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Por Juan Terranova

1. 

Como ninguna tecnología antes, Internet nos permite ver cuerpos. En nuestra rutina diaria de conexión nos enfrenta con la belleza y la monstruosidad, y al mismo tiempo nos aleja, colocando todo lo que vemos atrás de un vidrio. El gesto es propio de la modernidad. La escala y la velocidad, sin embargo, resultan inéditas. Como plataforma de distribución de información la web salta, en dos clicks, de la pasarela europea y el archivo médico a la feria de rarezas, del Hollywood omnipresente y afirmativo al Freaks de Tod Browning. Luego, dependiendo del encuadre, la mesa de quirófano encierra reflejos gore y los senos de una actriz revelan marcas de cirugía. Y si hay escenas que no deberían ser públicas, a Internet no le interesa ese condicional. ¿Cuál es la novedad metafísica de esta rutina de acceso?

 2.

Amparado por el mecanismo de la “cita requerida”, Wikipedia cuenta la historia de Edward Mordake o Mordrake, un extraviado aristócrata de origen inglés que tenía una segunda cara en la base de la nuca. Rozando la leyenda urbana, Mordake o Mordrake –la duplicidad del nombre ya parece un guiño– buscó en el siglo XIX un médico que le extrajera ese “rostro demoníaco” que, según Wikipedia, “no podía hablar o comer pero sí reír y llorar” (which could neither eat nor speak, although it could laugh and cry). Con una vida sin fechas, las referencias dicen que Edward Mordake se suicidó con veneno a los veintitrés años.

3.

¿Por qué resulta tan magnética la figura del hombre con otra cara en la nuca? La nuca es la parte de atrás, aquello que no vemos, la zona frágil, desatendida, expuesta, el punto débil. La escena de Edward examinando su segunda cara usando un espejo –gesto barroco– nos transmite una sensación de intimidad. En el reflejo, vemos con él una parte de nosotros que no queremos, que no soportamos, que nos agrede.

4.

Hay un post en Taringa donde se dice que Mordake era buen estudiante, que vivía retirado, que se dedicaba a la música.

5.

En el mismo artículo se señala que la segunda cara de Mordake era femenina.

6.

Se la había visto sonriendo y burlándose mientras Mordake lloraba.”

7.

En la única foto de Mordake que circula en la web no se ven esos rasgos femeninos. Pero eso no significa nada. Existen mujeres que no tienen rasgos femeninos.

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8.

También circulan fotos de una figura de cera. Me imagino a Mordake frente a la figura, parado, en silencio, inspeccionándose. El hombre duplicado. De golpe escuchamos una risa.

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 9.

El mexicano Pascual Pinon presenta una versión menos atractiva de Edward Mordake. Su segunda cara la tenía en la frente, en una especie de torre o trompa de elefante. El chino Chang Tzu Ping, la exhibía sobre la derecha de su cara dominante. Wikipedia informa: “Craniopagus parasiticus is a rare type of craniopagus occurring in about 4 to 6 of 10,000,000 births.” De cuatro a seis personas en diez millones pueden tener este tipo de malformación.

10.

En ambos casos parecería tratarse de un un hermano gemelo que no se desarrolló, situación que South Park retomó con su famosa “Conjoined Fetus Lady”, situación ligeramente diferente a la de Mordake.

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11.

En una de las películas de la saga de Harry Porter, Voldemort aparece habitando la nuca del profesor Quirinus Quirrell. ¿Convivencia inspirada por nuestro personaje de los bordes de la historia médica? Por otra parte, las dos caras constituyen un motivo que recorre occidente desde Janos, dios de las puertas y más tarde la hipocresía, inventor del dinero, las leyes y la agricultura, hasta Two-Face, un malo de Batman, que en realidad no tiene dos caras, sino una misma cara partida al medio, dividida.

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12.

Williams Burroughs llevó la idea de un segundo rostro al extremo y construyó la fábula de un hombre que habla con su ano, es insultado en público por su ano, discute con su ano y pierde la discusión.

13.

Sigmund Freud fue quizás el más siniestro: ubicó esa segunda cara del lado de adentro de nuestra cabeza, tapizando algún lugar de nuestra caja craneal. La llamó “inconsciente.” Jacques Lacan la descentró todavía más y la fijo en el lenguaje

14.

Lo otro, la otredad, ¿cómo teorizar sobre eso que no somos? ¿Como verlo, registrarlo, admitirlo, identificarlo? Elemento indispensable de la dialéctica, “el otro” es reconocido porque tiene un punto de contacto con “el nosotros.” Hay algo propio ahí, en eso que no somos. Hay algo nuestro en la entidad que nos enfrenta. Pero, ¿hasta dónde estamos dispuestos a dejarlo avanzar? ¿Qué pasa si el otro se vuelve un parásito?

15.

Michel Serrés dice en su libro Le parasite que la definición de “parásito” es “el que come al lado.” (Leo una edición en inglés, traducida y anotada por Lawrence R. Schehr. The John Hopkins University Press. 1982. “To parasite means to eat next to.”

16.

¿La única otredad total e inabordable es la otra lengua? Pienso en ideogramas, en caracteres cirílicos. ¿Entendía o no entendía Edward Mordake lo que su segundo rostro le decía? ¿Cuál de las dos situaciones habría sido más perturbadora, entender o no entender?

17.

La segunda cara atormentaba a Mordake. La declaración se la había hecho a Manvers y Treadwell, sus médicos. En su carta de suicida pedía que el rostro fuera destruido después de su muerte porque temía que continuara sus “dreadful whisperings” en la tumba.

18.

Por propia voluntad, Mordake fue enterrado sin cajón, ni lápida ni marca alguna que identificara el lugar del entierro.

19.

