Música


Los sonidos de la década (parte 4)

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Babasónicos – Infame (2003) /Por Soledad Valdez/@___Samira___

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Hace diez años, los Babasónicos derribaron a su auto-rival conocido como Jessico. Bien podrían haberse quedado con esa joya lanzada para los inicios del segundo milenio y retirarse de los escenarios con toda la gloria. Pero prefirieron seguir e hicieron uno de los diez mejores LP del Rock latinoamericano de todos los tiempos. Crearon la infamia-sonora y la hicieron bailable, seductora, rítmica y provocadora.
El disco abre con un fuego pasional y la culpabilidad de un amor demente. La voz de Dárgelos se transforma en el reflejo de una locura escandalosa. Ahí, los acordes dibujan un camino recorrido intrépidamente. Después, una escena de conquista inquietante y una alegría de praderas que huelen a marihuana, le llena la boca de humo a bellas jovencitas que se ríen a coro.
Por otra parte, la música que se despliega en “Pistero” bien podría haber sido el segundo soundtrack del baile de Stifler en la discoteca gay. De hecho, los Babasónicos podrían haber sido los espectadores de la escena en vivo y en directo. Aunque también, el desdoblamiento sonoro puede crear la imagen mental de un surfer de acordes rockers, que muestra sus destrezas influenciado por la música infame. Más adelante, ese bailarín que “ha sorprendido a la concurrencia con gran destreza y combinación” perdió la chispa y está en una fiesta sin su diablo como zombie sin hambre y camina solitario al borde de una manifestación. Ambos panoramas enmarcados por acordes bailables y ondulantes.
Dentro de los poco más de cuarenta minutos del séptimo disco de la banda, hay un espacio dedicado al no-romance bajo el título de “La puntita”. Picaresco, puede interpretarse como “el himno del chongo”. Ese muchacho que dice “acéptalo, no estamos para el romance, entreguémonos al trance”, encarna bajo los sonidos de un bolero-rocker el personaje de un libertino sofisticado. La figura femenina, sensual y aniquiladora, hace su aparición cuando suena “putita”. Una mujer que derrocha belleza en demasía, rozando el límite de lo espeluznante. Una hermosura hipnótica, capaz de petrificar a cualquiera con tan solo mirarla al pasar, se mueve entre sonidos digno de la puerta de entrada al limbo.
El regocijo del manoseo lisérgico, con una voz robótica, habla de tetas, culos, piernas largas y sexo popular. En un tono similar de desfachatez, sumado a un cuasi-romanticismo, llega “Curtis”. La sutileza de un Casanova se escucha con tonos lentos, junto a un coro de caballeros que parece ser el grupo de amigos que está le hace el aguante en lo que dure la conquista. El descaro alcanza su máxima expresión cuando Dárgelos se atreve a mirar a la novia de su prójimo y se pone el traje de Rockstar para lograr total impunidad.
El álbum hasta en su lírica más turbia resulta admirable: en el cuarto tema, una burbuja de amor oscuro muestra en su interior una escena en la que un joven le canta a su novia mientras ella mira por la ventana. Mientras tanto, vuelan fotos grises de momentos felices alrededor de ellos, y estallan cristales de rosas rotas, que se convierten en humo de soledad. Luego, dentro de un ambiente tétrico, un mareo febril mata lentamente a un joven abandonado, que despedazado por la ausencia, da su cara contra el piso como final a la caída del abismo.
Finalmente, entre tantas tonalidades infames, existe una propuesta extraordinaria de amistad, un viaje al corazón de la basura con una entonación hacia la libertad y un paseo por los alrededores de Plaza Miserere finalmente lleva el Rock and Roll al hogar. Infame: un LP que abre con un fuego pasional; se pasea por praderas con olor a marihuana; surfea entre acordes rockers; se pierde y se encuentra atreves de sonidos ondulantes; crea un bolero para musicalizar el libertinaje; le abre la puerta de entrada al limbo a una putita; manosea culos y tetas; seduce cual Casanova; mira a la novia ajena; da un suspiro con sofisticadas tonalidades oscuras; ofrece una amistad extraordinaria; viaja hacia el corazón de la basura y se pasea por el barrio de Once. Logró ser nominado a los Grammys. Fue elegido como “mejor disco del año” en reiteradas ocasiones. En los Premios Gardel ganó en las categorías “mejor grupo de rock”, “tema del año” y “video del año” por “Irresponsables”, “grabación del año”, “producción del año” y “Gardel de oro” por “álbum del año”. Un disco prodigioso por donde se lo mire, tal es así que está dentro de los “diez mejores discos de Rock latinoamericano de todos los tiempos”, y además es uno de los sonidos de la década.///PACO