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Desde su título, José Retik propone en su novela Los extraestatales una revisión de la ciencia ficción contemporánea. En el siglo XXI, de esa contemporaneidad hablo, los aliens ya no disputan el planeta Tierra sino que es el Estado, construcción del Heimlich y el Unheimlich, el que atraviesa el discurso de la aventura frente al otro. Lideres crueles y manipuladores, androides nobiliarios o aristoautómatas, científicos y falsificadores, monstruos que se vuelven empleados públicos, enanos, neurólogos y revolucionarios son apenas algunos de los personajes que habitan la ciudad o región de Ibídem sobre la cual, con títulos como Paraíso Mórbido o Parque de frustraciones, los diferentes capítulos de la novela van confeccionando un rompecabezas rápido y fluido. Los extraestatales tiene varios comienzos o introducciones, la primera es una anécdota de la historia de la salud mental, y luego se desencadena una serie de idas y vueltas sobre el control político, donde la ciencia, el entretenimiento y la tecnología de la información van atados al control o a la subversión. En el capítulo Carga viral, el tecnócrata Ortega, el doctor Brugmansia y el filósofo Fructuoso diseñan un virus que genera “desánimo y frustración entre los autómatas revolucionarios.” José Retik nació en La Plata en 1969. Publicó ¡Araca Lacan! con Luis Alposta, Lo que nunca se dijo en colaboración con Pipo Cipolatti y el Diccionario de Psicopatología Fantástica. Fue productor del documental Rompenieblas, una historia de psicoanálisis y dictadura y del cortometraje Sifreddi, el sodero de la muerte y director y guionista de la serie televisiva La locura en Argentina

¿Por qué la novela empieza con una anécdota psiquiátrica?

La respuesta más sincera que puedo darte es que no tengo la menor idea.

¿Pensás que la ciudad de La Plata, como núcleo burocrático de la provincia, puede ser leída o influyó en la novela?

Obviamente influyó, soy platense. Pero no tiene ninguna connotación política con el gobierno anterior y menos aún con el actual. Tendría más que ver con un estado mental sin localización geográfica.

Se nota una influencia de Alberto Laiseca tanto en trama como estilo, y también de la ciencia ficción más lírica, como Philip K. Dick. ¿Sos lector de Laiseca y de Dick? ¿Por qué? ¿Qué te llevó a ellos?

Fui varios años al taller de Laiseca, como tantos otros. Allí empecé a escribir Los extraestatales. De hecho, le leí la primera parte y le gustó mucho. “Te inventaste tu propio nazismo”, me dijo. Él detestaba a Franco, a Hitler y a todo lo que pudiera parecer tiránico. Tanto detestaba ese tipo de “personajes” que muchas veces hacía imitaciones. Sobre todo, de Franco. En Los Sorias encontré y sigo encontrando algo que me resulta familiar. De chico jugaba a hacer guerras entre Estados Unidos y la Alemania Nazi. Mi abuelo —que vino de Kovel, actualmente Ucrania— me contó detalles de lo que pasaba en los pueblos y en los campos de concentración. Me acuerdo de que tenía siete u ocho años cuando recibía esa información. Tal vez como una forma de procesarla fue que empecé a matar hormigas con petardos en navidad y a construir cementerios de moscas, a las que enterraba en cajitas de fósforos. En cuanto a la novela, podría decirte que quien más tuvo que ver con que la escriba fue Ricardo Strafacce. Él me dio sugerencias claves para armarla. Ahora bien, yo no veo tanto la influencia de Laiseca. Es imposible parecerse a él y no tendría demasiado sentido intentarlo. Matias Raia la relacionó con el new Weird, otros la definieron como una leyenda lisérgica. Lo cierto es que cada lector se arma su propia novela. En criollo sería “cada uno se hace su película.” No creo mucho en las etiquetas o en la necesidad de establecer genealogías obligatorias. Hay intertextualidades, eso sí. Vos me preguntabas por Dick pero yo te contesto con Daniel Guebel, Raymond Queneau, Joris-Karl Huysmans, Wilcock, H.G. Wells, Arlt, Bioy, Macedonio, Kafka, Flaubert, Horacio Quiroga, Frederik Pohl, Bellatin, Jorge Di Paola, Libertella, Fogwill, Farrés, Luppino, y podríamos ir a un bar y te seguiría dando nombres.

¿Qué otros escritores argentinos leés o relees?

Algunos ya te los dije y otros que no te dije son Borges, Aira, Copi, Lamborghini, Bizzio, Strafacce, Briante, Becerra, Marcelo Cohen, Ricardo Colautti, Eduardo Ladislao Holmberg, Roberto Jacoby, Lugones, Leónidas Lamborghini, Discépolo y Luis Alposta,  entre otros. Últimamente me gustaron los ensayos Tecnología y barbarie de Michel Nieva y  Roberto Arlt, el monstruo de Diego Cano.  

En la novela se lee una crítica a la política como actividad, que siempre es ingenua o inútil. ¿Por qué? ¿No hay posibilidad de una política afirmativa?

Es una lectura posible, no la única. La novela tiene su necesidad y su lógica que no obedece a otras razones que las de la propia novela. Fuera de la novela está el mundo////PACO