Historia


EL APOCALIPSIS PSÍQUICO DE LA CIA

////

Desde 1972 a 1995 nosotros fuimos los verdaderos X-Files.

Russell Targ, Memoirs of a blind biker


Todas las guerras han salido de las fantasías de alguien.

Ingo Swann, Remote Viewing – The real story

El lunático está en el pasillo
Los lunáticos están en mi pasillo

Roger Waters, Brain damage

1

9 de julio de 1974. En una sala del Instituto de Investigación de Stanford (SRI), San Mateo, California, dentro de una jaula Faraday para que no lo afecten las ondas electromagnéticas, un individuo de 56 años, semblante anodino, sentado ante una mesa, tras permanecer algunos minutos con los ojos cerrados, los abre, se pone los lentes y dice:

–Puedo ver un gran cráneo de animal en la entrada. Puedo entrar.

En la sala, fuera de la jaula, están Russell Targ, licenciado en Física, y Hal Puthoff, ex oficial de inteligencia naval y doctor en Ingeniería Eléctrica.

El hombre sentado dibuja lo que ha empezado a ver. ¿Con sus ojos? ¿Con su mente? ¿Con ambos?

La bitácora del hombre sentado para tan excéntrico viaje fueron unas pocas coordenadas geográficas que la CIA le había enviado a Puthoff. Los dibujos y la grabación de la voz del hombre fueron analizados en la CIA por Kenneth Kress, físico y especialista en reconocimiento de imágenes.

Harold Puthoff

Kress escuchó la grabación y examinó los dibujos. Junto a ellos tenía las imágenes satelitales que la CIA había obtenido de construcciones en Semipalitinsk, Kazajistán, a casi siete mil kilómetros de San Mateo. 

El hombre de la jaula Faraday había caminado sobre las vías férreas alrededor del complejo, traspasado la entrada y visto máquinas que confirmaban las sospechas que arrojaban las imágenes satelitales: en el lugar los soviéticos desarrollaban un proyecto de magnitud. Lo que no acertaban a saber Kress ni el resto de sus analistas era qué podrían ser las grandes esferas bajo tierra que el vidente había dibujado. Ahí debería estar la respuesta sobre el proyecto enemigo. Pero el desconcierto de Kress aumentaba cuando pensaba en el vidente. ¿Quién era ese tipo que parecía haber entrado con su mente a un complejo secreto perdido en un desierto rocoso sin ver siquiera las imágenes satelitales? ¿Un caso excepcional o un instrumento del Departamento de Desinformación del KGB?

El extraño vidente de la jaula Faraday era Patrick Harold Price. Nació el 8 de diciembre de 1918 en Salt Lake City, Utah, se casó en 1939, trabajó como oficial de policía en Burbank, ya retirado fue incorporado al programa de espionaje psíquico de la CIA y murió en 1975. Un día leyó una noticia relacionada al trabajo de Targ y Puthoff. Llamó por teléfono al SRI y días después entró al proyecto. No hay sobre él más datos.

2

Para entender algo de la historia que involucra a Price como un personaje principal, hay que decir que fue con Kruschev, en 1960, cuando se reiniciaron oficialmente en la URSS las actividades de los laboratorios de estudios de percepción extrasensorial (ESP, el acrónimo en inglés), censuradas en 1937 por Stalin, con el argumento de que los supuestos espiritualistas de la ESP eran inaceptables para el materialismo histórico. Pero la actividad de los laboratorios, aun disminuida, más por la guerra que por Stalin, continuó, y los papers se enmascararon con otra terminología. Por otra parte, Stalin nunca se desprendió de Wolf Messing, su psíquico de cabecera.

En 1961 Leonid Vasiliev (1891-1966), neurofisiólogo miembro de la Academia de Ciencias Médicas de la URSS, fue nombrado jefe del laboratorio de Parapsicología de la Universidad de Leningrado. Era la primera vez que el Kremlin avalaba el término parapsicología en una institución oficial. Acertadamente, los informes de la CIA señalan a Vasiliev como figura central de las investigaciones sobre ESP en las URSS. Su obra Fenómenos misteriosos de la psique humana (1959) es una referencia obligada si se habla de actividad cerebral inusual. En el transcurso de la década de la primera mitad de los 60 la CIA asistirá a la entronización de Vasiliev. También estarán atentos a Nina Kulagina (1926-1987), una ama de casa de Leningrado, telequinética, telépata y vidente (Vasiliev la testeó en 1964), y a Alla Vinogradova, una maestra moscovita que se hizo telequinética después de ver a Kulagina en la televisión.

