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The Act: el poder demoledor de las madres

La serie The Act viene a reafirmar la idea de que una fórmula televisiva exitosa es toda aquella que incluya a una madre escalofriante. Ya sea porque los consumidores de productos culturales están cada vez menos entusiasmados con leer ficción y más con activar procesos de identificación. En este caso, la madre de la serie “hace espejo” con comportamientos de madres que nos rodean (tal vez con nuestras propias madres, tal vez con nosotras mismas). Ya sea porque estamos listos para deconstruir, como venimos haciendo con distintos roles sociales, la idea naturalizada de que las madres hacen lo mejor para sus hijos. ¿Estamos listos?

A propósito de la escritura creativa, Flannery O’Connor afirma en El arte del cuento: “juzgar es un acto que tiene su origen en el acto de ver. En la escritura de ficción, salvo en muy contadas ocasiones, el trabajo no consiste en decir cosas, sino en mostrarlas”. El poder de las madres es socialmente invisible y The Act decidió ponerlo de manifiesto. Como ficción que representa un hecho de la realidad es un producto valioso y siniestro, con grandes actuaciones y una gran construcción gestual y escenográfica. Pero no sólo revela que una madre puede ser malísima, algo que en mayor o menor medida todos sabemos, sino también la importancia de destituir la sacralización del rol materno.

La serie, producida por Hulu y estrenada en marzo de este año, recrea la verdadera historia del asesinato de Dee Dee Blanchard en manos de su hija, Gypsy Rose, quien actualmente se encuentra cumpliendo una condena de diez años por el cargo de asesinato en segundo grado, y su novio, Nicholas Godejohn. 

En pocas palabras, la historia es esta. Dee Dee tiene una hija, Gypsy, a la que somete psicológica y médicamente. No hay fuerza física en la dominación de esta madre sobre su hija sino pura y simple manipulación. La niña se traslada en silla de ruedas cuando puede caminar, se alimenta por sonda cuando puede comer por la boca y digerir, se rapa la cabeza cuando tiene cabello, y cree que tiene menos años de los que tiene ¿cómo se explica? Síndrome de Münchhausen por poder, una psicopatía que incluye a un cuidador, en este caso la madre, que induce enfermedades a sus hijos con el objetivo de obtener algún tipo de gratificación emocional como atención de terceros, compasión, empatía. Además, comete diversos fraudes financieros a partir de una minuciosa victimización por las enfermedades de su hija: recaudan fondos para tratamientos inexistentes, le compran una casa, le pagan un viaje a Disney y, aunque Gypsy está perfectamente sana, viven de eso. 

Gypsy y Dee Dee.

Algunos médicos detectan inconsistencias, revisan a la chica y encuentran que no tiene atrofia muscular lo cual es muy raro en una persona que no puede caminar, investigan los informes médicos y encuentran que todos los médicos que atienden a Gypsy anotan “la madre dice/afirma/relata que…la niña tiene/alergia/convulsiones/desmayos/”. 

Envían al domicilio a una trabajadora social pero no encuentra nada raro. Porque Dee Dee no es una madre negligente, algo más frecuente de ver. ¿De qué podrían acusarla? ¿De exceso de cuidado? ¿De sobreprotección? ¿Acaso no es eso lo que configura a una buena madre? Cuando los vecinos se enteran de que Gypsy es la autora intelectual del asesinato de su madre no dejan de mostrar sorpresa, afirman que Dee Dee era una madre devota, que resignó su propia vida para dedicarse al cuidado de su hija enferma. Y ahí está la trampa. A veces la propia vida es la vida de los hijos. A veces la frase “lo hago por su bien” es la que debería despertar la primera sospecha.

Gypsy, detenida desde 2015 en una prisión de Missouri, contó en una entrevista que su madre le suministraba sedantes y antidepresivos a través de la sonda, por la que también controlaba lo que comía. “Aun dormida ella podía poner lo que quisiera en mi cuerpo”, dijo la joven, agregando “me siento más libre en prisión que viviendo con mi madre”. 

Gypsy Rose Blanchard: ABC News

El síndrome de Münchhausen es una expresión, bastante más frecuente de lo que se cree, del poder de las madres, y se encuentra subsumida a la institución de la maternidad, como llama Adrienne Rich en su libro Nacemos de mujer al conjunto de prácticas que hacen que las mujeres sean idealizadas en el rol sin llegar nunca a preguntarse por el deseo de la maternidad sino algo que realizan como un devenir natural de su feminidad adulta. 

“Cuando fui madre recuerdo haberme sentido culpable porque mis explosiones de furia fueran un “mal ejemplo” para mis hijos, como si también a ellos hubiera que enseñarles que el “temperamento” es un defecto del carácter, que nada tiene que ver con lo que ocurre en el mundo exterior. El amor materno debe ser constante, incondicional. El amor y el cólera son incompatibles porque la cólera de la madre amenaza la institución de la maternidad”. 

Esta afirmación de Adrienne Rich sirve para pensar los procesos de idealización de una función social hegemónica y de poder asimétrico. ¿Quién protege a los niños de sus propias madres? En el caso de Gypsy Rose, el Estado ha fallado sistemáticamente en diversas instancias y la ausencia de figura paterna ha colaborado. Sin embargo Dee Dee, como se muestra en la serie, también ha sido víctima de una madre manipuladora y un padre ausente, lo que se presenta como una cadena de malos tratos que parece no tener fin y que nos hace preguntarnos ¿qué clase de madre sería Gypsy si decidiera procrear? 

En El rol materno impuesto a la mujer en una sociedad patriarcal, Rocío Mata Brenes explica que las mujeres que ejercen el Síndrome de Münchhausen sobre su descendencia logran, de esta manera, acceder a un espacio público y eminentemente masculino que les ha sido vedado por el sistema patriarcal. Ejercen el poder en el único lugar en donde lo pueden hacer: sobre sus propios hijos. La familia sigue siendo el espacio del afecto pero también el de la violencia, y es en este espacio desde donde las mujeres construyen su maternidad. 

La madre, que es la amante universal, es a través de quien el hijo aprende y desarrolla una capacidad de amar. ¿Qué ocurre cuando el proceso falla? La historia de la feminidad se asentó sobre una serie de categorías esencialistas derivadas de su rol principal como esposa y madre. Aún hoy, con la pregunta sobre el deseo en la escena pública, con el cuestionamiento de los estereotipos y la lucha por el derecho al aborto legal, el mandato de la maternidad y su correspondiente idealización sigue intacto. Las frustraciones se vuelcan en espacios nuevos, como las redes sociales y las tribus de crianza, como si hubiera una forma de hacerlo bien

Gypsy Rose, parada en la puerta de su casa rosa, mira hacia atrás antes de cruzar el umbral que la separa del mundo que siempre soñó conocer. Decide que los ositos de peluche, la ropa con dibujitos, la silla de ruedas, el armario de las medicinas, la sonda y el amor incondicional -que nunca lo es- de su propia madre es una cárcel mucho más peligrosa y dañina que la del condado de Missouri en donde hoy cumple condena. Acaba de comprometerse con un hombre que conoció a través del servicio de correspondencia penitenciario y afirma que su mayor deseo, que concretará cuando salga en libertad en 2024, es formar una familia feliz.////PACO