y los programas de radio hablaban de “crisis” y muy tímidamente de “renovación”, sobre todo aquellos que no podían sacarse el traje del conservadurismo que siempre caracterizó al periodismo de rock argento. Tal vez por eso, estos mismos periodistas calificaron de “movida de marketing” el movimiento que se llamó Nuevo Rock Argentino y reunió a bandas diferentes pero unidas por la pasión en descubrir cuál es el sonido de la nueva generación.

Babasónicos fue la principal de esta lista. Desde el principio sonaron geniales y originales, aunque con influencias rastreables por los más eruditos. Con varios hits en su primer disco, el extraño padrinazgo de Rolo Puente y la fealdad carismática de su voz líder compusieron el grito de guerra de la época: D-Generación. Una música anti Nito Mestre, actitud punkoide y permentes alusiones a la cultura pop que gracias al neoliberalismo se convirtió en un bien accesible a la clase media. Luego de “Pasto”, caminarían por los senderos de la experimentación para llegar al éxito y canonización que hoy los convirtió en la banda más importante del rock argentino.

Desde La Plata, un nutrido movimiento under generó algunos grupos que hoy podemos recordar sin avergonzarnos. La más perdurable, tal vez, sea Peligrosos Gorriones, que reunió las influencias de Copiloto Pilato, Las Canoplas y otras bandas under de finales de los 80s, tendría a su líder Francisco Bochatón como uno de los artistas claves surgidos de esta movida. El lenguaje de sus canciones, el sonido particular de guitarras deformes y baterías oligofrénicas y una actitud desenfada se suma a las permanentes referencias de la cultura pop. El truco, tal vez, esté en los estribillos trabados pero pegadizos y una curiosa producción de Zeta Bosio, que logró colocar el primer disco de los Gorriones en el efímero sello de Daniel Grinbank, DG Discos. Luego, sacarían dos discos más por multinacionales, se separarían gracias a una historia calcada de otras miles de bandas, y Bochatón se convertiría en el fundador y eterno referente del indie local.

Juana La Loca fue otra gran promesa del Nuevo Rock Argentino. Producidos por el siempre inquieto y polémico Daniel Melero, fueron quienes mejor representaron el estilo “sónico”, como se dio a llamar este raro sonido generado por guitarras grabadas desde el aire acondicionado del estudio. “Electronauta” tiene una vaga conexión con The Cure y otras bandas ochentosas, pero refescando el sonido pasándolo por el tamiz del baggy y unas letras surrealistas que brillaban por momentos de alta poesía. La banda seguiría sacando discos con mucha menos calidad y su cantante, Rodrigo Martín, despidiendo a sus músicos cada tanto y reciclando el catálogo de canciones hasta volverlo irreconocible.

Por el mismo sello que Juana La Loca –Iguana Records, una división de BMG- salió el primer disco de una banda que, en ese momento, parecía la continuidad de Sumo o Los Redondos. Caballeros de la Quema la pegó con su hit “Patri” y la impostada y aguardentosa pero cálida voz de Iván Noble se metió en las orejas sucias de los jóvenes rockeros suburbanos argentinos, cansados de escuchar casi únicamente Los Ratones Paranoicos. Las letras eran muy superiores al promedio acostumbrado, y guitarras simples y cancheras le daban el sonido adecuado para que haga poguear a sus entusiastas fans. Luego de un fantástico segundo disco –más funkoide, mejor producido, con trompetas- Caballeros de la Quema entraría en un espiral decadente que generaría, finalmente, al Iván Noble que todos conocemos, ese Arjona de los rolingas.

Los Brujos fueron, tal vez, la banda más loca y copada de los 90s. Hoy es la que tiene un culto más fanatizados y todos auguran que su regreso podría reventar estadios atiborrados de nostálgicos con ganas de sentirse jóvenes again. Sin dudas, eran los más rayados: vivían en comunidad (un gesto casi irónico en una época de alto individualismo-, se vestían con bolsas de basura, hacían morisquetas cuando cantaban y su primer disco sonaba como el orto y fue grabado en un fin de semana. Pero ese disco tenía el megahit de la época: Kanishka, una inexplicable canción sobre un faraón egipcio que en ese entonces se escuchaba en los boliches más caretas. Luego de hacer dos discos mucho mejores –Guerra de Nervios es una obra maestra-, se separaron para nunca volver, uno de sus integrantes se haría millonario vendiendo remeras y negaría más de tres veces haber sido parte de aquella época desenfrenada.

¿Querés más Nuevo Rock Argentino? Pronto. Ahora escuchate los youtubes y no te quejes de lo que pongo acá porque no leo los comentarios que dicen pelotudeces. Eso sí: si te acordás de una banda, no dejes de avisar!! ///PACO.