La década siguiente trae vientos tormentosos. En 1972 la DIA remite a la CIA un informe sobre Zdeněk Rejdák (1934-2004), joven psicólogo del Instituto Militar de Praga, y Robert Pavlita (1910-1991), inventor y jefe de producción de una empresa textil estatal en Hořice, una pequeña ciudad a cien kilómetros de Praga. En principio, el creador de la psicotrónica es el parapsicólogo francés Fernand Clerc y no, como dice el informe de la DIA, Rejdák. Palabras más, palabras menos, la psicotrónica es el estudio de los fenómenos resultantes de la energía que libera el proceso del pensamiento. Una disciplina tan incierta como su objeto de estudio. La DIA registra dos experimentos realizados por Pavlita. En uno apuntó con una caja acumuladora de energía a la cabeza de su hija provocando que la chica se mareara. En otro, con un «dispositivo» similar, mató algunas moscas. Además, hay registros de reuniones de Rejdák con otros investigadores en Moscú. Para que la inquietud desborde, la CIA obtiene la transcripción de una conferencia reservada en la que Rejdák habla sobre la «utilidad operacional» de la psicotrónica. Utilidad operacional es un eufemismo para no decir uso militar. Son indescifrables las razones por las cuales la DIA y la CIA tomaron los experimentos de Pavlita como hechos indudables y, peor aún, concluyeron en que Kulagina y Vinogradova serían dos de los cientos de psíquicos que cederían su «energía» a futuras armas psicotrónicas. De hecho, en el mismo informe se consigna que Kulagina había detenido con su mente los latidos de una rana. ¿Cuánto faltaba para que detuviera los latidos de un ser humano? Para que la amenaza fuera más concreta habían empezado a montarse sospechosos laboratorios de investigación biológica en Polonia, Rumania y Bulgaria.

La DIA incluso preveía que los primeros blancos de las armas psicotrónicas serían las embajadas e instalaciones militares estadounidenses en Europa Occidental, mientras que la CIA tomaba nota de su diagnóstico erróneo de mediados de los ´60 cuando creía que los núcleos ultraortodoxos del Este, que emparentaban toda mención a la ESP con la brujería y el misticismo, terminarían neutralizando o entorpeciendo las investigaciones. La realidad era que los politburós no daban señales de retirar su apoyo a esas investigaciones, sino que, por el contrario, las fomentaban. Ante este horizonte, para el que MK-ULTRA financiado por la CIA desde 1953 no tenía ya mucho que ofrecer, la necesidad de una reacción acorde a las circunstancias empezó a flotar pesadamente en el aire de Fort Langley. En este punto de la historia Hal Puthoff y Russel Targ encajarán como piezas de un rompecabezas.

Para Targ, harto de un trabajo de casi dos décadas en la investigación de rayos láser para empresas involucradas en proyectos de defensa, su camino a Damasco fue una conferencia brindada por Puthoff en el SRI, a mediados de 1969, sobre los avances soviéticos en ESP. Targ y Puthoff no tardaron en conocerse e iniciaron el itinerario para obtener financiamiento del SRI que culminó con una reunión de Targ con Wernher Von Braun, Jim Fletcher y Arthur C. Clarke. Convencidos de la seriedad de Targ, los tres recomendaron al SRI que financiara al proyecto ESP. Las primeras pruebas consistieron en testear la capacidad de individuos en adivinar objetos ocultos en cajas y sobres. Había más fallos que éxitos. Uno de los testeados fue Uri Geller, ilusionista de éxito mundial, pero no quedó en el proyecto. Hay dos respuestas sobre este punto. Una es que Targ lo descubrió haciendo trampa. La otra es que Geller estaba comprometido con la inteligencia de otro país.

