Por Alejandro Di Marzio

¿Cómo te describo una Aurora Boreal amigo? ¿ Cómo hago para transmitirte las lagrimas que te produce ver a gigantes bloques de hielo deslizarse como barcos en el océano desbordado? Un Apocalipsis sin cine, en vivo y en directo.

Ante todo tengo que decirte que Islandia es luz y es oscuridad; y ese dualismo, como al pasar, lo sintetiza todo; por que en él habitan, irremediablemente, la vida y la muerte. Y te juro que no me pongo dramático (dramatikur), por que si existe algo que se pueda transmitir desde este culo del mundo que en definitiva nunca es certero (el papa del fin del mundo, los vikingos de pleistoceno), es la sensación primaria del ser humano en pelotas ante la mayor fuerza de todas que es la naturaleza. La naturaleza en Islandia es pura. Y esta descripción nada tiene que ver con mitologías nazis ni nada por el estilo. Islandia es pura porque como puede (un país sin ejército, miembro de la OTAN, tildada por el gobierno Británico de terrorista y actualmente sin grandes medios económicos), le da pelea tanto a la contaminación industrial como humana. La contaminación humana son meros personajes sin rostros ( o abstractos) que lógicamente y valga la redundancia digitan la contaminación industrial. Esto no es un panfleto, repito: un glaciar que se derrite camino a un Tsunami hipotético en otro culo del mundo (el mundo como un gran culo) es tan causal que Bradburi queda obsoleto. Y tal vez por la consciencia de que todo el medio natural terrestre se esta yendo (en verdad siempre se estuvo yendo) a la mierda, es que acá, en uno de los reductos humanos mas inhóspitos del mundo, el hacha estéril de preservación natural (y humana) no duda un segundo en caer sobre cualquiera que intente arañar un trozo de su volcánico suelo.

¿Cómo te voy a describir la naturaleza de un país si no te describo la naturaleza de su gente? Supongo que en algún punto convergen, como todo, aunque no lo veamos, ni lo interpretemos completamente. Los islandeses parecieran ser uno con el medio en cual se mueven, incluso el islandés moderno, devenido (y crucificado) a banquero, tiene algo así como un deje campechano, de hombre de pueblo al que le enroscaron de prepo una corbata pero que, sin embargo, sigue ordeñando sus vacas mientras escucha musica country desde una Land Rover.

Supongo que los tiempos se aceleran; el mundo se acelera y en ese proceso e irremediablemente, los islandeses no quedan exento. Pero existe una respiración en ellos que es igual al viento que en este preciso instante pareciera tirar la casa abajo y que, sin embargo, anoche abrazo una espectacular Aurora Boreal cansada de bailar en el cielo.

Y volviendo al dualismo, interpreto que Islandia amanso la polea, domestico de alguna forma los extremos hasta aunarlos en algo meramente natural (neutral). Por que acá, el kaos y la belleza absoluta se toman de la mano y se dan un chapuzón en la marketinera Blue lagoon (que hace algunos años era gratuita e inhóspita), cabalgan en sus pintorescos equinos que parecen flotar en el aire, corretean por un parque lleno de tulipanes y césped fosforecente para luego, al Sol de medianoche, ver que la realidad es tan subjetiva como el punto desde donde se la mire.

Y como me pongo poético, amigo, me pongo tormentoso; te cuento que hoy, por ejemplo, no podía caminar por la calle con mi hijo por que el viento, literalmente, nos arrastraba como barriletes y que hace apenas una semana nos sorprendió (por boludo, por no informarme) un temporal de viento y nieve que… ¿ Qué vas hacer frente a él? ¿ Le vas a decir que espere en el semáforo que vas con un nene? Las cuatro por cuatro atascadas y nosotros con el trineo como ratitas. Poniéndole el pecho a mi ignorancia y a esa naturaleza que a veces, puede llegar a ser realmente jodida, quizás vengativa. Mi hijo quedo fascinado. Feliz. La aventura papá Ale, la aventura, decía. Cuando vi que entró en la casa yo me quedé despatarrado al menos diez minutos sobre una montaña de nieve. Pensando que tenía que dejar el pucho. Y que Islandia, como en todas partes del mundo, te podía dar un beso en la boca y al otro día, una buena patada en el culo.

Pero volviendo al tema político (el Sol es político), Islandia no es Irak, ni Iran, ni Venezuela, ni cualquier otro país al que se pueda apuntar con el dedo del oportunismo. Islandia es una sociedad modelo, hiperdesarrollada, democrática, transparente, como su hielo. En esta sociedad como en cualquier otra habitan y coexisten formatos intelectuales dispares; y si algunos de sus ciudadanos desmoronaron en cierta forma una de las pocas utopias en movimiento que existen en el mundo, se han (se están) encargando de corregirlo a tiempo. No por nada ostentan el parlamento mas antiguo de la humanidad. Y así y todo, tienen problemas. Lógico. Porque todos somos humanos y con ello, el libre albedrío el kaos, la naturaleza. Y quieras o no, el oportunismo.///PACO