Música


1963 Conversations/Iron man (6)

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Los discos Iron man y Conversations están compuestos de registros tomados al mismo tiempo a principios de julio de 1963. Al escucharlos, se podría pensar que Iron man es el disco original y que Conversations presenta un catálogo de out takes, temas que no se incluyeron en la selección final. Pero Conversations salió en el mismo año de 1963, mientras Iron man apareció cinco años después, en 1968, editado por Douglas International. Pese a una evidente afinidad en el sonido, el resultado final de ambos discos es muy diferente. 

De hecho, fueron dos sesiones de grabación bien delimitadas. En la primera, el 1 de julio de 1963, Dolphy grabó con Richard Davis una serie de duetos que forman un disco en sí. Dolphy tenía experiencia tocando con contrabajistas y el resultado, asombroso y atractivo, fue fraccionado y repartido en los dos discos. Alone Together fue seleccionado para ser parte de Conversation, mientras Come Sunday y Ode to Charlie Parker aparecen en Iron Man. Luego Dolphy se tomó un día de descanso y el 3 de julio grabó con una banda completa Iron Man, Mandrake y Burning Spear, que formaron parte del long play Iron Man, y ese mismo día se grabaron también Jitterbug Waltz y Music Matador que fueron elegidos para el lado A de Conversations. Material complementario y tomas alternativas fueron publicados en el disco Musical Prophet: The Expanded 1963 New York Studio Sessions, publicado cincuenta y cinco años después en el 2018.

Tenemos entonces dos sesiones muy diferentes repartidas en dos discos muy diferentes. Y mientras Iron man resulta un disco mucho más compuesto y pensando, Conversations ofrece una mezcla por lo menos sorprendente y hasta inconexa.  

Pero no nos adelantamos. El disco que salió ese año fue Conversations que contaba en su cara A primero Jitterbug Waltz, una vieja canción de Fats Waller, y luego Music Matador, un tema de Prince Lasha y Sonny Simmons. Ambas pistas deben ser de las peores que Dolphy grabó en su breve pero abundante carrera. Jitterbug Waltz empieza con un trémolo de flauta y luego un riff que suena alegre y simple. Fresco y algo ingenuo, los vientos son doblados por las placas durante todo el vals. El talento y la importancia de Fats Waller como compositor e intérprete no puede ser puesto en duda. Pero ¿por qué grabar un tema de él en 1963? ¿Por qué grabar Jitterbug Waltz después de tocar lo que había estado tocando Dolphy? Jitterbug Waltz dura un poco más de siete minutos y hay que escucharla varias veces. El primer solo es de Dolphy en flauta y ahí la música se vuelve más acorde al intérprete. Luego llega un solo de trompeta. El vibráfono de Bobby Hutcherson, más tonal, menos agresivo, necesariamente más acuático, acompaña bien y se luce en el tercer solo. Pero cada vez que volvemos a la melodía inicial algo se extravía. En YouTube hay una versión del mismo Fats Waller en órgano, probablemente un Hammond, y una orquesta que tiene clarinete y guitarra. El tema va creciendo, sumando instrumentos de a poco hasta llegar a la orquesta bailable típica de los años 40. Al principio suena a Baby Elephant Walk de Henry Mancini y sobre el final es un anticipo de Glen Miller. Esta vez la tradición, y no su zona más interesante, vence a los jóvenes del free Jazz y el resultado es excéntrico pero al mismo tiempo también olvidable.

Music Matador no es mejor. Para ser sinceros, es peor. El nombre de la canción ya debería advertirnos que nos encontramos frente a un pastiche que intenta ser… ¿Español? ¿Mexicano? ¿La cita de un torero desprevenido? La breve intro del bajo en staccato suena bien, y la base disonante de Davis va a ser lo mejor del track, pero enseguida llega la melodía que, tropical, nos invita a una playa que nos desagrada donde todos los tragos son de colores fuertes pero no tienen gusto a nada y el fondo paradisíaco está pintado sobre un cartón. Son casi diez minutos de una música que solo por momentos suena a Dolphy, pero no se termina de entender dentro de su obra general más que como un momento de desconcierto. ¿Ironía? ¿Aburrimiento? ¿Exploración fallida? ¿Turismo? Estas dos “conversaciones” de Dolphy, una en el tiempo y con la tradición, el vals de Fats Waller, y la otra, con la geografía, un viaje a tierras iberoamericanas, o algo así, se transforman muy rápido en un diálogo asimétrico, un intercambio a media lengua. El lado B del disco es, por su parte, todo lo contrario. Alone Together tocada en dúo con Davis y Love Me, un largo y sensible solo de Dolphy, son lejos, lo mejor del disco, y también de lo mejor que Dolphy grabó. 

