Italia se prepara para enfrentar a Costa Rica. Viene de ganarle en el debut a una Inglaterra que sigue siendo candidata, que tiene talento, que juega en bloque y que no tuvo suerte. Rooney podría haber marcado con claridad al menos una vez. Sterling, con apenas diecinueve años, hizo un partido excepcional. Pero el resultado es justo. Italia pegó dos tiros en palo y travesaño, y a Balotelli le sacaron un gol de elegantísima definición que prácticamente ya estaba dentro del arco. A los ingleses les faltó decisión, incluso ganas.

Costa Rica, por su parte fue la gran sorpresa ganándole de forma contundente a un Uruguay desdibujado, verbigracia, deprimido. Ahora va a enfrentar a Italia conociendo el resultado de Uruguay-Inglaterra que juegan un día antes. Con algunos empates de por medio, Uruguay e Inglaterra podrían quedar eliminadas… Lo cuál no estaría nada mal.

Italia

El viernes, si pesa la tradición, Italia tendría que dominar el partido. Pero ¿de qué está compuesta esa tradición? Prandelli para el equipo con Balotelli como único nueve de área y un combinado de volantes comandados por Andrea Pirlo. Lejos del arrebato injustificado que los argentinos le adjudican a los italianos, este equipo azul sabe mirar y espera. Y todo este bla bla bla de periodista deportivo oligofrénico es para decir una sola cosa: Andrea Pirlo es ya para mí el jugador más interesante del mundial. El otro es Balotelli. Y el tercero es Lavezzi, que le metió una cachetada nocturna a uno de los masajistas del plantel argentino, demostrando que en algo al menos esa selección está viva. Objetivamente, Ochoa, el arquero de México, también entraría entre los mejores pero esta nota no es objetiva. Es una nota sobre la tradición y sobre como las tradiciones nos determinan, nos anulan y nos potencian.

Se habla de un nuevo fútbol italiano. La verdad es que Andrea Pirlo tiene ya treinta y cinco años, acentuados por su barba y por sus sobrenombres. Pirlo es El arquitecto, El profesor, Mozart, El Metrónomo. Sobrio, austero, eficiente, eso no le impide decir que el mejor invento después de la rueda fue la PlayStation ni ponerse la máscara de un monstruo para atender a un periodista, en un chiste doble, primero por la excentricidad pero segundo por el contraste.

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Pirlo tiene estilo, experiencia. Sabe controlar la ansiedad propia y contener la de sus compañeros. Sabe como pensar un partido. Su equipo no sufrirá las lagunas tácticas a las que nos tienen acostumbrados el fútbol. Podrá ser superado en estrategia, en físico, en precisión y en suerte, desde ya. De hecho, Italia tiene rivales de peso en este mundial que nos entusiasma por sus goles pero en el que aun todo está por decirse. Holanda y Alemania se perfilan como candidatos. Y México demostró que puede sacar a cualquiera del torneo. (Brasil, desde mi perspectiva, o crece o se deshace, y creo que va a ser lo segundo.)

Mientras tanto Pirlo es un hombre de base, un jugador confiable. Es el tipo que todos los delanteros del mundo quieren ver cubriéndoles la espalda cuando pierden una pelota, o del que saben llegará el pase justo cuando corren hacia adelante. Paul Scholes, el mediocampista del Manchester, dijo de él: “Dale tiempo y te destruirá.” Y frente a Inglaterra, Italia simplemente se inventó todo el tiempo del mundo.

Argentina no tiene nada así. No tiene un pasador con autoridad, un estratega, un caudillo serio y carismático. Por eso se hace muy difícil la comparación entre esta Italia, que juega en el peor grupo, con esa mezcla de wachiturros y millonarios neo-adolescentes, tipos desabridos, inmaduros, que parecen estar pensando todo el tiempo en las propagandas de Activia y en los millones que les puede pagar un torneo breve y olvidable en Qatar.

Se dice ahora que Sabella no tiene autoridad y es real que Messi lo desafío y, mire como se lo mire, lo sepultó en la conferencia de prensa posterior al incómodo partido contra Bosnia. Al mismo tiempo, Cesare Prandelli puede ser desordenado. Pero la línea de mando resulta clara y definitiva. “Pirlo es la combinación perfecta entre un guerrero y un artista” dijo Javier Alcácer. “Mascherano es operador de una fabrica mientras que Pirlo es un artesano de los de antes, con un oficio, un herrero que trabaja el metal, que usa la soldadora y que te puede además, de yapa, partir un fierro en la cabeza” dijo Patricio Erb. “Tienen un viejo emotivo y un negro con problemas de conducta. Yo no pido más” comentó Carlos Godoy sobre Italia.

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Es probable –porque todo es probable en estos tiempos extremos– que Italia no llegue a la final. Pero en ese caso, Andrea Pirlo se irá con todas sus banderas lombardas flameando por arriba del perenne hedor a vegetación podrida de Brasil. Volverá sus viñedos y a pensar su retiro frente al fuego. Y lo van a perseguir como fantasmas dulces las jugadas que no fueron y las que sí. Recordará goles. Se dejará ver en la cancha brumosa de la Juventus. Escribirá tal vez algún libro más. Quizás sobre la chimenea de su finca de Brescia se vea una foto donde levanta una copa redonda y dorada. Quizás no. Pero los italianos dirán con respeto y una sonrisa: “en esa casa vive Andrea Pirlo.” No me culpen si le doy a la selección de la tierra de mis mayores el amor que la selección argentina no me genera.///PACO