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Malena Sánchez Moccero es periodista freelance y docente universitaria. Durante el último año trabajó articulando los engranajes que conforman esa máquina de promoción, publicidad y vanidades al filo del desmoronamiento que, en ciertos círculos menores en el que abundan quienes están dispuestos a vender a sus madres con tal de figurar, se conoce como el mundillo literario.


I

La prensa editorial sirve para dar a conocer autores que no son amigos de periodistas. Para ahorrarles la lectura a algunos periodistas.

II

El autor más imbécil que me tocó conocer es un autor soberbio (y por supuesto, inseguro) y obsesivo que parecía tener como única misión en el mundo que todos los medios de comunicación hablen de su libro, que, por cierto, era malísimo. Todavía puedo oír su voz en las mañanas enumerando los medios en qué su libro no había salido y debía salir.

III

Los autores más geniales por suerte son varios. Uno que nunca quiso hacer presentaciones. Y en este mundillo de egos donde varios parecen publicar libros para ser aplaudidos, elogiados por el que habla a su lado y reseñados, esa actitud me pareció siempre admirable y noble. Otro, que además de escribir una gran novela, es el tipo más humilde que conocí. Con todas las hermosas virtudes que emanan de la humildad: generoso, amable, agradecido, inteligente.

IV

Me parece que, en general, las personas que se dedican a diseñar el mercado editorial argentino solo leen los libros que ellos van a publicar. En el caso puntual que conocí, que me resulta particular o alguna feliz excepción, se trata de gente que siente pasión por la lectura en general. Personas que leen mucha literatura (desde grandes clásicos a contemporáneos de otras editoriales) y algunos ensayos.

V

Por suerte es lo más patético que me tocó observar, más que experimentar. Descubrí una especie que desconocía. Hay una raza humana que se dedica a pedir libros gratis. Y digo libros porque esa es su categoría: le podés dar la guía Michelin o una novela para adolescentes que ellos agarran. Cuando les preguntás para qué medio trabajan tartamudean, o te nombran una AM clandestina que jamás escuchaste. Y lo peor es que tienen mucha disciplina y constancia. Te persiguen hasta donde sea que te escondas.