Música


Sexo, deseo y amor en Babasónicos

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1.     ¿Cómo trata el sexo la poética de Babasónicos? ¿Qué relación establece con su lírica, con su ética? ¿Cómo trata el amor? ¿Cómo ser a la vez romántico y libertino? Y entre esos polos: lo que se puede decir que está en el medio, o medianamente en el medio: ¿cómo tratan el deseo?

2.     Puede leerse la obra de Babasónicos como un largo ensayo sobre la sensualidad, un largo elogio a la sensualidad. Por sensualidad léase todo atractivo sexual no explícito, no lineal. La que hay en un gesto, en una danza, en una prosa, en la decisión de seducir, en la conciencia de ser seducidos, en un modo no ortodoxo de ejecutar un movimiento deportivo, en un desdén dulce, en un desdén hostil, en el ejercicio del poder, en ciertas formas de la sutileza, en ciertas formas de la tosquedad. Todo esto con un débito y un vínculo fuerte y lejano, no débil, sino fuerte y lejano, con el sexo material, en el que este es su origen pero casi no tiene importancia. Al mismo tiempo en que casi no importa, en esa presencia subterránea y omnisciente, parece ser lo más importante de todo, a donde todo vuelve, con lo que todo dialoga.

3.     Hay una respuesta en que Woody Allen parafrasea a Freud, no sé con cuánta precisión, diciendo algo así como que todo lo que alguien hace en su vida es, en el fondo, para tener sexo. También se puede traer la frase de Wilde que se popularizó por su inclusión en House of Cards: “Todo en el mundo es sobre sexo, excepto el sexo. El sexo es sobre poder”. Lo importante de estas líneas es que las dos tienen la misma paradoja: si todo es sobre algo, ese algo en sí mismo se vacía. Esa matriz es fundamental en el ethos de Babasónicos, en que el sexo en sí mismo no importa nada, y el sexo fuera de sí mismo lo importa todo. 

4.     Esa tensión o esa paradoja deja la poética de la banda en un espacio intermedio. Cuando hablan de sexo, les sale demasiado elegante, demasiado estetizado, ralentizan la melodía, se suelen ir hacia el lento, lo vuelven romántico. (Para hablar de sexo en sí usan solo tres verbos en toda su obra: “revolcarme”, “acostarme”, “curtir”. Hay ahí una coherencia evidente, de la que quizás es algo más difícil encontrar una explicación, que debería empezar a buscarse en la sonoridad limpia y compacta de las tres letras ‘c’). Pero cuando hablan de amor les sale demasiado libidinal. Excepto en Celofán, que es quizá la única canción de amor redonda de la banda, cuando cantan sobre enamorados les sale con una pincelada inevitable de libertinaje y frivolidad. Para que Babasónicos le cante a una relación esta tiene que durar menos de un año.

5.     La única vez que Babasónicos dice “te amo” después tiene que decir “…tanto, tanto, tanto, que podría matarte ahora mismo, atarte a la cama, con tus propias medias de nylon”.

6.     Para entender cuánto tiene de sexo, cuánto de deseo y cuánto de amor el imaginario de la banda, En Privado es una canción importante. La escena que retrata puede pensarse como el centro de su poética.

7.     Entonces, en esas tensiones y esos rebotes, la banda queda en el medio del sexo y el amor, en ese espacio que es el más interesante de narrar, y se vuelven poetas del deseo, de la seducción, de la sensualidad, y todo otro término cercano. El deseo en Babasónicos se vuelve el centro de la vida, lo único que está en todas partes; y es completamente intransigente, la voz poética de la banda corre siempre detrás de él, en una obediencia algo atontada pero noble. Uno imagina a ese narrador en su trabajo pensando en seducir a una compañera, a una clienta, incluso a su jefa (nunca a una empleada, la banda siempre le canta a mujeres más altas y más ricas). Un postulado ético de Babasónicos es que el deseo debe poder traer problemas, debe chocar en algún lugar con el mundo productivo, con la moral, con el progreso. Pero esa represión debe existir para que existan las cosas que la banda cuenta. Por eso la utopía orgiástica, la sexualidad de un mundo post progresista, existe en la banda solo como algo lejano; esa pulsión californiana está en Babasónicos, pero al mismo tiempo que sería una llegada, sería un final. En ese enfrentamiento silencioso entre deseo y mundo, en ese terreno en el que la banda trabaja, también se contrasta con la distopía (o utopía) individual del eunuco como máquina de la razón, especuladora, carente de deseo, que progresa sin obstáculos. Bien interesante sería una canción de Babasónicos al estilo Vampi, pero que en vez de un vampiro tenga un narrador eunuco. ¿A qué le cantaría la voz de un eunuco en Babasónicos? ¿Si el sexo, el deseo y nuestros amores banales lo son todo, a qué le canta el eunuco? Probablemente tendría una deriva que está presente en algunas letras de la banda, con una propuesta existencialista sobre las preguntas, la identidad, y similares, bastante Canal Encuentro, que es la faceta lírica más pobre que han mostrado.

