El estreno de la película Barbie ha sido más que prometedor en el sentido comercial. Ya se sabe que la cultura norteamericana está en constante reinvención: ya sea en la política, en literatura, el arte, la moda y un largo etcétera, también le ha llegado el turno a su industria cinematográfica. Y no es de extrañar que Barbie, dirigida por Greta Gerwig, se haya convertido en la película más popular y taquillera del momento. ¿Es Barbie, la película, una historia sobre reinventarse?

Veamos. Con el paso a la era de internet, y con las redes sociales reinando entre las nuevas generaciones que desde muy temprana edad, un juguete de Mattel perdió el efecto de “caché” entre los amigos. Ostentar el “nuevo juguete de una red social”, en cambio, significa que uno ya no muestra ni juega, y por lo tanto socializa con el juguete, sino que uno o una es el juguete. Ya desde temprana edad es fácil convertirnos en el propio “muñeco” o “muñeca” vía selfies (con filtro o sin filtros) y estados emocionales que se convalidan de acuerdo con la tendencia y con la validación de los likes y corazoncitos.

¿Es la vida en internet lo que permite a los niños, adolescentes y jóvenes ser la muñeca o el muñeco, trasuntado esa fantasía en imágenes y videos sin necesidad de tener que comprarse uno? Bien visto y analizado, esto es mucho más macabro que como solía ser. Aunque eso es otro tema que otros tratarán. Volvamos a Barbie. ¿Mattel (la empresa que produce Barbie) se ha dado cuenta de esto, es decir, de esta reinvención, por lo que, ha pasado a versionar su muñeca más famosa en carne y hueso?

Mattel

¿De qué se trata el taquillazo? Barbie es la historia de una muñeca que vive su vida perfecta en su mundo burbuja, donde es la reina indiscutible y donde todos la quieren, hasta que algo pasa en su cuerpo (le aparecen unas estrías) y debe buscar a la niña que es su propietaria luego de consultar con la barbie weird (una especie de oráculo), quien le da las instrucciones para ese cometido. Barbie la encuentra y ve que es una renegada que ni hace caso a su madre (empleada de Mattel) y peor aún, es una especie de adolescente mala y darkie. Y claro, la adolescente humilla a Barbie con el tema del estándar de belleza.

Barbie entra en depresión por el trato de su dueña. Y a todo esto, Ken, que había seguido a Barbie al mundo real, se separa de ella y regresa a Barbieland, donde toma el mando e instaura su patriarcado, aprendido en el mundo real. Por otro lado, en el mundo real, Barbie es rescatada por Gloria, la madre de la niña renegada, de las garras del dueño de Mattel. Con la ayuda de Gloria, Barbie logra ciertos cambios y logra un equilibrio. Pero aún no se encuentra a sí misma, de modo que Gloria le da un speech de “aquellos memorables”. En cierto pasaje, le dice que solamente deje de ser un poco ligera. En ese proceso de búsqueda de sí misma, Barbie se encuentra con la fundadora Ruth, quien como una madre amorosa le da algunos consejos de vida y le cuenta cómo fue concebida. Luego va a su primera visita al ginecólogo, señal de que ya se convirtió en humana, y decide trabajar como psicóloga para la empresa Mattel.

Hay que decir que la idea de la película es comercialmente un acierto con la finalidad de gustar a todos los tipos de público, sin dejar a nadie afuera: razas, colores, opciones sexuales, comunidades latinas… Pero si ponemos un poquito de atención, es un reciclaje un pelín burdo de otros dibujos animados y películas taquilleras. ¿No hemos visto esto ya en Toy Story, con los muñecos que buscan a sus dueños? También le hace un guiño a Matrix, pues Barbie se encuentra con su creadora y los agentes. Otro guiño es Shrek, por el tema de la belleza. Otro guiño es a Inteligencia artificial, por el tema de querer convertirse en alguien de carne y hueso, lo cual no sería nada nuevo tampoco, pues es más que evidente el refrito de Pinocho. Y para más señas, el creador del juguete no es Gepetto el viejito, sino una especie de Gepetta, la creadora Ruth.

Otra cosa que llama poderosamente la atención es hacer hincapié en la cultura latina y al castellano, de manera abierta. Algunos dirán: “Bueno, pues es que el idioma español es la segunda lengua más hablada en los Estados Unidos”. Otros dirían: “Es difícil de negar la influencia de los latinos en territorio norteamericano”. Otros, con una ceja más levantada, podríamos decir otra cosa.

Barbie hasta en la sopa

Unos pocos meses antes de estrenarse la película, asistimos a una presentación de un cortometraje documental, sobre el patriarcado en Georgia, gracias a la invitación amable e insistente de una inteligente funcionaria de la Biblioteca Nacional Rumana. De modo que ahí estábamos en uno de los salones de la biblioteca en pleno corazón de Bucarest, a las orillas del río que dio origen a la ciudad, según la historia.

