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Eric Dolphy nació en Los Ángeles, California, el 20 de junio de 1928. No se sabe mucho de sus años de formación. A los nueve comenzó a estudiar el clarinete y más tarde el saxo alto. En su autobiografía Menos que un perro, donde Charles Mingus habla de sí mismo en tercera persona, se cuenta como Lloyd Reese se transformó en uno de los docentes preferidos de las nuevas generaciones: “Muchos de los chicos que llegaron a ser famosos estudiaron con él y tocaron en su big band de estudiantes los domingos por la tarde. Eric se costeó los estudios en la escuela de Reese cortando césped y podando setos. Solía sentarse en las escaleras para ver los ensayos de la banda. Era más joven que los otros y mi chico no lo conocía entonces; años después, en el este, llegó a ser el puntal de los grupos de Mingus.”
Los primeros contratos de Dolphy fueron para gente como George Brown y Gerald Wilson. Aunque no hay registros escritos, es muy probable que en 1949 haya grabado con Roy Porter. Entre 1950 y 1952 pasó dos años tocando en una banda del Ejército de los Estados Unidos mientras cumplía el servicio militar. El recuerdo de la Segunda Guerra estaba todavía muy presente y los derechos civiles de los negros eran una pelea fuerte aunque todavía incierta. Recién en 1956, cuando se sumó a la orquesta del cantante Ernie Nadrews, dirigida por Benny Carter, volvió a la música profesional. Ese mismo año, trabajando para Eddie Beal, empezó a incursionar en la flauta y el clarinete bajo. ¿Cómo sonaban esos grupos? ¿Qué aprendió Dolphy de toda esa experiencia? En 1958 era prácticamente un desconocido, y sin embargo, el legendario baterista Chico Hamilton lo convocó a su quinteto. Durante ese año realizó sus primeras grabaciones oficiales. Las cosas se movían rápido en la larga efervescencia de posguerra.
Dolphy inauguró la década del 60 viajando a Nueva York como sideman de la orquesta de Sy Oliver, cuya atracción principal era el actor y cantante Sammy Davis Jr. Apenas llegado a la ciudad, se entregó a un ritmo de trabajo importante. La lista de la gente con la que tocó o grabó durante ese mismo año es larga. Su instrumento era el saxo alto pero ya se lo identificaba rápidamente por el uso que le daba a la flauta y al llamativo clarinete bajo. Si colaboró con el sexteto de Oliver Nelson, el quinteto de Kent McIntyre, Eddie “Lockjaw” Davis y los New Ports Rebels, más relevantes fueron sus trabajos con el compositor de origen alemán Gunther Schuller. También integró una “all stars” dirigida por John Lewis, pero, aunque Dolphy estaba lejos de ser una estrella, es posible que muchas de sus ideas se formaran en esa época. Me refiero a qué tocar, con qué instrumento tocarlo, y lo más importante qué no tocar. O sea qué era jazz comercial, con su arsenal de lugares comunes, y qué era una música nueva, más fresca, con más riesgo y aventura.
Para ese momento, quizás un poco antes, Dolphy ya era un instrumentista consumado. La oportunidad de empezar a desarrollar su música no tardó en llegar. Ese mismo año de 1960, el sello Prestigie apostó por él y bajo su nombre se registró Outward Bound. Fechado en New York City el primero de Abril de 1960, es su debut discográfico como líder y lo acompañan Freddie Hubbard en trompeta, Jaki Byard en piano, George Tucker en bajo y Roy Haynes en la batería. En la tapa del disco se lee “Eric Dolphy Quintet featuring Freddie Hubbard.” ¿Cómo se traduce Outward Bound? El disco empieza con Haynes tocando solo. Es una introducción rítmica y el riff que luego hacen los vientos es también asincopado y maquínico. Los solos que llegan son up tempo. Solo al final, el primer tema se relaja. Outward Bound. ¿Destino en el exterior? ¿Saliendo? ¿Yendo al exterior? Son seis temas en treinta y ocho minutos de música que no paran y ese todavía incipiente tocar afuera del jazz es una tentación y un camino, el tanteo del futuro. ¿Tocar afuera de la armonía, tocar afuera del ritmo? ¿Ir y volver? La imagen del título, casi una indicación, va a acompañar a Dolphy toda su vida. Hay que salir, incluso mejor sería hay que salirse. Al final de Les, el tercer tema del disco, homenaje al saxofonista Lester Young, Hubbard y Dolphy quiebran toda tonalidad y se entregan a improvisar con patrones rítmicos antes que melodicos, como si esa música sólida que estaban heredando comenzara a deshilacharse. Lo que sigue luego es un track más convencional, de ritmo cansino, que se titula 245 donde el sonido se recompone. Y después llega una balada de Richard Rodgers y Lorenz Hart, sintomáticamente titulada Glad to be unhappy, en la que Dolphy toca la flauta con un excelente caudal de sonido y un vibrato sutil y romántico, que se vuelve virtuoso en la improvisación. El disco termina con Miss Toni de Charles “Majeed” Greenlee donde Dolphy toca el clarinete bajo que le permite quebrar un poco más el sonido en las improvisaciones.
