Por Marcos Zurita (@lunesfelices)

Antes de la explosión de la autoayuda, los problemas de la vida moderna los resolvía el médico o el cura, según el caso.

Hoy ya no. Hubo un movimiento extraño: se retiró el saber de las instituciones clásicas y se pasó al individuo. La curación está en uno, como bien lo marcaba la publicación pionera de los newagers argentinos, que se llamaba (se debe llamar aún) UNO MISMO.

Del lado de la medicina, la vertiente psicosomática , una especie de No Man Land de la psiquiatría y la psicoterapia, cruzó las fronteras de la complejidad hasta llegar a conclusiones simples y temerosas “uno mismo es la etiología del asma, el colon irritable o el cáncer”. El otro lado de esa luna es que si uno mismo puede enfermar, uno mismo puede sanar. La idea de un ser todopoderoso que habita el interior (más cerca de la semejanza que de la  imagen de Dios).

El siguiente paso fue hacerse amigo del nucleo enérgético del uno mismo, mantenerlo en el lado soleado, evitar que se vaya para el barrio de Darth Vader. Y entonces, se establecen las prácticas new agers. Meditación, yoga, fen shui (??), macrobiotica, etc.

Luego de la instalación de las prácticas y su fracaso en alcanzar la plenitud, vino la vuelta a la Respuesta Total. El pensamiento religioso (reencarnado en una forma liviana y capitalista) como el vestido de sentido necesario para sostener la eficacia del unomismo. Cuando empieza a fallar el individuo, se cocina una masa de individuos conectados a través de valores lo suficientemente cómodos de abrazar. Meditación colectiva. El gurú que da paz y atiende el celular.

¿Y después? Cuando todo este espiral se vuelve insufieciente, reaparece la medicina (reencarnada en una forma liviana y capitalista). El unomismo necesita ir al psiquiatra, porque por más que hace yoga y cambió de orientación la cama, no puede dormir y tiene ataques de pánico.

Aparece la medicación y junto con ella, el problema del estigma del psicofármaco como la pastilla que te controla. ¿Cómo resolver la tensión entre el unomismo y la solución que viene de afuera? ¿Cómo hacer propia la pastilla?

El laboratorio tiene dos aliados para resolverlo: la publicidad y los speakers (profesionales hábiles conferenciantes que dan charlas sobre productos, llevando las riendas hacia lo que pida la demanda del momento). Dejando los speakers para otra ocasión, vale la pena ver el cambio en la gráfica del ansiolítico más conocido, el clonazepam (Rivotril, “el rivo”).

1. Publicidad de fines de los 80’s/ principio de los 90´s

rivo1

La foto de una joven salida de la banda del golden rocket, campera de jean nevada, montada en un caballo (o un burro?). Sonríe. La voz autorizada testimonia “Hace un mes ella tenía miedo de salir a la calle”. Un formato clásico de la publicidad médica: el antes y después de la medicación que incluye los diagnósticos sobre los que actúa. Bien claro: enfermedad →  medicación → sanación.

2. Misma época

rivotril2

Otro exponente del clasisismo. Un montaje melodramático (la foto de la mujer en  la mano). ¿Está muerta? No, tiene ataques de pánico. La mano quiere ayudarla, que la foto vuelva a la vida y eso es justamente lo que va  hacer el Rivotril. Se indican diagnósticos. Y se hace pelota a la competencia (alprazolam – ALPLAX-) mediante citas de trabajos que usualmente resultan sesgados.

3. Fines de la primera década del siglo XXI / comienzo de la segunda

rivo3

Desaparece el modelo de enfermedad. No hay diagnósticos. No hay citas de papers. No hay fotos de personas. Fueron reemplazados por el dibujo de una mujer vestida de blanco, montada sobre una postal de naturaleza  de secretaría de turismo.

La palabra que aparece más grande es : Equilibrio. El único slogan: “ecosistema: una unidad dinámica”. Y ahí está resuleta la tensión. Volvemos a la UNIDAD, al unomismo, incorporando como propio (natural) el fármaco.

4. La tendencia (fines de los 00’s, principio de los 10’s)

roemmers (4)

Ésta es la portada de un cuadernillo de publicidades de la línea PSI de otro laboratorio (Roemmers, otro día hablamos de Roemmers que tiene cosas increíbles). ¿Qué palabra resume el objetivo terapéutico? EQUILIBRIO.

No hay fotos de personas sino una silueta abstracta en posición de loto mientras los rayos del alba se le vienen encima.