Sin embargo, todo cambiaría con las apariciones de Ingo Swann y de ese asteroide beckettiano que fue Price.

3

Ingo Douglas Swann nació en 1933, en Telluride, un pueblito minero de Colorado. Sensible y solitario, sufre los golpes y los insultos que le propinan otros chicos. Desde los tres años ha tenido lo que él llama experiencias extracorporales. La primera, luego de que lo operaran de las amígdalas. «Las paredes se volvieron lentamente transparentes. Una luz rosada parecía pasar por encima de todo, y simplemente floté». Adulto, vive en Nueva York y se dedica a la pintura. No soporta a los bohemios neoyorkinos, todos captados, según él, por Marx y Freud, a los que tampoco soporta. A principios de 1970 llega a la Sociedad Estadounidense de Investigación Psíquica (ASPR), a la cual estará relacionado como experimentador hasta su despido en abril de 1972, porque descubren que es cienciólogo. Es probable que la homosexualidad de Swann haya molestado más que su adhesión a la Cienciología.

Ingo Swann

En una visita al laboratorio particular de Cleveland Backster (1924-2013), un interrogador de la CIA que en sus ratos libres buscaba ESP en flores y plantas, Swann le manifiesta su decepción porque su talento psíquico está desaprovechado. Backster le aconseja que se contacte con un tipo de la costa oeste: Hal Puthoff.

–Tiene una reputación muy prestigiosa –le dice Backster–. Ustedes dos podrían llevarse bien. A él también le gusta la Cienciología.

–No puedo estar con otro cienciólogo –dice Swann–. El mundo entero estará seguro de que hay un complot.

A pesar de lo dicho a Backster, el 30 de marzo de 1972 Swann decide escribirle una carta a Puthoff. El 4 de junio viaja por primera vez a California. Lo testean durante dos semanas, supera por mucho a los otros testeados, regresa a Nueva York y el 8 de agosto viaja por segunda vez a California.

Puthoff tenía acceso a uno de los sitios más infranqueables del planeta: el área del magnetómetro blindado del SRI que rastreaba resonancias de posibles explosiones nucleares. El hecho es que el 15 de agosto de 1972 Puthoff introdujo a Swann en el área restringida. Swann no solo movió la aguja, sino que también vio y dibujó el interior del magnetómetro encofrado en concreto y enterrado bajo tierra a nueve metros de sus pies. Enterada la CIA por las autoridades del SRI, citó a Puthoff. Otra versión es que fue el mismo Puthoff quien comunicó el experimento a la CIA. Importa poco. Puthoff quería llegar al corazón de la comunidad de inteligencia y lo había logrado.

–No nos preocupa que alguien haya movido la aguja –le dijeron en la CIA a Puthoff–. Nos preocupa que alguien haya podido ver lo que hay adentro.

La CIA resolvió a contratar a Targ y Puthoff. Kit Green, doctor en Medicina y jefe de la división de Ciencias Biológicas de la Agencia, sería el encargado de supervisarlos. El próximo paso de Green fue reunirse con Sidney Gottlieb, creador del MK-ULTRA y Director del Equipo de Servicios Técnicos de la Agencia. El objetivo del MK-ULTRA había sido estudiar el uso de LSD, hipnosis y aislamiento sensorial con el fin de manipular la voluntad humana, pero solo había conseguido torturar y enloquecer con LSD a una considerable cantidad de experimentadores. Por esto, Gottlieb era comparado con Mengele. Green le pidió a Gottlieb la información recopilada sobre los trabajos soviéticos que combinaran hipótesis de fisiología cerebral con las más diversas ramas de la parapsicología. Gottlieb accedió, y tras escuchar un breve resumen sobre las líneas básicas del nuevo proyecto, insistió con la utilización del LSD como potenciador de los visualizadores. El proyecto necesitaba individuos que estuvieran conscientes, sentenció Green. Gottlieb se dio cuenta de que el tiempo del MK-ULTRA se había agotado. 

