Por Daniela Kozak
I
La mirada cinéfila cuenta la historia y a la vez analiza la revista Tiempo de Cine, editada por el Cine Club Núcleo entre 1960 y 1968. Tiempo de Cine fue importante porque, salvo contadas excepciones, hasta ese momento las revistas de cine se ocupaban de las estrellas o de temas vinculados con la distribución y exhibición, pero no hacían crítica tal como la entendemos hoy. El surgimiento del cine moderno en Europa (la aparición del neorrealismo italiano, la renovación crítica que impulsó la revista francesa Cahiers du Cinéma, los nuevos cines de los sesenta), estuvo acompañado por distintas revistas que funcionaron como plataformas críticas. En el caso argentino, ese rol lo cumplió Tiempo de Cine. Además de estar muy influenciada por lo que pasaba en el cine europeo, en Tiempo de Cine se pueden leer las marcas del proceso de modernización cultural que se inició en la Argentina a partir de 1955. Tiempo de Cine no sólo ejercía la crítica a partir de un conocimiento específico basado en nuevos conceptos teóricos y en una formación cinéfila; sino que además intervino en el campo cinematográfico de la época. Denunció la censura y cuestionó las políticas del Instituto de Cinematografía (creado en 1957), porque obstaculizaban el desarrollo de los cineastas jóvenes e independientes como José Martínez Suárez, Rodolfo Kuhn, David José Kohon, Manuel Antín y otros, que querían renovar el cine nacional. Aunque tenían cosas en común, estos directores –a los que se conoce como la Generación del 60– no se veían a sí mismos como un grupo o movimiento, ni tuvieron ningún manifiesto o programa grupal. Fue justamente Tiempo de Cine la que intentó articular las iniciativas individuales y de alguna manera elaborar en sus páginas un programa generacional. De eso trata el libro.
II
Desde 1895 hasta hoy cambió casi todo: apareció el sonido, la película color, cambiaron las técnicas de registro, de montaje y de proyección. Creo que lo que permanece intacto es la voluntad de algunos cineastas de contar algo a través del lenguaje y las posibilidades técnicas y narrativas que ofrece el cine. De hacer del cine un medio de expresión personal.
III
Mientras Hollywood toma cada vez menos riesgos y se concentra en las franquicias, remakes y superproducciones que le aseguren grandes éxitos de taquilla, en los últimos diez o quince años las series se convirtieron en espacios de innovación. Al tener más tiempo de pantalla, las series dan la posibilidad de experimentar con arcos narrativos más grandes y desarrollar mejor los personajes. Si las series son tan buenas como The Wire, Mad Men, Breaking Bad, Homeland o House of Cards, es lógico que el público se enganche, independientemente de la edad. Hace poco, mi abuelo de 84 años vio en una semana las primeras temporadas de Homeland y House of Cards. Creo que este auge tiene que ver con que hay muy buenas series, y también con la forma de consumirlas. Cuando uno puede ver cuatro capítulos seguidos sin tener que esperar a que los emita un canal, la dinámica es parecida a la de ver una película; pero por una cuestión de estructura narrativa, las series son mucho más adictivas.
IV
Con una cartelera comercial cada vez más concentrada, los festivales ofrecen al público la posibilidad de ver otras cosas. Es cierto que muchas de esas películas se pueden encontrar en internet, pero no todas. O a veces están, pero no hay copias de buena calidad. Más allá de eso, para encontrar algo hay que saber qué buscar, y ahí el trabajo de curaduría que hacen los programadores de los festivales de todo el mundo es esencial. Con los directores de cierta trayectoria es fácil, pero ¿cómo hacés para conocer directores nuevos? Los festivales hacen un trabajo de selección que es muy útil no sólo para los espectadores que pueden asistir, sino para todos los que quieran conocer otro cine, porque sirven como guía para buscar esas películas por otros caminos. Por último, y no es algo menor, los festivales dan la posibilidad de ver las películas en el cine. Está buenísimo poder ver de todo en tu casa, es una gran ventaja que tenemos ahora, pero eso no sustituye la experiencia de ir a una sala. Además, los festivales generan una experiencia que incluye pero trasciende a las películas. Uno puede ver películas de un director en su casa, pero verlas en el cine con otra gente y escuchar a ese director en una entrevista pública en un festival es una experiencia diferente, y está bueno que exista esa posibilidad.
V
Las películas que más me gustan son Los 400 golpes (1959), la primera película de François Truffaut, porque retrata sin crueldad el desamparo absoluto de un nene y el momento en que se termina su infancia. Y El padrino, porque además de ser una película sobre la mafia (uno de los géneros que más me gustan), es la historia de una tragedia familiar////PACO