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1/ ¿Por qué aumentan los precios en la Argentina? ¿Por qué todo es cada vez más caro? Los mecanismos pueden ser descriptos mil veces. Ya fueron, de hecho, estudiados con detalle. Sin embargo, y entendiendo que el aumento constante de los precios perjudica la vida de los ciudadanos de la república, digo que estos aumentos remiten a la codicia y a la falta de previsibilidad. (Me adelanto. El supuesto anterior es falso. La suba de precios no perjudica a todos los ciudadanos de la república, ni siquiera a todos los habitantes, solo a la clase trabajadora. El gran capital y sus residuales colaboradores se benefician.)

2/ El dinero tiene una base moral, ya que es un acuerdo entre partes, un acuerdo de confianza. Véase  ¿Qué es el dinero? de Alfred Mitchell-Innes, y la entrevista en Revista Paco a Esteban Salceek, su editor.

3/ La codicia no puede ser castigada por el Estado. Son los poetas y los filósofos los que deben condenarla. Señalar y demostrar su perfidia destructiva, la angustia y el dolor que acarrea. En otros tiempos lo hicieron. Hoy los escritores argentinos olvidaron ese deber, pero no para entregarse al dinero sino a su fantasía, a una fantasía de éxito idiotizante, que, en realidad, demuestra miedo al trabajo y fobia a la lumpenización. 

4/ La religión católica -con el que es hoy su mejor hijo, el Papa Francisco- condena la práctica de la codicia. Sin embargo, la iglesia católica también aparece permeada por la incomprensión de sus bases fundantes y de la prédica de su profeta. Una sociedad sin sacerdotes ni poetas, o peor aun, una sociedad con poetas y sacerdotes cobardes es una sociedad indefensa.

5/ La falta de previsibilidad sí es pertinencia del Estado. La situación puede ser descripta de una manera simple. Los combustibles, o algún otro commodity, aumenta un poco. Porque sí, porque hay una crisis internacional o porque no la hay. Ese desfazaje se transmite a todos los productos afectados a ese commodity. En la Argentina, el precio del combustible suele ser determinante en la medida de que todos los productos son transportados en base a camiones de empresas privadas. Los ejemplos pueden ser otros. Pero estos aumentos que se expanden como una mancha de aceite no deben ser medidos solo en números. La neurosis obsesiva que actualmente nos domina los dota de un plus, de un “algo más.” Ese exceso acarreado por el aumento de precios no constituye una rebarba neutral sino que, en su constitución paranoica, opera desde el centro de nuestro capitalismo. El otro sube, yo subo. Y si no subo, muero. O peor que la muerte, me pierdo de ganar, achico mi margen de ganancia. El miedo, y el miedo al miedo, es unas de las piezas fundamentales de las sociedades actuales.

6/ El Estado debe entonces intervenir para dar previsibilidad. Si no puede detener el aumento de precios, debe llevar calma a la fiebre de ganancia de los empresarios. ¿Puede hacerlo? Desde luego que puede hacerlo. Los mecanismos existen y fueron probados en la Argentina incontables veces con éxito.  

7/ En el futuro los Estados Nación exitosos serán aquellos que puedan brindarles estabilidad y previsibilidad a sus ciudadanos.

8/ Pero en un ambiente de previsibilidad resulta más simple identificar la codicia, exhibirla y castigarla.

9/ ¿Por qué en la Argentina a veces se implementan y a veces no se implementan esos mecanismos de contención? Se trata de una cuestión ideológica. ¿En quién, en qué parte de la sociedad recae la discusión y esclarecimiento de la ideologías que operan sobre la formación de los precios? ¿En el periodismo, en la universidad, en la política?

10/ Las redes sociales después de un inicio esperanzador, atravesaron un momento de socialismo utópico y rápidamente crearon un muladar de individualidades aisladas, aburridas, histéricas y temerosas. Internet es hoy un epifenómeno del dinero y sus dueños. Siguiendo esos patrones, la sociedad contemporánea argentina se mueve entre eclipses y espejismos, gozando de los cilicios que le provee la usura, mientras invierte en una gran cantidad de causas infames y acusaciones cruzadas. Compulsivamente, los usuarios de Internet piden conciencia en la parte política de las redes sociales, malentendiendo la conciencia como un acto instantáneo de voluntad que no afecta bienes y ganancias. En realidad, lo que se demanda es adhesión al proyecto del gran capital. Cualquier voz o cuerpo que se evada de esas causas inocuas o normativizadas será castigado. Dios quiera que el malestar general y la irresponsabilidad de aquellos que dicen luchar contra el mal y solo repiten un libreto de miseria no nos lastime tanto como en otros momentos trágicos de nuestra historia.///PACO