Manvers y Treadwell extirpan la segunda cara del cuerpo muerto de Mordake. Me imagino el fino accionar del escalpelo. ¿Tenía vida ella todavía? ¿Los insultaba mientras era removida? ¿Cómo la destruyeron? ¿Con un martillo? No creo que dos médicos ingleses fueran tan salvajes. Quizás la quemaron en una chimenea y el fuego se llenó de fantasmas.

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20.

Toda la información que circula sobre Mordake proviene de un breve fragmento publicado en un libro titulado Anomalies and Curiosities of Medicine, firmado por George M. Gould and Walter L. Pyle. Originalmente publicado en 1896, el University of Virginia Library Electronic Text Center mantiene on line una versión de 1901, editada en Philadelphia por W. B. Saunders & Company. Más allá de ese breve fragmento, lo que hay son las especulaciones, versiones y tergiversaciones de la web.

21.

En Anomalies and Curiosities of Medicine, obra ya de por sí llena de bizarreries, se dice que la segunda cara era, efectivamente, la de una “muchacha bella, preciosa como un sueño, pérfida como un demonio” (beautiful girl, ‘lovely as a dream, hideous as a devil’). El mismo Mordake la describe como portadora de “todo signo de maligna inteligencia” y agrega que “sus ojos podían seguir los movimientos de los espectadores”, mientras sus labios “balbuceaban sin parar.” (‘would gibber without ceasing’). George M. Gould and Walter L. Pyle aseguran que no se escuchaba ninguna voz pero Mordake decía que su segunda cara lo mantenía despierto toda la noche con “susurros de odio.” La segunda cara nunca dormía.

22.

Inteligencia, maldad, susurros, insomnio.

23.

El breve fragmento, origen de toda esta historia, empieza así: «One of the weirdest as well as most melancholy stories of human deformity is that of Edward Mordake…”

24.

Tom Waits le hizo una canción que incluyó en su ópera Alice. Se titula “Poor Edward.” Salvo por la forma del suicidio, la letra de la canción es practicamente una reecritura del fragmento de Anomalies and Curiosities of Medicine en verso.

25.

¿Conocían los fríos científicos soviéticos del siglo XX la historia de Mordake? Más metódicos, menos románticos, cortando y pegando construyeron un perro de dos cabezas.

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26.

Después de veinticuatro intentos, el cirujano Vladimir Demikhov logró injertarle una segunda cabeza a un perro. Una segunda cabeza de perro, desde luego. Ambas cabezas se movían de forma independiente hasta que murieron cuatro días después de la intervención. Los científicos dejaron que un fotógrafo y un reporter de la revista Life fueran testigos del proceso. El artículo se tituló “Russia’s Two-Headed Dog” y salió publicado en julio de 1959 con la firma de Edmund Stevens. El perro injertado se llamaba Shavka y el receptor, Brodyaga.

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27.

Un comentarista anónimo de la web dice que el trabajo de Demikhov, “while aesthetically disturbing and undoubtedly shocking”, hizo avanzar la técnica del transplante de órganos sin comprometer vidas humanas.

28.

(En las fotos en blanco y negro que publicó Life, el otro es la ciencia comunista.)

29.

¿Habrían recorrido Mordake y Shavka/Brodyaga un apacible bosque europeo juntos? ¿Habrían sido los celoso guardias de La isla del Doctor Moreau? ¿Se habrían exiliado juntos en los Montes Urales de haberse conocido? El inglés melancólico y el perro de dos cabezas. Difícil. Nadie puede escapar de su propia nuca.

30.

En septiembre pasado, el cirujano Ahmad Obaid Mojadidi le extirpó una segunda cabeza a un bebé en la ciudad oriental de Jalalabad, Afganistán. En un juego de duplicaciones más, la niña es una de las dos mellizas que nacieron. La hermana de la extirpada nació sana.

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31.

La nota aclara que en los países donde hay guerras prolongadas las mutaciones de este tipo son más usuales.

32.

Si sobrevive y logra escapar de la guerra, la niña podrá escribir un poema sin metáforas que diga: “Dejé una parte de mí en Afganistán.”

33.

I saw the best minds of my generation destroyed by madness,/starving hysterical naked,/ dragging themselves through the negro streets at dawn/ looking for an angry fix”

34.

Tres cabezas y dos niñas afganas. Un inglés con dos caras. Un perro moscovita con dos cabezas. Y en la web es fácil encontrar gatos o ratones o serpientes bicéfalos o bifrontes.

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35.

Una ciudad donde todos sus habitantes tengan una segunda cabeza o un rostro escondido y un hermano gemelo y una mascota duplicada.

36.

La otredad es un juego de matices y tensiones con la propia identidad.

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37.

De todo el repertorio de imágenes que ofrece Internet para ilustrar la otredad hay una foto donde se presenta fuera de lo repulsivo. En noviembre de 1977, Johnny Rotten y Sid Vicus de los Sex Pistols viajaban de Londres a Bruselas. Alguien, un fotógrafo aficionado o un fotoreportero, capturó la imagen de los punks en pleno vuelo, frente a sus mesitas y sus bebidas. ¿Se permitía fumar en los aviones en ese momento? Rotten tiene un cigarrillo y mira a cámara. Desde atrás se asoma Vicious. La foto podría ser una imagen más de la historia del rock. Pero en el asiento de adelante hay una nena que también mira a cámara. Es la pulsión y la ternura, la decepción y el futuro, el ruido y la infancia. Dos versiones de la inocencia, de la ingenuidad, de la perversión polimorfa. ¿Son diferentes? Lo son. ¿Son opuestas? Lo dudo. Después de tanto tiempo, hay algo en la foto que vive. Más temprano que tarde, me da la impresión, ellos se habrían entendido.///PACO