La historia es simple. Se muestra en el cortometraje a la mujer que se abría paso para ser la primera o una de las primeras fiscales de la nación. Para eso, se la muestra luchando con los tiburones machistas vejetes y, para colmo, de mentes comunistas. Frente a ese cóctel del patriarcado, la abogada logra imponerse. El documental muestra también historias paralelas de la vida de las mujeres oprimidas en Georgia. Luego, también de manera paralela y acertada, se narra la historia del tenista profesional Nicolaz Bashilashvili, quien al ser acusado por su expareja de agresión fue absuelto por su condición de héroe nacional (cuando una de las directoras de la película habló, al final de la presentación, dijo de primera mano que no sólo porque era famoso, sino también guapo, Bashilashvili fue absuelto por la justicia de su país). Todo esto con la intención de hacer hincapié en el patriarcado de Georgia, con las características particulares mencionadas de esa zona geográfica de aquel país.

Cuando intervenimos en el debate abierto para el público rumano sobre la película, lo primero que cuestionamos era de por qué la heroína-abogada que luchó con toda firmeza por obtener un lugar para ser la fiscal de la nación usa el método del patriarcado (habla como hombre, se viste con ropa muy masculina, tiene el cabello cortísimo), lo cual parecía una contradicción. Luchar contra el patriarcado pero con el uso de las “armas” del patriarcado, ¿no es reafirmar al patriarcado? Otra cosa paradójica era que, en Rumania, pasa con pocas o menos diferencias lo mismo. Descontando que la peor parte se la llevan las mujeres, las familias gitanas y los casos de nazismo soterrado y también abierto, ¿a qué cuento viene esto con Barbie? Pues el asunto es que Mattel, con la película, ha tratado de mostrase plural y evitar todo ese tipo de críticas.

El otro Barbie

Klaus Barbie (1913- 1991) fue un nazi que recaló en Sudamérica luego de ser un alto oficial de la SS y la Gestapo. Cometió innumerables crímenes de guerra, por los que fue condenado en 1987 en Francia. Pero antes fue reclutado por los servicios secretos de los Estados Unidos e instalado en Bolivia con la finalidad de alinear a Sudamérica con los intereses de sus nuevos jefes y acabar con el comunismo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Barbie había matado a 840 personas, incluidos 41 niños en un recinto católico, lo cual hacía temblar a cualquiera: a Barbie no le temblaba la mano para ejecutar a sus víctimas. Su experiencia sudamericana incluyó algunos pasos por la Argentina, Paraguay y Perú, hasta donde se sabe, durante los que hizo negocios con armas para la dictadura en Bolivia. Wikipedia dice que estuvo incluso detrás de la muerte del “Che” Guevara, mientras que el diario más importante de Perú, El Comercio, ha publicado en su colección de crónicas que la mano que asesinó a Luis Banchero Rossi (1979-1972), quien se perfilaba para ser el próximo presidente de la república, fue del hijo del cuidador de su casa de campo a las afueras de Lima. Se adujo que había sido un asesinato por envidia, aunque muchos años después el periodismo investigó el caso y sugirió que Barbie había puesto sus garras detrás del crimen del hombre que puso al Perú como la potencia más importante en cuanto a la producción de harina de pescado mundial.

En tal caso, hay quien dice que la palabra tiene en sí una fuerza. Bárbara, esa palabra-nombre, tiene una fuerza en sí misma. Suena bárbara. Aunque el apócope Barbie quiera sonar morigerado, no le quita cierta fuerza, sino que solamente la esconde. ¿No han tenido los dos nombres Barbies su propia fuerza para Sudamérica? ¿Ya sea como imagen de una muñeca y como la mano de Klaus? Del mismo modo, como las dos Barbies ya no tienen efecto en la era del internet, ahora se usan otros métodos. De ahí la ocasión para recapitalizar una muñeca, pero no solamente desde el aspecto económico, sino también desde los réditos políticos y geopolíticos ¿No es el speech de la madre de la dueña de Barbie, en la película, una manera de enviar un mensaje a la población mundial? Más aún, ¿es casual que la madre de la niña sea hispanohablante latinoamericana?

Mattel nos vendía sus juguetes y nosotros moríamos por tener uno entre las manos. Antes nos enviaban Barbies, ahora nos envían una película con un speech sentido en la figura de una latina que habla en español e inglés y que trabaja para Mattel, con una hija nacida y crecida en los Estados Unidos. De manera que la reinvención de la cultura norteamericana radica en que para mantener sus poderes hegemónicos (basta ver el auto convertible real pink que pusieron en Bucarest, donde todas las chicas se tomaron fotos) versiona la muñeca que era la marca del ‘non plus ultra’ del american way of life y la pone en la pantalla de las fuerzas ficticias con la que gobierna: Hollywood. La muñeca plástica se transforma en carne y hueso, y promete ya no ser tan ligera y convertirse en psicóloga. No es otra cosa que una segunda vida en internet, ya no como la olvidada Barbie de los ochentas y los noventas, sino como una apuesta para que todas “las muñecas de las redes sociales” vuelvan a querer parecerse a ella. ¿No es ahí donde la cultura norteamericana mantiene su título de hegemónica?////////////PACO