Julián Paredes me pasa esta nota: Riding with the Stars: Passenger Privacy in t he NYC Taxicab Dataset («Viajando con las estrellas: la privacidad de los pasajeros en la base de datos de los taxis de Nueva York»). La cosa es sencilla: una persona se puso a revisar datos públicos de los viajes en taxi en Nueva York que fueron obtenidas a partir de una petición amparada en la Ley por la Libertad de la Información (FOIA) del estado de NY. La información debería estar anonimizada pero la ingenuidad con que fue encarado ese proceso permitió revertirlo con facilidad. Luego, con toda estos datos, ¿qué pasaría si te sentás a cruzarlos? Mirás blogs de chimentos, fotos de famosos subiendo a un taxi (tomando nota de patente o número de chofer) o simplemente te fijás el destino final de los viajes a partir de una ubicación bien conocida.

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¿Y si miramos los viajes en taxi de la salida de un cabaret? Hasta ahí nada, los pasajeros transportados son anónimos. ¿Pero si a partir de esa base de datos pública miramos el destino de los viajes en taxi?. De repente tenés una dirección de una casa dónde terminó la persona que salió de un lugar X. Esto fue lo que pasó con Larry Flynt’s Hustler Club, garito que está en una zona aislada en el famoso barrio Hell’s Kitchen, en Manhattan. Se pudo ver que desde allí había una gran afluencia de taxis que volvían de madrugada.

Gracias a la precisión del GPS podés saber dónde viven o pasan la noche los clientes que visitan el cabaret de moda. Se terminan las excusas cliché: «fui a jugar al fútbol con los pibes», «me quedé hasta tarde en la oficina» o «cené con un cliente»; ahora las esposas geek podrían ver de dónde vinieron los taxis que estacionaron frente a sus casas. Pero al margen de lo anecdótico, la falta de privacidad de datos está dejando en evidencia que, si pretendés vivir de manera anónima como en el siglo xx, fuiste.

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El Gran Hermano es tan violento como fascinante. Sin ir más lejos, propietarios de celulares con sistema Android entren a Google Location History. Si su celular se encuentra asociado con una cuenta de GMail (el 99% lo esta) van a poder descubrir que TODOS sus movimientos están registrados. Antes de seguir aclaramos que son datos privados (sic), a los que sólo se puede acceder con el password de tu cuenta de gmail. Pero mientras veíamos la cantidad de datos que están dando vueltas por ahí nos preguntábamos: ¿El periodismo entiende lo que está pasando?

Sin dudas el mainstream del periodismo todavía siquiera se enteró de esto. Sigue pensando a la profesión con variables del siglo XX, incapaces de imaginar que la búsqueda de información corre por otros canales. Sin ir más lejos, el periodismo jamás dio cuenta de algo que tuvo sobre sus ojos: expedientes judiciales de causas relacionadas a la dictadura militar. Mapa76 lo vio: tomaron información pública que había estado bajo el escrutinio de infinidad de personas, pero la pasaron por un parser distinto. Segmentaron data de una manera que jamás se había hecho.

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Con una parcialización diferente Mapa76 vio que a través de los expedientes podían empezar a relacionarse fechas, nombres propios, lugares. Wikipedia de hecho funciona así, cada sustantivo o verbo tiene un link. Hasta ahora cualquiera podía tener acceso a expedientes judiciales, pero todos eran vistos por una mirada humana particular. Con el advenimiento del “BigData” y sus herramientas aparecieron tramas ocultas de la información, emergió un relieve hasta ahora imperceptible.

«Estás amenazandolos, no es sólo una forma de hacer negocios diferente (…) Matás su medio de vida, sus puestos de trabajo. Estás amenazando el modo en que se hacen las cosas (…) Son dinosaurios. Van a estar sentados con su culo gordo, pero todavía tienen el poder de bajar la palanca», le dice John W. Henry (Arliss Howard) a Billy Beane (Brad Pitt), antes de ofrecerle ser el Manager de los Red Sox de Boston. La viuda embarazada vuelve a nosotros como un fantasma cada vez que hablamos de periodismo digital.

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Está claro que el periodismo del siglo pasado -que maneja la agenda setting- no comprende (ni le interesa) las posibilidades que ofrecen a la profesión los lenguajes digitales; no aquellos orientados al consumo, sino a la producción. Programar no sólo es escribir código para producir nuevos ambientes vacíos de información, también es el camino para crear las herramientas que permitan leer estas tramas ocultas, relaciones y patrones que emergen cuando se puede analizar un volumen de datos desquiciado para cualquier mente humana. Podemos dar fe de eso porque sino los dueños de los medios estarían poniendo guita para que se pueda trabajar en esa dirección. Tal vez sean los paparazzi en ser los primeros que entiendan que no es una amenaza, que existe una forma nueva de buscar información disponible. Eso sí, nuestros hábitos para escapar del Big Brother también deberán saber cómo transformarse.///PACO