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Por @SantiagoDieser

Es cierto que se trata de una disciplina relativamente nueva y que aun no es lo suficientemente competitiva, pero el boxeo en su versión femenina le está dando a la República Argentina logros impensados. El pasado fin de semana, sin ir más lejos, la jujeña Alejandra Marina Oliveras ganó su cuarto título mundial en diferentes categorías y estableció una marca inalcanzable para cualquier otro deportista enguantado nacido en estas tierras.

La «Locomotora» Oliveras, de 35 años y con sobrada experiencia arriba de los cuadriláteros (31 victorias en 35 presentaciones), obtuvo recientemente el título mundial superligero del CMB (Consejo Mundial de Boxeo) tras vencer por nocaut técnico en el séptimo round a la ex campeona colombiana Lely Luz Flores. Hasta aquí nada nuevo para los conocedores de la materia, que saben que entre las mujeres obtener una chance por el cetro mundialista es algo bastante accesible. Lo llamativo y refrescante de esta noticia es que Oliveras se alzó con el cuarto título de su carrera, iniciada en el 2005. Un récord tan absoluto como brillante para el boxeo argentino.

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La jujeña se coronó por primera vez en el 2006, en México, cuando con muy poquitas peleas dio la sorpresa al noquear a la estrella local Jackie Nava, quitándole el cinturón CMB de la división supergallo, en una de las hazañas más grandes que ha tenido el boxeo femenino argentino. Tras defender aquel título en un par de ocasiones, llegó la pelea más importante de su carrera ante su archirrival: Marcela «La Tigresa» Acuña, quien la venció por puntos en el mítico Luna Park. A partir de allí, habría que renacer o refugiarse en los recuerdos de las épocas doradas. La Locomotora eligió con sabiduría la primera de estas opciones.
Tras una serie de peleas preparatorias y de entrenarse junto al legendario Amilcar Brusa, recordado entrenador de Carlos Monzón y hacedor de grandes campeones, Oliveras comenzó a ir en busca de más gloria y reconocimientos siendo fiel a su agresivo estilo de combate. Así fue que en agosto del 2011 alcanzó la corona AMB de los ligeros (KO5 a la colombiana Liliana Palmera) y el título pluma de la OMB en enero del 2012 (KO5 a la mexicana Jessica Villafranca). Este último cinturón lo defendió exitosamente en cinco oportunidades, antes de dar un nuevo y poco escalonado salto hacia los superligeros (tres categorías más arriba).

La mayoría pensaría que el cuarto campeonato mundial logrado por Oliveras la aleja de una posible revancha con «La Tigresa» Acuña, pelea que debería haberse llevado a cabo en caso de seguir en la división de los plumas, donde la formoseña y pionera del pugilismo femenino en la Argentina es la retadora obligatoria tras ganarle a la mexicana Melissa Hernández. Sin embargo, la Locomotora no está dispuesta a olvidarse de su enemiga Nº1. Hace muy poco habló de su desafío de ser tetracampeona, que era lo que la motivaba, pero no se olvidó de hacer mención sobre la pelea que todos los fanáticos del boxeo quieren ver: «(A Acuña) Voy a ganarle por nocaut, doy mi palabra, y ahí el país se va a dar cuenta de que soy la mejor”.

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El boxeo femenino está en ascenso y la cosecha de campeonas mundiales crece año tras año para la Argentina. Aún así, la falta de criterio y organización suelen ser moneda corriente, lo que significa una mancha grande para esta rama del pugilismo, a la que le faltan rivales con mayor nivel y rankings más severos que estipulen quiénes pueden ser retadoras mundialistas y quiénes no. Claro que nada de esto detiene a la jujeña Alejandra Marina Oliveras, quien acepta cada uno de los desafíos impuestos en pos de obtener la gloria deportiva y el dinero que le permita sobrevivir en un mundo, el suyo, en el que las trompadas son la manera de ganarse la vida. Por eso, desde los 55 hasta los 63 kilos, se ha fajado con todas las que se le animaron, siendo derrotada únicamente en dos oportunidades (Acuña y Mónica Acosta).

Ahora, con el orgullo de ser la única en haber logrado cuatro títulos mundiales en el deporte de las piñas y con la premisa de que «si sos boxeadora tenés que pelear, romperle la cara a tu rival, eso es boxeo, eso le gusta a la gente”, la Locomotora intentará llevarse por delante a toda aquella que esté dispuesta a ponerse en su camino. Porque el hambre de gloria es inacabable: no conoce ni se detiene en récords y tetracampeonatos.///PACO