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Por Cecilia Carmona

I
Suelo decirle «Vergacity» porque muchas veces me aburre. Después de haberme ido a estudiar a Capital me cuesta coordinar con mis amigos para verme y vuelvo y me encuentro con una plana propuesta. Dejando de lado la posibilidad de disfrutar de la compañía de mi familia, la vida nocturna que puede ofrecerme esta ciudad es bastante pobre; la oferta cultural es más que limitada, hay un teatro-bar por así decirlo, después está La Casa de la Cultura, donde pueden llegar a presentar alguna que otra obra de teatro decente y por último el cine del «shopping», que con mucha suerte tiene tres películas para ver. Las opciones son escasas y costosas. La entrada al cine en Pergamino tiene el mismo costo que la porteña, es absurdo. Si uno opta por alquilar una película, porque sí, los Videoclubs siguen existiendo, solo puede elegir un «estreno» que ya está estrenado, o bien tener que pagar $15 por una película que están dando en Cinecanal.

II
Por las otras ciudades que conocí del interior, no tiene nada de especial. Pergamino tendrá para muchos porteños exhaustos de viajar un brillo especial (son muchas las personas de Capital que se mudan), pero en lo que a mí respecta, lo único especial que tiene una ciudad del interior es un índice menor de inseguridad, costo de vida más accesible y la posibilidad de tener una casa con patio. Resulta ser que muchas veces es el pasto verde o la pileta lo que para muchos es lo irresistible del interior.

III
En el interior, generalmente, el primer instinto de alguien no es cagarte, por eso es que tantos piensan que somos ingenuos; quizá sea un tanto cierto, pero creo que nos gusta pensar lo mejor de las personas y no estar todo el tiempo desconfiando y temiendo que el otro sea más avivado que uno y pueda sacarle ventaja de modo alguno. Lo que sostengo sobre la confianza está meramente basado en el contraste que viví cuando me mudé a Buenos Aires; nunca viví en el campo y no puedo posicionarme en la valoración de la naturaleza, creo que en el fondo nací cosmopolita, pero lo que sí disfruto es que todo está a quince minutos de distancia como mucho -y Pergamino es una ciudad!.

IV
Mi experiencia fue bastante elemental, pero entiendo que básicamente está constituida por el triángulo hombres-amigos-alcohol/boliches. De la escuela a la casa de nuestros amigos, los fines de semana salidas grupas y quizás los domingos tomar mates en el terraplén. No es nada del otro mundo. Supongo que en la adolescencia estábamos todas buscando novio, pensando en el primer chape y experimentando con el alcohol. Otro porcentaje de nuestra atención estaba indudablemente dedicado a la ropa, el viaje de egresados y la salida de cada fin de semana.