Puthoff, Targ, Price y Green

Durante mayo, junio y julio 1973 se formateó el programa SCANATE (scan by coordinate, escaneo por coordenadas). En lenguaje de Puthoff esto era «abrir un canal perceptivo a través de grandes distancias». Todo empezó cuando Swann pidió a Targ y Puthoff que le dieran coordenadas geográficas para ubicar lugares. Green aceptó la innovación. Las experiencias se realizaron bajo el método de doble ciego y fueron remitidas a la CIA, que a su vez las remitió a un contratista privado para hiciera una evaluación. Targ y Puthoff recibían las coordenadas apenas segundos antes del momento del inicio de las visualizaciones. Sin mapas ni ayuda de ninguna clase, Swann y Price, grabados en video, consiguieron identificar áreas del desierto de Gobi, del océano Pacífico y de la costa oriental africana, entre otras. Lo que sigue es un escándalo mayúsculo que casi termina con el proyecto. Un agente de la CIA que Green no identifica le dio unas coordenadas para que se las pasara a Swann y Price. Era una broma para denigrar a los psíquicos más que a Green. Primero fue el turno de Swann. Ubicó lo que aparentaba ser un complejo plagado de antenas y radares. Delineó el perímetro, dibujó una casilla de seguridad con guardias. Siguió con las escaleras internas que se internaban a varios niveles bajo tierra. Green llamó a su colega y le informó sobre el resultado de la visión de Swann. El colega se rio. Le dijo que era imposible. Las coordenadas correspondían al lugar donde había construido una cabaña de su propiedad. Green estaba confundido. Le dio las coordenadas a Price, que fue más lejos que Swann. Vio todo lo que había visto Swann más tres carpetas sobre un escritorio con los nombres secretos de planes de vigilancia de satélites soviéticos. Ambos habían ubicado la base de comunicaciones de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), cerca de Sugar Grove en Virginia Occidental, algunos cientos de metros arriba de la cabaña. La CIA pidió a la NSA confirmación sobre la información visualizada. La NSA protestó. ¿Cómo se atrevían a espiarles hasta los escritorios? La CIA comprendió que había que pasar a objetivos operacionales. No mucho más tarde llegó la compensación: la NSA sería la primera agencia después de la CIA en contar con un destacamento de agentes psíquicos entrenados en el SRI.

El 9 de julio de 1974 la incursión de Price en el complejo secreto de Kazajistán es la primera acción psíquica contra un objetivo soviético. Un mes antes, sin embargo, Price había revisado mugshots durante horas en la sede del Departamento de la Policía de Los Ángeles, hasta que se detuvo en la de Donald DeFreeze, un radical afroamericano con antecedentes de robo y tenencia de explosivos. Price no solo había descubierto al jefe del fugaz Ejército Simbionés de Liberación que había secuestrado a Patricia Hearst, también dio la ubicación del auto usado en el secuestro. Pocas horas después la policía mataba en un tiroteo más que confuso a la mitad del ESL y DeFreeze se suicidaba. La heredera adolescente del imperio Hearst fue recuperada para el capitalismo algunos meses después.

Kress quiere conocer a ese hombre misterioso. Arregla una reunión con Targ, Puthoff y Price en un motel en las afueras de San Mateo. Cuando se encuentran, antes de que Kress abriera la boca, Price le dice:

–Usted es Kenneth Kress y trabaja para la CIA.

Ni Targ ni Puthoff pudieron haberle pasado a Price la información porque hubieran sido juzgados y encarcelados. Kress era un agente encubierto protegido por la Ley Federal de Espionaje.

Tras la visualización del complejo de Kazajistán la CIA llevó a Price a una granja en las afueras de Washington. Targ y Puthoff perdían a uno de sus dos mejores visualizadores remotos. Desde esa granja Price realizó una cantidad innumerable de operaciones de las que no sabemos nada. Pero todo para él acabará abruptamente.