En la primera escuchamos la conversación de Dolphy y Davis, llena de silencios, preguntas, respuestas. Y esta conversación es noble, honesta y nos interesa. Son trece minutos y medio de matices y fraseos donde los intérpretes se escuchan, se responden, se ignoran, se encuentran y desencuentran tejiendo un intercambio virtuoso. Davis puede tocar y golpear con el arco, Dolphy hacer una breve percusión con las llaves o buscar los sonidos más extravagantes del clarinete bajo. Pero también hay momentos donde la experimentación deja el misterio y la disonancia, asimilándola. El título del track es una ironía al nombre del disco. La construcción oximorónica Alone Togheter se puede traducir como Solo y juntos, o también El soledad pero juntos. ¿La idea, más allá de la literalidad, remite al refrán Juntos pero no revueltos? La idea de la música como una conversación es un lugar común al cual Dolphy y Davis retoman con algo de sorna. El track final del disco subraya esta idea, llevándola incluso un poco más allá. La versión de Love me en un solo de saxo alto está dentro de lo más íntimo y sofisticado que tocó Dolphy y se parece también a un manifiesto. Después de estar solos pero también juntos, llega el pedido de amor. El ambiente que genera el saxo solo de Dolphy es de una intimidad muy intensa. Hay que pensar en un Dolphy en el estudio, que recibe el okey del técnico y empieza a tocar. Enseguida escuchamos que es lo que siempre quiso hacer con su música. La melodía aparece por momentos, con dos o tres notas, y luego Dolphy la cambia, las modifica, intercalando compás a compás, casi nota a nota, variaciones rítmicas, interviniendo esa música heredada con disonancias, saltos, vibratos e improvisaciones. El título de la pista es muy significativo y, otra vez, le responde al nombre del disco. Frank Sinanatra la cantó, entonando la frase “I’m so in love with you/ Please love me/ Whatever else you do/ Just love.” El amor, por supuesto, está en juego pero ¿qué tipo de amor? Ahora Dolphy dejá de dudar y afirma, categórico: “No voy a conversar con nadie, estoy solo, quereme así.” Es un gesto solipsista, una demanda honesta y melancólica, donde el músico se anticipa a la incomprensión, incluso al rechazo. Finalmente nadie quiere conversar con nadie si no hay amor. 

Iron man resulta un disco mucho más sólido, uniforme y compacto que Conversations. Empieza con el track que le da nombre al disco. Primero, afuera el piano una vez más. Nadie lo necesita. Y los que tocan ya son viejos conocidos de Dolphy. Woody Shaw en trompeta, el talentoso JC Moses en batería y un muy inspirado Bobby Hutcherson en el vibráfono. En el primer track, Eddie Khan es una sorpresa reemplazando a Richard Davis que toca en el resto del disco que como Conversations incluye piezas donde hace un duo con Dolphy, pero no está para esta pista. El tema empieza con un riff imposible, up tempo y todos los instrumentos encendidos de entrada. Hay algo maquinal tanto en la base como en el desgranado solo de Dolphy. A esta altura de la cronología, no deberían sorprendernos los saltos, los intervalos y los quiebres en el sonido que maneja. Pero Iron man tiene una fuerza especial que remite a su título. Fuerza, máquina, acero, ritmo que no se detiene, la ciudad en hora pico, el pleno movimiento de la vida mercantil y urbana de una gran metrópolis. Acá nadie conversa con nadie. Todos parecen robots o lo son. A ese hombre galvanizado se refiere esta música. Mandrake sigue en la misma línea, apenas un poco más lento, igual de agresivo, logrando momentos de swing. Se trata de una introducción doble, casi una ars poetica de un poco más de catorce minutos. Para el tercer track, la marcha se detiene. El grupo decide volver a la tradición. Se abre una ventana. Ya no estamos en plena faena laboral. Dolphy y Davis recrean Come Sunday de Duke Ellington. La canción empieza con Davis haciendo la melodía y Dolphy acompañándolo con el clarinete bajo. Davis suena melódico y hasta sentimental. Dolphy espera para largar su solo. La pieza es virtuosa. La cara b del vinilo nos presenta Burning Spear de Dolphy y Ode To Charlie Parker de Byard. En el primero regresan otra vez todos los músicos del disco in media res, descargando un pesado acorde que suena a película catástrofe. Ode To Charlie Parker es una nueva versión del tema de Jaki Byard esta vez con Dolphy en flauta y Davis en contrabajo. El vibrato de Dolphy y su sonido son muy limpios, y pese a la energía que impregnan sus solos, el instrumento acota su estilo cáustico y la pieza suena más dulce.

Cuando Dolphy descarga sus solos, cuando improvisa acelerando, paraliza al que escucha. Lo que suena es una cascada de notas. Es difícil, sino directamente imposible, escribir sobre esa sucesión de golpes, que parece una lluvia pero no de agua, sino de elementos sólidos, como hielo o piedras que, a su vez, forman paredes de expresionismo abstracto, volátiles e inasible, explosivas y virtuosas. Luego está el silencio, el vacío, ese momento en que Dolphy no toca. Se trata de una abstención que es tensa y también expresiva, y resulta mucho mejor identificable y más rendidora en sus dúos, sobre todo con Davis. También aparece y crece cuando en sus grupos no hay piano. Entre esas dos posiciones, extremas y complejas, que hacen el estilo de Dolphy, hay otra forma de tocar, ajustada y medida. Iron man y Conversations va a ser un muestrario bastante completo de las muchas de las formas de tocar de Dolphy. Sus mejores momentos, entendidos casi como un solo disco, resultan antecedentes directos de Out to lunch, este sí un disco acabado, orgánico y potente, que propone al melómano, al mismo tiempo, la cumbre creativa de Dolphy y su testamento////PACO