Hacia el mediodía del domingo 15 de noviembre de 1992, el odontólogo Ricardo Barreda asesinó a su familia. Con una escopeta española marca Víctor Sarasqueta calibre 16.5, mató a su suegra, Elena Arreche, a su mujer, Gladys McDonald, y a sus dos hijas, Cecilia y Adriana. Años después, Barreda contó que ese domingo estaba yendo a buscar unas herramientas cuando encontró la escopeta: “afuera del bajoescalera, entre una biblioteca y la puerta, estaba la escopeta parada. Los cartuchos, al lado, en el suelo, en una caja, y así habían estado desde hacía mucho tiempo. Y… Bueno, fue extraño. Sentí como una fuerza que me impulsaba a tomarla. La tomo, voy hasta la cocina, donde estaba Adriana, y disparo.” Después de masacrar a las mujeres con las que vivía, el odontólogo intentó arreglar la escena del crimen para que pareciera un robo. Recolectó los cartuchos usados, desacomodó muebles y desparramó papeles. Luego salió en su auto y descartó la escopeta en un canal de Punta Lara, cerca de Ensenada. Hacia medianoche, de regreso a su casa, llamó una ambulancia. Ya de madrugada, en la comisaría de la seccional 1, le confesó su crimen al comisario Ángel Petti. La casa de la Calle 48 entre 11 y 12 de la ciudad de La Plata, donde vivían asesino y víctimas, todavía existe.

Elena Arreche, Gladys McDonald, y Cecilia y Adriana Barreda.

Los días 7 y 14 de agosto de 1995, Barreda, con una serenidad llamativa, contó cada detalle del homicidio múltiple a los jueces que integraban la Sala I de la Cámara Penal de La Plata. El perito Bartolomé Capurro señaló que Barreda padecía de “psicosis delirante.” Pero el diagnóstico no fue convalidado por los jueces y se lo condenó a reclusión perpetua, por triple homicidio calificado y homicidio simple. El 23 de mayo de 2008 Barreda salió de la cárcel de Gorina bajo el beneficio de la prisión domiciliaria para vivir en Belgrano con su novia Berta Pochi André a quien había conocido por carta mientras cumplía su condena. El 29 de marzo de 2011, después de algunos episodios polémicos en que rompió su detención domiciliaria, la misma Sala I de la Cámara Penal le otorgó la libertad condicional. Enfermo de Alzheimer, separado de Berta, Barreda murió de un paro cardiorespiratorio a los ochenta y tres años el 25 de mayo de 2020 en un geriátrico del partido bonaerense de General San Martín.​

Más allá del periodismo y los libros que se escribieron sobre su persona y sus actos, el accionar asesino de Barreda nunca quedó del todo claro. Los motivos pueden especularse: cansancio, frustraciones, un profundo sentimiento de humillación, una vida de agresiones y privaciones afectivas… Pero ¿por qué matar a todas las mujeres de su familia? Hay miles, millones de hombres que llevan una existencia como esa y, aunque fantasean, jamás matan a su mujer, a su suegra y a sus hijas. ¿Por qué mató Barreda? ¿Por qué pasó al acto? ¿Fue un estado real de enajenación? La declaración que hizo, famosa, parece ir en ese sentido: pasó algo extraño, sintió una fuerza. Sin embargo, después de quitarle la vida a sus mujeres es poco conocido que Barreda se fue al zoológico, luego al cementerio, según su declaración “a visitar a sus padres”, y más tarde a un hotel por horas con Hilda Bono que era, en ese momento, su amante. Hilda Bono aparece como un personaje secundario y poco explorado de esta historia. Astróloga y vidente natural, ocasional tarotista, trabajaba de cobrar sus consultas esotéricas y había conocido al odontólogo hacía mucho tiempo. La relación que mantenían era cordial. Es muy posible que se hayan enamorado. ¿Por qué Barreda no dejó a su familia, entonces, y se fue con ella?

Después de la masacre, la casa de la calle 48 fue judicializada y abandonada. Su frente aún se puede ver vandalizado por militantes y colectivos feministas. A lo largo de los años, grupos políticos de diferente extracción presentaron en la legislatura platense proyectos para convertir el inmueble en un centro cultural o en un espacio de asistencia a las víctimas de la violencia de género. En algún momento, uno de esos proyectos logró media sanción de ley y este año, después de una década de gestiones, Estela Díaz, la ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires, confirmó que la casa será transferida a la Municipalidad de La Plata para que ahí comience a funcionar un lugar de atención primaria. Ese destino se terminó de definir a partir de un fallo del Juzgado Contencioso Administrativo N° 3 de La Plata, en sintonía con la ley provincial N° 14.431, promulgada el 27 de diciembre de 2012.

Carmen Diagésio, militante feminista y astróloga, firmó algunas de esas peticiones y acompañó ese proyecto. Pero, aparte, hacia el año 2013, escribió y publicó en la web un informe detallado donde se examinaba el caso Barreda en relación a los astros. Diagésio señalaba que Bono había asesorado a Barreda sobre el mes, el día y hasta la hora en que convenía matar a las mujeres de su familia. ¿Cuál era la base lógica de esta denuncia? Lo que nace el 15 de noviembre pertenece a escorpio, un signo zodiacal potente y audaz. Se suele decir que lo que nace bajo la influencia de escorpio — desde los hombres y las mujeres a los países y las instituciones — viene al mundo con un “gran deseo de pelear y dar pelea.” Escorpio siempre está listo para afrontar los obstáculos sin temor ni dudas. Escorpio no siente miedo y su estado de ánimo natural es una gran confianza en sí mismo que lo ayuda a superar las dificultades. Se trata de un signo intuitivo y decidido. “Desde un punto de vista astrológico — escribe Diagésio — , Barreda no podría haber elegido un día mejor para matar a su familia. Para cualquier persona con conocimientos básicos de la influencia de los planetas en la Tierra resulta evidente que el accionar homicida del odontólogo no pudo no estar orientado y asesorado.” ¿Casualidad o premeditación? Diagésio no da lugar a esa duda. Basándose en sus saberes llega incluso a remarcar que Hilda Bono debería haber sido incluida en la causa como cómplice. Desde un punto de partida similar, pero llegando a diferentes conslusiones, el escritor platense Gabriel Bañez trabajó con la carga esotérica del crimen en su novela breve Octubre amarillo, publicada por editorial Almagesto en 1994.

Más allá de la premeditación esotérica, la visita al zoológico, al cementerio y al albergue transitorio componen una serie de un magnetismo y un misterio particulares. La ciencia, la muerte y el sexo. Matar, ver animales, pasar revista a las tumbas de la ciudad, desahogarse en la carne. Hay demasiada información en esas opciones, más allá de los astros, las lunas y los planetas. Sin misticismos extremos, entiendo que en esa seguidilla reside el secreto, cuya resolución parece hoy imposible, de los asesinatos del 15 de noviembre.

De su contundente prisión perpetua, Barreda solo cumplió dieciséis años en forma efectiva. Si la hipótesis astrológica es acertada no puedo decirlo, pero la tranquilidad, bien documentada, de Barreda frente al hecho consumado siempre me resultó el producto evidente de un alivio. Esto no quiere decir que haya sido un acto planeado ni tampoco espontáneo, sino más bien subraya que la libertad, en los quehaceres oscuros o diáfanos del hombre, nunca se presenta de formas fácilmente asibles por nuestro pobre entendimiento mundano.///