Arthur C. Clarke

La tarde de 13 de julio de 1975, Pat Price fue recogido en el aeropuerto de Las Vegas por un amigo que lo llevó al Stardust Hotel. Al otro día, pese a la asistencia de los paramédicos, murió en la habitación del Stardust a las seis de la tarde. El amigo que lo acompañaba se encargó de cremarlo. El hospital le avisó a la esposa. Cuando la CIA se enteró de lo sucedido, Green viajó a Las Vegas a observar la habitación y el entorno. Pero ya no había nada sospechoso. Ni la policía ni el hospital consideraron que lo hubiera. Había sido un infarto. En realidad, todo es sospechoso. El supuesto amigo nunca fue hallado, primer hecho que cuesta creer. La muerte de Price, a falta de una autopsia, dice Green, se prestará eternamente a las especulaciones sobre un envenenamiento. Puthoff, sin dar mayores precisiones, enrarece más la historia diciendo que alguna vez oyó rumores sobre un escuadrón de la muerte del KGB operando en EEUU. Los hombres del SCANATE, y la CIA lo sabía, estaban debidamente fichados por el KGB. Entonces, ¿por qué dejaron que Price saliera de la granja sin vigilancia? Inexplicable. ¿Estuvo monitoreado por otro agente psíquico enemigo hasta que fue interceptado y envenenado? Para Targ no hay registros de esta clase de detecciones entre agentes, puntualicemos, humanos. Targ menciona que realizando él una visualización remota entró en un OVNI y vio una gran cantidad de cuerpos en camillas bajo luces ultravioleta. Se lo contó a Price, que le dijo que había estado en una bodega de almacenamiento de cuerpos y que había tenido suerte de no ser descubierto. Targ da por sobreentendido que fue la Agencia quien mató a Price. ¿La razón? Era un traidor. Pero sobre esto, más que constancias, solo hay vagas sospechas de que Price habría comentado algunas visualizaciones a los pastores de su iglesia. ¿Pudo no haber anticipado un gran psíquico como Price su propia muerte? Tal vez no necesitó anticipar nada. Porque no murió y siguió trabajando para la CIA en la niebla más profunda.

En 1977 las misteriosas esferas enterradas de Kazajistán aparecieron en una foto filtrada por una de las pocas fuentes de la CIA en la URSS. Eran «gores», reservorios de contención de partículas para derribar satélites. Una tecnología desconocida hasta ese momento en EE.UU. Eso era lo que estaban haciendo los soviéticos y había visto Price dos años antes.

El documental Third Eye Spies (2019), producido y protagonizado por Targ, se inicia con una melancólica peregrinación de este a la tumba de Price en el cementerio Valhalla de North Hollywood. Cuando finalmente llega a la tumba, marcada por pequeña placa de cemento solo con un número, Targ dice:

–Él merecía más que esto.

4

El extenso y completo informe de la DIA del 4 de febrero de 1980 que lista a todos los investigadores del Pacto de Varsovia ligados directa o indirectamente a la ESP y la psicotrónica es una muestra indudable de que el bloque soviético había arrancado desde mucho antes y de que su infraestructura de universidades, laboratorios e institutos, solventada por los estados, difícilmente hubiera sido siquiera nivelada. Green lo había comprendido tempranamente mejor que nadie cuando leyó los archivos que Gottlieb le había dado en 1972. Había que agarrar un atajo, y oponer la guerra psíquica a la guerra psicotrónica fue una astucia, rápida y económica, para equilibrar las fuerzas en una franja mínima pero muy oscura del gran tablero.

Para 1980 el original SCANATE se había ramificado en las inteligencias de las tres ramas militares y en la NSA y la DIA. Swann y Hella Hammid, una fotógrafa profesional free lance que Targ introdujo en SCANATE, adiestraron a los agentes psíquicos de la red.  Hammid visualizó el sillón donde se sentaba Brézhnev en su despacho del Kremlin. Cuando Targ viajó insólitamente a Moscú en plena guerra fría, se le permitió ver el despacho. Era, según Targ, el mismo que había visualizado Hammid. Targ dice que no le solicitó permiso a la CIA para viajar. Puthoff dice que si no lo hubiera hecho, Targ estaría hoy en la cárcel.

