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Por Luis Andrade

Segunda y última fecha del Pepsi Music dos mil trece. El cierre está a cargo de Pearl Jam, la banda con mayor convocatoria. De arranque la cosa se anunciaba mal; el festival más grande de la historia. Así como sonaba de pretencioso resultó desastroso. La noche anterior había sido de puras pálidas, salvo la presentación de Queens of the Stone Age (que no resulta novedoso si uno recuerda la última visita).

Malo el sonido, mala la organización del line up. ¡El primer día cerro Catupecu Machu! El segundo día ya no era feriado y bandas como The Hives y Alabama Shakes tocaron en horarios de jornada laboral.

A pesar de haber librado la primera fecha con la fuerte lluvia, nadie se responsabilizó para apañar al menos un poco el barro del segundo día. A eso de las 20.30 salieron a tocar los Black Keys, Con buenas intenciones pero con un sonido que dejaba que desear, las condiciones y las dimensiones del predio no hacían valer sus trabajos discográficos, la pérdida de nitidez y los rebotes sonoros no se acercaba nada a su tipo de rock de garaje.

Seguíamos sumando malas. A eso de las 22.30 las luces anunciaban la llegada de Pearl Jam. Un escenario austero y parlantes por todas partes, unos reales y otros dibujados en una lona como fondo de escenario. Saludaron como viejos conocidos -con sus anteriores dos visitas han logrado gran afinidad con el publico argentino-, Eddie Vedder vino en mano y más tribunero que nunca abrió con Realase para después hacer volar todo con el resto de la banda: Even Flow, Luckin y Corduroy. Era Pearl Jam y nada mas, sin luces exageradas, sin escenarios llamativos, era su sonido en estado puro, sin nada que probar y disfrutando de lo que hacían. Los riffs siempre atinados y precisos de McCready, los ritmos aplastantes de Matt Cameron en la batería, la modestia y la precisión en la guitarra de Stone Gossard, el bajo perfecto a las exigencias del sonido de Jeff Ament, y un frontman como Eddie Vedder que traspira, se entrega en cada uno de sus temas como la primera vez. Suficiente para contagiar a todos y cumplir con las expectativas, para perdonar la mala organización, los títulos pretenciosos y las falsas expectativas. Y recordar que lo que importa es el sonido.

Cerca del cierre con Just Breathe, Vedder aprovecha para hacer un llamado a la solidaridad que lo hace parecer Bono vestido de leñador. Un momento débil del show pero que no opaca la noche y remonta con Alive tema que se hace eterno y delirante con los riffs de McCready, después los covers, el primero de los Ramones I believe in miracles y keep on rocking in the free world de Neil Young, que emociona a los que están arriba y abajo del escenario. Finalmente Yellow Ledbetter el tema que se convirtió hace rato en el telón de cierre de la banda. Pudo haber sido mas largo, pero fue suficiente. Pearl Jam volvió a demostrar que es una de las bandas que hay que ver en vivo, disfrutan lo que hacen, lograron sobreponerse a las etiquetas de la crítica, evolucionaron, dejaron el Grunge y crearon un sonido único.///PACO