Mundial 2014


Cristiano Ronaldo, la construcción de un villano


Portugal hizo agua frente a Alemania en el primer partido del Grupo G. Las redes sociales vomitaron una cantidad masiva de admiración por el juego asociado de los germanos, un arranque divino de atrás para adelante con mucha efectividad y estética. Pero también hubo un capítulo aparte para Cristiano Ronaldo, la única figurita cromada de la selección portuguesa y uno de los jugadores más detestados del mundo. El delantero del Real Madrid se llevó, como era de esperar, la mayoría de los insultos. No por haber jugado poco y nada, por el simple hecho de estar presente ¿Por qué lo detestan tanto?: ¿Por lindo, canchero y exitoso? ¿Porque tiene una novia, Irina Shayk, que raja la tierra? ¿Por millonario o por arrogante?

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La película El Luchador es una muestra genial de la galería de héroes norteamericanos. Mickey Rourke hace de un ex capo de la lucha libre vive en un remolque en el medio de la nada, toma merca de prestado, la hija lo odia y lo único que tiene es una consola NES con un jueguito de lucha que lo incluye como uno de los personajes. Su vida es una mierda total. Pero alguna vez fue un héroe, de esos que los chicos tienen como modelo a seguir detrás de la bandera yanqui y las golosinas repletas de azúcar. Como todo héroe necesita un villano, Randy The Ram (así se llama el bueno) tenía a The Ayatollah, un turco que se colgaba un traje con la bandera de Irán para pelear con maniobras sucias. La fanaticada noventera de los pueblos rednecks a los que apunta la película se volvía loca cuando el bueno, representando los colores yankis, le ganaba al malo, el villano de Oriente medio. Cuando la pelea terminaba los dos se encontraban en el vestuario, se daban un saque, se cagaban de la risa y volvían a sus ficticias carreras exitosas.

La Liga Española, una de las más falsas del mundo debido a su escasa combatividad y sus miles de partidos de mierda, tiene dos protagonistas obvios: el Barcelona y el Real Madrid. Lionel Messi viene siendo la estrella del primero, el modelo a seguir de miles de niños de todo el mundo que ven en la Pulga un ejemplo de vida: petiso malformado que se ligó un tratamiento doloroso y después de una carrera increíble rompió records, levantó todas las copas (menos una) y jamás perdió la humildad. Es difícil encontrar un solo rasgo de soberbia en Messi. Ni siquiera cancherismo. ¿Es normal que una persona que lo ganó casi todo sea tan humilde? ¿No será que en el medio hay una detallada construcción para que él, involuntariamente, sea el bueno? A pesar de la imagen de «equipo bueno» del Barça auspiciado por UNICEF contra el Madrid francocapitalista, el sueldo mayor de Messi lo paga la corporación Adidas.

Cristiano Ronaldo es increíble. Por pegada, estilo y efectividad, el goleador le pasa el trapo a todos sus pares en todo el mundo y los números lo demuestran: en 92 partidos jugando con la casaca del Real hizo unos cien goles, es el cuarto máximo goleador del club y con 29 años le sobra tiempo para quedar como el más grande. Viene de salir campeón de la Champions y se llevó el Balón de Oro 2014, rompiendo la seguidilla de Messi. Verlo jugar, para los que nos gusta ver jugar, es una delicia para los ojos, aún jugando contra equipos dignos de la Primera C argentina. La comparación con Messi: son los dos mejores.

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La veta mediática de Cristiano Ronaldo siempre lo mostró como un canchero de esos que siempre odiaste, los que te boludean en el club porque tenés dos rollos de más. “Soy el primero, el segundo y el tercero”, dijo en 2008 a un diario brasileño cuando le preguntaron si se consideraba el mejor del mundo. En el terreno de las publicidades esa construcción se agiganta. “Pasa al siguiente nivel” es un increíble spot de Nike, también de 2008, que muestra la evolución de un jugador del Arsenal en primera persona. Cuando este se enfrenta al United cae al piso y se come un besito de Cristiano que acaba de meter un gol y lo quiere gozar. En las últimas publicidades de la misma marca pasa lo mismo: un montón de pibes de potrero se transforman en estrellas, él aparece haciendo alarde de lo buena que está su novia y lo zarpados que son los botines que lo sponsorean. Está peinado hasta cuando corre durante una hora y media. Transpira de una forma que lo hace verse bien. Tiene un cuerpo perfecto y siempre encuentra un motivo para mostrar su torso desnudo. Todo eso genera una bronca irresistible. De tildarlo de puto, de gritarle que no existe, de festejar las pocas veces que comete un error ”Me encanta que me abucheen”, respondió cuando arrancó a jugar en el Madrid.

La arrogancia desmedida de Cristiano Ronaldo no es una casualidad. Es una imagen finamente construida a modo de respuesta. La marca de las tres tiras hizo de Messi un totem gigante de la humildad y el perfil bajo. Un bueno. La marca de la pipa se vio sin lugar para proyectar lo mismo entonces le dobló la apuesta: un canchero de oro que cuando hace un gol se señala a él mismo en vez de besar el escudo de su club. La mayoría va a aplaudir al bueno, pero un montón siempre van a preferir al malo. Ser malo vende casi lo mismo que ser bueno. Los nenes siempre van a querer el muñeco de He Man y el de Skeletor.

El documental El Mundo Secreto de La Lucha Libre es un pantallazo genial de uno de los espectáculos más convocantes de Estados Unidos en los 90’, una especie de teatro de revista que en vez de vedettes tiene atletas pasados de anabólicos que luchan entre sí por un título inexistente en medio de una historia disparatada de buenos y malos. Algunos chicos mueren por tener la remera de Sting, el bueno, el rockero, el que mejor pelea, el que salva las papas al último momento. Pero los que acostumbran hacer bully en la escuela y se fuman su primer pucho a los trece quieren el autógrafo de Stone Cold Steve Austin, el que cancherea, habla de más y siempre quiere figurar. El marketing construye a uno bueno y uno malo, al final ellos terminan en el backstage cagandose de risa de los demás, son los mejores y eso no se lo saca nadie/////PACO