Los nombres de los programas derivados del ESCANATE fueron espectaculares títulos hollywoodenses: GRILL FLAME, STARGATE, SUN STREAK. El KGB estaba en conocimiento de todos ellos, pero los temidos ataques psicotrónicos no asomaban por ninguna parte. Esto influiría decisivamente en el destino final de los espías psíquicos tanto como el estado casi caótico en la que William Casey, el director de la CIA nombrado en 1981 por Reagan, encontró a la Agencia. Casey no podía creer lo que estaba viendo y escuchando. Por ejemplo, en El Salvador la CIA había cerrado la estación en 1973 y la habían reabierto en 1978, perdiendo cinco años de trabajo en un terreno donde operaba una guerrilla apoyada por Cuba. Las fluctuaciones de Carter con Libia, Irán y América Central expresaban dramáticamente los efectos del trauma de Vietnam. Los republicanos, con su letanía usual, lo acusaban de debilidad. El diagnóstico de que EEUU había perdido la iniciativa contra la injerencia soviética en todo el mundo era el que había puesto a Reagan en la presidencia. Pero también Reagan y Casey sabían que enviar tropas al extranjero causaría un desquicio considerable en casa y en el exterior. Lo que Reagan requería ahora, en general y de la CIA en particular, era más acción ejecutiva, y que fuera esencialmente encubierta. Casey, un duro entre duros, enfrentaría entonces el trauma de Vietnam y el riesgo de un desbarajuste interno o gestiones diplomáticas complicadas desde las sombras y a los tiros. ¿Qué era eso de las armas psicotrónicas? ¿Cómo se había perdido tiempo en investigar inescrutables hipótesis de transmisión de energía biológica? ¿Qué evidencia había de un inminente ataque checoslovaco o soviético en ese sentido? Para Casey, sponsor de la contra nicaragüense y del IranGate, entre otras gestas clandestinas, el espionaje psíquico no servía para nada. Dejó que esa excentricidad se fuera apagando sola.

Los documentos desclasificados de la CIA de 1981 a 1989 sobre visualización remota solo registran burocráticamente experiencias del laboratorio del SRI y las notas que el Washington Post, más preocupado que Casey por el tema, le dedicaba. A todo esto, en 1984 la Academia Nacional de Ciencias de EEUU había desaprobado los programas SCANATE y STARGATE por falta de rigor científico. Targ y Puthoff renunciaron al programa en 1985. El nuevo director fue Edwin May, un psicólogo que había sido incorporado en 1975 al SCANATE por Targ. La CIA le dio la tarea a May de reevaluar el proyecto. May, como pudo, lo defendió, y una noche fue ridiculizado en vivo y en directo, durante un reportaje televisivo en pantalla divida, por Robert Gates, el director de la CIA de 1991 a 1993, su jefe.

Entre todas las desacreditaciones suscitadas por las caídas de los regímenes comunistas, también estuvo la de la ESP, sus laboratorios, sus investigadores y sus psíquicos. Fueron las incipientes repúblicas liberales que Gorbachov y Bush padre habilitaron en la cumbre de Malta, no los núcleos ortodoxos sepultados bajo los escombros, las que arrojaron la ESP al tacho de la basura. Fue el principio del fin para la red de espías psíquicos.

Los que conocieron de cerca el SCANATE y el STARGATE coinciden en resaltar que las hazañas psíquicas que trascendieron de Price y Swann son la punta de un iceberg todavía no desclasificado. Sí se comentaron ampliamente dos detecciones exitosas de otros agentes psíquicos: un bombardero Tupolev piloteado por un desertor que se había perdido en África en 1977, y la del Typhoon en 1979, una nueva clase de submarino nuclear también soviético, realizada por Joseph McMoneagle, un ex veterano de Vietnam, adiestrado por Swann. El oficial a cargo de la CIA de este caso le dijo a McMoneagle que solo había tenido suerte. Era Robert Gates. Ambas detecciones fueron bajo la administración Carter, quien en 2016 dijo que el único hecho inexplicable que le había tocado vivir como presidente había sido la localización del avión soviético por una vidente de California. Se trató de una oficial del ejército que con la foto de un Tupolev y un mapa de África visualizó el avión en Zaire, actualmente República Democrática del Congo. Nada dice Carter del Typhoon, aunque McMoneagle dice que el ex presidente lo felicitó en secreto.

