Los italianos conocen bien las excentricidades y virtudes de Mario Balotelli. Capaz de jugar noventa minutos excelentes y definir un partido él solo, Cesare Prandelli está haciendo descansar en Balotelli mucho del ataque de su selección, quizás incluso demasiado. Pero Balotelli corre rápido, es alto, atlético, cabecea bien, tiene una excelente pegada y todo el orgullo necesario para ser, por ejemplo, el goleador de este mundial. Para desgracia de los italianos, los ingleses también lo conocen bien de su paso por el Manchester City y saben que puede ser fácilmente provocable, que su talento tiene habituales lagunas de concentración y que si la marca lo anula termina por fastidiarse y se hace echar “para que al menos pase algo.”

Con una defensa tan chirle y gelatinosa como la que presentó Brasil en el partido inaugural –Dani Alves perdió todas las veces que fue a marcar a Olic y le ganaron siempre la espalda, Marcelo hizo el primer gol del mundial en contra–, Balotelli habría ofrecido una hermosa fiesta de crueldad deportiva. Con un defensa cerrada y de buen relevo como la Alemana, posiblemente se vea muy limitado y dependa más de los pelotazos que Pradelli le haga tirar desde atrás antes que desde los laterales. Si Pirlo funciona asistiendo como sabe, y Balotelli recibe bien, la posibilidades de complicar al equipo inglés se multiplican.

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En los concentrados de goles que tiene YouTube, todos los delanteros parecen más de lo que son: cascadas de aciertos, pelotas que invariablemente van a la red, risas y festejos de fantasía. Sin embargo, sabemos que en los 90 minutos de un partido mudialista, los jugadores se disuelven y se pierden. Ayudados por la exitista cámara de TV, los espectadores del mundo muchas veces no acceden a los movimientos grupales, a las marcas y desmarcas, a las tensiones sin pelota. El gran desafío de Balotelli y en gran medida de Italia es ese: no disolverse tácticamente ni perder el hilo del partido sin no le llega la pelota.

Balotelli es hijo de ghaneses que lo dieron en adopción, pero aparte es siciliano y más de una vez después de hacer un gol fue corriendo a abrazar y besar a su madre adoptiva a quien dice deberle todo. Los ingleses dicen de Mario que “the difference between his best and worst is huge.” Tienen razón. Las 41 locuras de Mario Balotelli, un hermoso texto en prosa poética que circula por la web, presenta su lado más romántico pero aclara poco sobre su juego y, de hecho, su juego en la alta presión y los espacios reducidos de los mundiales sigue siendo un enigma. ¿Cómo va a afectar a Balotelli este su primer mundial? ¿Será figura o acompañará? ¿Explotará o caerá en la intrascendencia? Por lo pronto parece que le pidió casamiento a Fanny Neguesha, su novia, minutos antes de que los árboles humanos de la FIFA comenzaran a bailar. Ella dijo que sí.

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Arrogante, carismático, emocional, políticamente incorrecto, Super Mario tiene una historia de vida, una lírica personal y una actitud que pueden salvar este mundial de jugadores desangrados, burocráticos o, como Neymar, que parecen salidos de un Hentai. Roy Hodgson, el DT inglés, es famoso por sus sólidos esquemas defensivos. ¿Podrán contener Phil Jagielka y Gary Cahill a este clásico nueve de área italoafricano? Mucho de lo que va a pasar hoy depende de eso. Para los centrales ingleses también es el primer mundial y, no resultá un dato menor, ninguno de los dos jugó afuera de Inglaterra. Prandelli no presenta un equipo bien definido, ni ordenado. Pero sus jugadores tienen oficio. Mi deseo es que Italia gane todo y que Super Mario haga mil goles y se lleve el botín de oro para después contar que se lo metió a la novia y a una amiga de la novia en una noche demasiado buena. Es posible que esto no ocurra. Pero ya sería un gran avance que con dos goles hoy ayude a desmoralizar y a eliminar al equipo inglés.///PACO