I

Hasta los beatlemaníacos coinciden en que la única banda de rock con la dignidad suficiente como para “mirar de soslayo” —en las palabras resentidas de Roberto Arlt— el poder del pop inventado en Liverpool es Creedence Clearwater Revival, con sus tonos folk y sus letras inspiradas en las brumas imaginarias del Mississippi. Las causas, en este momento, rodean absolutamente todo. ¿Quién compuso la música del Mundial de Brasil? La del Mundial de Brasil en Argentina, al menos, la compuso John Fogerty en 1969 y está en el tercer disco de Creedence, editado hace cuarenta y cinco años. Si el revival popular de Creedence tiene que ver con una predisposición especial de los argentinos a la permeabilidad del pasado en sus vidas o a la fuerza sin tiempo de las estructuras más hermosas del rock´n roll —dejémoslo con piedad en el medio— podrán tratarlo entre charts tenebrosos de Prezi y verborreas esotéricas los analistas de marketing. Es cierto que existe algún soundtrack oficial del Mundial de Brasil, pero nadie le presta atención.

Hay una sola respuesta a la pregunta sobre qué hizo Jennifer López con un micrófono durante la fiesta de inauguración del Mundial, además de mostrar que es la indiscutible Reina de las MILF, o quién era el enigmático sodomita minimum size con pantalones apretados y alopecia cómica que cantaba al lado de ella —también había otra sugestiva MILF brasileña cantando— y la respuesta es que de todas formas no importa, porque con una de las audiencias más grandes del planeta a su disposición no pudieron vencer a John Fogerty, que sigue tocando de gira como solista para los melancólicos de todo el mundo mientras termina de escribir sus memorias, listas para publicarse este año.

II
Creedence Clearwater Revival existió como conjunto originario apenas entre 1967 y 1972. Con ritmos que ningún especialista en música llamaría jamás delicados y entre la sensibilidad redneck del sur norteamericano —heredera directa del rock, el blues y el swamp rock que McCartney y Lennon escuchaban a través del tráfico de discos que traían los marineros norteamericanos de paso por Inglaterra— y los primeros años de la guerra de Vietnam, Creedence le dejó a la historia un puñado de las mejores canciones de rock desde su invención. Bad Moon Rising, la única canción del Mundial que en Argentina se escucha y se canta en todos lados, fue catalogada por Rolling Stone en 2011 como la canción número 364 entre las 500 mejores canciones de todos los tiempos. Si a esta aguda percepción de la relevancia musical se le añade la imagen que Francisco Marzioni le legó a la revista Rolling Stone cuando propuso que empezara a venderse con una faja que dijera “¡Con más adolescencia adentro!”, el cuadro de por qué el discurso periodístico es cada vez menos interesante y cada vez más tragicómico se forma solo.

En 1969 la canción fue número uno en Inglaterra y número dos en Estados Unidos. Según John Fogerty, la compuso después de ver la escena de destrucción natural de The Devil and Daniel Wester, una película que se había filmado veintiocho años antes, el mismo año que una de las mejores películas de la historia, Citizen Kane. Fogerty no fue a ver la mejor, fue a ver la otra. (Esto invita a pensar en el largo andamiaje entre el azar, la industria del entretenimiento y los más genuinos impulsos de la creatividad humana cada vez que alguien cante “Brasil decime qué se siente tener en casa a tu papá”; y también en cómo y por qué Theodor Adorno vivió una parte de su vida tan ciego y confundido).

Bad Moon Rising es una canción sobre el amanecer de algo atroz que define su forma con terremotos y relámpagos y una luna mala en el horizonte. “Escucho las voces de la ruina y la furia”, canta Fogerty, “espero que estés preparado para morir”. No es, claro que no es, el tipo de letra inspiracional que los especialistas en Prezi y verborrea sociológica clasificarían nunca como exitosa. Cómo migró Bad Moon Rising desde las manos y las voces de los hermanos Fogerty hasta el sedimento de las costumbres argentinas merecería un estudio más detallado. Mis fuentes informan que Creedence era “la música popular en los asaltos” y que “si querías que la gente empezara a bailar había que poner Creedeence”. Por mi parte, el máximo fanático de Creedence del que tengo registro es un patovica amable que también fue mi peluquero y que cortaba en Palermo sin dejar de mirar su moto al otro lado de la puerta; si no me equivoco, le prestó algunos compilados en cassettes a mi padre cuando la púa del tocadiscos donde él los escuchaba se arruinó, en una época en que palabras como “cassette” y “púa” y “tocadiscos” tenían un sentido nada hipster.

III
Cómo migró Bad Moon Rising desde las manos y las voces de los hermanos Fogerty hasta el fútbol argentino se debe —sigo a Wikipedia en esto— a San Lorenzo de Almagro, el equipo del Papa Francisco (“Llegué bien a Roma. ¿Me podés decir cómo salió el partido de hoy de San Lorenzo?”, cita un tal Michael Hart los mensajes telefónicos de Mario Bergoglio, horas antes de convertirse en Papa, en El Papa que ama el fútbol (Puck, 2014), una pieza literaria de pocas páginas que subrayo con cuidado). La letra apocalíptica original se transformó entonces en esto: «Vengo del barrio de Boedo, barrio de murga y carnaval / te juro que en los malos momentos, siempre te voy a acompañar», y después de transformarse en un hit de cancha pasó a ser un hit político —es cierto, Theodor, tal vez no estabas tan equivocado— con coros de La Cámpora: «Vengo bancando este proyecto, proyecto nacional y popular…», etcétera.

La última migración fue de las canchas argentinas a las canchas brasileñas durante el Mundial, un trance que le dio forma a la última metamorfosis de la letra: “Brasil, decime qué se siente / tener en casa a tu papá / seguro que aunque pasen los años / nunca lo vamos a olvidar / que el Diego te gambeteó / el Cani te vacunó…”, etcétera. Por su lado, los especialistas en Prezi y verborrea sociológica dedicada al marketing corrieron detrás de la canción para colonizarla con rimas sobre productos y servicios (en la radio hay muchas versiones, todas inevitablemente empobrecedoras) y en internet la letra varió entre partido y partido, y hasta Marcos Rojo tiene su propia versión después del gol a Nigeria/////PACO