5

Para 1995 ya no había programas activos de espionaje psíquico en ninguna división de inteligencia estadounidense. La CIA había encargado un informe externo sobre las acciones de visualización remota a Ray Hyman, psicólogo de la Universidad de Oregón y a Jessica Utts, parapsicóloga y profesora de estadística en la UCLA. Hyman dijo que en un 99 % las visualizaciones remotas eran pura fantasía. Utts opinó todo lo contrario. La CIA quería escuchar lo que dijo Hyman. Ya no existía la mirada bifronte que oscilaba entre la seducción y el escepticismo. A partir de Casey la suerte de los agentes psíquicos había estado echada.

También en 1995, como signo de los nuevos tiempos, Cleveland Backster, el hombre que le había aconsejado a Swann contactarse con Puthoff, visitó a Rejdák en Praga para conversar sobre psicotrónica. En 1997 Rejdák vino a la Argentina para dar conferencias sobre «Psicotrónica e Infancia» en la Biblioteca Nacional, en el Centro Cultural Recoleta y en la Universidad del Hombre «Aluminé». Compartió cartel con Pedro Romaniuk, estrella de la ufología autóctona. Muy atrás habían quedado sus días de agent provocateur. Automáticamente olvidado él y sus armas asombrosas, Pavlita murió en 1991. Lo más interesante que dejó es el nombre clave que le había asignado la inteligencia checoslovaca: Mefisto. Swann, al fin de cuentas un freak que se perdió en el laberinto de su propia autosugestión, escribió una decena de libros que abarcan temas como sus experiencias en SCANATE y en STARGATE, sus viajes a una base extraterrestre en el Ártico y la historia de las apariciones de la virgen María. Murió solo en su departamento de Queens en 2013. Hacía tiempo que vivía recluido. Fue el verdadero performer de la visualización remota, un artista cuyo campo de acción no se ajustaba a su ansia de reconocimiento. Sobre Price subsisten novelas malas en la web y el misterio. Puthoff y Targ han escrito libros en los que defienden su proyecto y pregonan que la visión remota es un atributo natural del ser humano. Las energías, las fantasías y las pesadillas de todos ellos fueron tragadas por ese espacio psíquico en el que según Price lo más oculto de esta dimensión es lo que allí brilla más. Es nuestra mirada sesgada y prejuiciosa la que oculta las cosas, y ahí nacen y mueren nuestros criterios sobre la realidad. El materialismo reinante en ambos bloques no toleró el platonismo implícito de la visión remota. 

Para olvidarla la CIA embalsamó esta parte de su historia en una colección de catorce discos compactos que vende a US$ 140, cheque o efectivo. El capitalismo convierte en mercancía sus propias alucinaciones y persigue y asesina a sus propios demonios con la dudosa excusa de ser un dios falible. La guerra fría dio lugar a otras guerras y es un hecho irrebatible que los programas de vigilancia electrónica global, como ECHELON y PRISM, hicieron de la visualización remota un juego de niños en las ruinas de un parque de diversiones abandonado.

Ahora bien: ¿es posible que existan personas con poderes especiales? Sin duda alguna que es posible. El cerebro es un océano de enigmas irresueltos y la puerta hacia nuevos conocimientos permanece abierta.

Las filmaciones de Kulagina y Vinogradova moviendo fósforos o pelotitas que recorrieron el mundo fueron operaciones tan bizarras como las numerosas entrevistas de mitad de los ´70 que Targ y Puthoff brindaron a diarios, revistas y canales de televisión detallando un proyecto secreto para combatir al Kremlin. El mensaje de esas acciones de propaganda era el mismo: tenemos agentes que pueden descubrirlos o atacarlos sin mover el dedo meñique. Esta manipulación del miedo ante lo desconocido y de su revés, la fascinación sin nombre ni tregua de que lo desconocido provoca en la mente humana, fue el arma psíquica más poderosa de la guerra fría////PACO

Si llegaste hasta acá esperamos que te haya gustado lo que leíste. A diferencia de los grandes medios, en #PACO apostamos por mantenernos independientes. No recibimos dinero ni publicidad de ninguna organización pública o privada. Nuestra única fuente de ingresos son ustedes, los lectores. Este es nuestro modelo. Si querés apoyarnos, te invitamos a suscribirte con la opción que más te convenga. Poco para vos, mucho para nosotros.