El 16 de agosto de ese año se concreta, también para Prestige, Out there. Sí, salir era la consigna. Ahora bien, si Outward Bound es un disco potente, de un rudo y ácido be bop, que anunciaba algo del hard bop que iba llegando, un disco donde Dolphy muestra que puede tocar lo que quiere en el saxo alto y al mismo tiempo comandar un grupo, Out There presenta gestos que ya son algo más que el simple entusiasmo por la innovación.
Primero, pese a que se lo escucha tocando el clarinete en Eclipse, la flauta y el clarinete bajo cobran protagonismo y se afianzan como instrumentos tan importantes como el saxo alto. Segundo, Ron Carter aparece aqui al cello, lo cual es altamente inusual. De hecho, el primer solo del disco es Carter tocando ese instrumento con arco y yendo de los graves a los agudos, como si tanteara, otra vez, las posibilidades del instrumento. El cuarteto se completa con el bajista George Duvivier y nuevamente Roy Haynes en la batería. La música está llena de intriga y de exploración, y preanuncia bastante de lo que Dolphy desarrollaría más tarde. Pero ¿cello y contrabajo? Sí, más a un muy inspirado Haynes en batería y a Dolphy como multiinstrumentista. ¿Sin piano? Un año antes, Ornette Coleman ya había avisado que eso era lo que se venía con The shape of the jazz to come.
Las portadas de los discos también son diferentes. Las dos las hizo el artista plástico Richard “Prophet” Jennings. Si en la de Outward bound el perfil de Dolphy aparece en primer plano y el clarinete bajo y la flauta están en el piso, en la tapa de Out there la influencia del surrealismo y Dalí llevan a Jennings a poner a Dolphy volando en un bote con forma de contrabajo con un cello de vela y un crash de timón. Adelante, sobre la tierra cálida, hay un metrónomo. Dolphy emprende así su vuelo, alejándose del desierto de lo terrenal hacia el espacio.
Pero ¿a qué suena Out there? Por momentos el cello no suena, o se acopla a los graves, o dobla la melodía como en Serene y entonces, sin armonía que encierre la música, tenemos un trío y, muchas veces, un trío de bajo, batería y clarinete bajo. En Eclipse, el primer tema del lado b del disco, la batería ya no marca el tiempo del swing. Apenas se la escucha por atrás, como los restos de una música lejana. El intercambio entre los otros instrumentos desdibuja la idea de jazz en un interludio que nos remite a la música experimental europea. ¿Qué es lo que se eclipsa en Eclipse? 17 west retoma la tonalidad y la batería vuelve a marcar el camino. George Duvivier toca un walking casi tradicional, mientras el cello subraya cada tanto una figura rítmica. Dolphy improvisa con la flauta. Sketch of Melba parece ocupar un lugar similar a Glad to be happy, de Outward bound. Una balada donde Dolphy toca la flauta, en contrapunto con el cello durante la melodía, y luego improvisa. Se trata de una música familiar pero, después del Eclipse, ya estamos en otro lugar, con un escenario y un paisaje diferentes////PACO
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