I

Yulia Volodymyrivna Tymoshenko es una de las respuestas femeninas atendibles ante los cinco millones de años de patriarcado. Si les gustan las rubias inteligentes, ambiciosas y hermosas —la palabra reservada para las mujeres que ya han cumplido los cuarenta sin haber perdido su capacidad de seducción—, en el caso de Yulia Tymoshenko también se puede agregar que es millonaria, que ha sido investigada y acusada por corrupción —motivo por el que estuvo presa— y que, según su abogado, el último presidente quería mantenerla encarcelada por el resto de sus días. Pero Yulia Tymoshenko venció al tiempo —al del presidente Yanukovych primero y el de los cinco millones de años de poder masculino en general— y por eso su carrera podría ser el ejemplo de una transición operada a la perfección.

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Según los analistas, Yulia Tymoshenko se prepara para reasumir el poder en Ucrania bajo una promesa de prosperidad más ilusoria que política. No es poco después de un intenso baño de sangre. De hecho, una buena parte de la ilusión ucraniana consiste en sumarse al resto de Europa y Yulia Tymoshenko podría ser la clave para cumplirla. Donde seguro hay ilusión, en principio, es en su cabeza. El estilo y las vueltas del peinado pueden no parecerse por accidente a las del peinado de la Princesa Leia —y con mejores motivos que la obviedad porque a Yulia Tymoshenko también la emparentaron con monarquías imaginarias— aunque en realidad remiten al imaginario de las fuertes costumbres del campesinado del este. Aún así, Yulia Tymoshenko no es de las mujeres que se conforman con parecer fuertes (al revés del ex presidente Yanukovych, que tomaba en su dacha vodka embotellado con su propia cara, tenía un zoológico propio en miniatura y una flota de autos de colección, un patrimonio banal de estupidez más adolescente que masculina que abandonó durante la huida del país).

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La historia de Yulia Tymoshenko, en cambio, es más femenina, más sensible a los detalles. Casada en 1979 con el empresario Oleksandr Tymoshenko —él la conoció por error al marcar mal un número de teléfono y conversaron y se enamoraron— y madre de dos hijos, el verdadero hombre crucial en la vida de Yulia fue uno de sus socios y principal aliado político, Pavlo Lazarenko. Con su ayuda logró establecerse en el mercado del gas en Europa del Este como auténtica player, sobre todo a partir de los últimos meses de la Unión Soviética, cuando los yacimientos y las oportunidades de grandes negocios quedaron al alcance de los más fuertes y los más astutos. En 1991, de esa manera, Yulia fundó la Ukrainian Petrol Corporation. Entre 1992 y 1997 el rol de Pavlo Lazarenko como gobernador y después como Primer Ministro del país aportó para que sus negocios prosperaran a gran escala. Pero las cosas no terminaron absolutamente bien para su sociedad. Mientras que en 2005 Yulia Tymoshenko ya era considerada una de las mujeres más ricas de Ucrania —la «Princesa del Gas», la bautizaron—, en 2006 Pavlo Lazarenko, ex Primer Ministro y doctor en ciencias económicas, fue condenado a la cárcel en los Estados Unidos por fraude, extorsión y lavado de dinero. Se estima que durante su gobierno Lazarenko lavó unos 200.000.000 dólares y, según uno de los fiscales generales de Ucrania, que también participó —junto a Yulia, que le pagaba a cambio de beneficios privados en el mercado del gas— en la orden de asesinato de dos empresarios en 1996 y del fundador del Banco Nacional de Ucrania en 1998.

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II
Pero la carrera política de Yulia Tymoshenko es anterior al escándalo por supuesta corrupción. En 1996 ingresó al Parlamento ucraniano y al poco tiempo logró un rol relevante en la reconstrucción institucional del país. A eso la había obligado en primera instancia la huida —con un pasaporte panameño que no sirvió de mucho— de su viejo socio y ya ex Primer Ministro Lazarenko. Desde la burocracia estatal pudo tomar mucho mejor las riendas oficiales de la planificación, la producción y la distribución de la energía de Ucrania, y buena parte de su prestigio se construyó sobre sus aciertos estratégicos como funcionaria pública. El rol político de Yulia Tymoshenko fue variando con los años. Entre polémicas y alianzas, así, logró finalmente el control del partido Batkivshchyna. Pero no fue fácil. De las batallas políticas de Yulia ni siquiera pudo salvarse su esposo, al que el entonces presidente Leonid Kuchma terminó apresando cuando inició algunas investigaciones por corrupción contra la Ukrainian Petrol Corporation. Y ella misma fue acusada de tergiversar documentos internacionales para favorecer sus propios contratos privados. Aunque las acusaciones fueron después retiradas, a partir de ese momento Yulia Tymoshenko se planteó la necesidad de una elaborada reconstrucción pública.

¿Cómo volver popular a una mujer calculadora, sofisticada y de mirada glacial? Yulia delegó la respuesta a una empresa de relaciones públicas. Y de ahí emergió con su nuevo peinado. Uno de los servicios provistos con el objetivo de combinar el aire principesco con el aura femenina de la maternidad, la tradición y la santidad (para las rubias interesadas, en YouTube hay un tutorial para aprender a hacerse ese peinado al estilo Tymoshenko). La combinación ambigua de belleza, folklorismo, política y principio de castración la ayudaron y en 2005 Yulia Tymoshenko se convirtió en la primera mujer con el cargo de Primer Ministro en Ucrania, rol que repitió con éxito entre 2007 y 2010. Aquel año, cuando quiso lograr el poder absoluto, perdió las elecciones presidenciales con Yanukovych. Otra vez, las cosas se complicaron. Como su antecesor Kuchma, Yanukovych volvió a reflotar las acusaciones contra Yulia por corrupción. Y esta vez la Princesa del Gas sí terminó presa por beneficiar a Rusia en un contrato energético firmado en 2009. Condenada a siete años de cárcel, Yulia cumplió parte de su arresto de manera domiciliaria y otra parte en cárceles —hizo varias huelgas de hambre quejándose por los maltratos— hasta terminar en una clínica donde, hasta su liberación hace unos días, era atendida por especialistas alemanes por una hernia de disco. Los años y la sombra más fría del poder habían avanzado sobre su cuerpo pero no sobre su peinado. Durante su discurso después de la huida del presidente Yanukovych, de hecho, Yulia apareció con el peinado impecable de siempre aunque bastante desmejorada y con algunos kilos de más sentada en una silla de ruedas. Pero la escenificación de un llamado a la conciliación nunca abandona los detalles. Después del baño de sangre, Yulia Tymoshenko habló de héroes y de la caída de un dictador. Y como las buenas madres, prefirió superar de inmediato el pasado y empezar a trabajar en lo que vendrá. No cuesta imaginarse a Yulia Tymoshenko de pie muy pronto otra vez /////PACO