8.     Deseo atontado: “Quisiera aprenderme tu nombre”. En ese verso escrito miles de veces en la música popular, en su suave falta de respeto a quien se desea, hay un acento. Es importante en la banda esa falsedad y esa duplicidad del seductor que especula. Pero leído dentro de los suaves tintes dionisíacos que hacen a la propuesta de Babasónicos, ahí no hay un odio subterráneo, ese odio a la persona bella e idiota, sino algo mucho más etéreo, más agradecido y cercano a la oda (en el videoclip de esa canción las diferentes chicas que pasan trabajan eso, el primer plano de los rasgos, la belleza algo divina que hay en la mímica del canto, rostros que aparecen luminosamente y desaparecen en un fondo oscuro). Hay también mucho de Babasónicos en ese meme de situación que se ha difundido, en que alguien le escribe a su madre después de la medianoche para preguntarle a qué hora nació, por su interés en una señorita aficionada a la astrología. Esa escena es una canción de Babasónicos en sí misma.

9.     Probablemente el deseo en la banda tenga menos del deseo como falta psicoanalítico y más del deseo como presencia y potencia de tipo deleuziano. Si el deseo es un fin en sí mismo, la ética de Babasónicos surfea la circulación del deseo, trata de narrarla, de embriagarse en su inmanencia, como una hedonia fina, un libertinaje sofisticado.

10.  De todos modos, en la poesía de la banda también hay algo de la no concreción, de la parálisis y del deseo neurótico; no es central; un deseo más lisérgico, como el que se señalo recién, es más representativo de la banda; pero combate con este otro, que es un poco más subterráneo.

11.  En ese exceso de la temática del deseo, de la seducción, en la presencia siempre tácita del sexo, se decía, hay algo de la no concreción. De alguien que delira sus historias, sus triunfos, sus correspondencias. Me recuerda a un fragmento de El karma de ciertas chicas de Juan Forn, que es un poco largo pero muy preciso para dar con la matriz de este hilo de sentido que, de nuevo, es más bien lateral en el pathos de la banda. Alcanza con solo transcribirlo:

«Él empezaba a ver ahora lo que haría de su vida, a partir de ese momento. Algo sencillamente espectacular, tan simple y perfecto que le pareció increíble no haberlo pensado antes. Algo épico, solitario, altruista e insanamente divertido a la vez. Algo que consistiría en repetir y perfeccionar lo que se le ocurrió en un bar esa misma tarde, cuando la chica de la mesa de al lado pidió un agua mineral bien helada y él la vio tan enloquecedoramente perfecta que pensó: «Ni un submarino con tortas negras sería capaz de arruinarte, creéme». O lo que pudo decirle a la pelirroja de pecas y cara de sueño que vio subir a su colectivo esa mañana: «Hasta que te vi mi día era en blanco y negro». Eso era lo que iba a hacer. Porque esas dos chicas no sólo eran descomunales, también parecían tener una conciencia casi dolorosa de su belleza. Y parecían necesitar sutiles corroboraciones para seguir conviviendo con lo que eran. No piropos, sino dosis verbales de fe. Había millones de chicas por la calle que creían realmente que ser lindas era un problema, un verdadero karma que nadie parecía tomar en serio. Y él iba a convertirse en el auténtico paladín de todas esas chicas cuya belleza les exacerbaba la sensibilidad acerca de sí mismas y las inquietaba cada vez más. Una especie de peregrino sensual, inoculador de secreta fe en el corazón de las chicas más dolorosamente hermosas que se le cruzaran por el camino, y todo por el imperativo estético de defender el áspero fulgor de esa belleza. Calculó que, si se dedicaba a fondo a eso durante digamos veinte años, a la larga tendría la casi seguridad de ser, en gran medida, el artífice de la hermosura de todas las mujeres que pisaran las calles de Buenos Aires, el visionario descubridor de aquello que sería el elemento esencial de todas ellas, su más profunda identidad».

12.  Un pasaje que da alegría, que es puro Babasónicos.

13. Deteniéndonos un poco, esa sensibilidad en que la primera persona de la banda y la voz poética del seductor muestran un reverso de patetismo honesto y simpático se puede ver explicitada en el videoclip de El Playboy. Ahí se muestra a un montón de hombres, carniceros, verduleros, trabajadores, digamos una imagen de hombre estándar (menciono las profesiones por el nexo inmediato con el colectivero del fragmento anterior; por supuesto, en el final del video, se suman tres colectiveros), añorando la vida del playboy, la vida que no tienen, llena de mujeres y dinero. El playboy ya de por sí es bastante desagradable; se lo muestra sobre el final, en su trono, oliendo bombachas. Y es al que admiran los demás, que bailan torpes, indeseables. Dárgelos aparece con una camisa dorada. Todo es evidentemente caricaturesco. Se puede ver esa canción y ese video como un espacio de autoparodia del narrador babasónico, como una advertencia a sí mismo del vuelco patético que puede tomar la voz masculina en primera persona, la voz del seductor incorregible, si no ejerce la elegancia requerida. Elegancia que, con un buen criterio inagotable, la banda conserva casi siempre.

13.  El colectivero, los verduleros, los carniceros. Ese hilo no es casual. Un comentario muy bueno en YouTube define a Babasónicos como “arrogancia para las masas”. En la posición de seducción de Dárgelos, en su lugar en el mercado sexual, en su entusiasmo soñador, y en la insistencia que se señalaba, de desear siempre a mujeres más ricas y más altas, hay algo de héroe de la clase trabajadora, de héroe frívolo de la clase trabajadora.

14.  Vuelvo un poco al deseo y la seducción en su choque con el mundo. La banda no plantea un choque revolucionario ni de gesto extravagante, al estilo de un enfrentamiento entre sexo y capitalismo de, digamos, Paul Preciado y afines. Es más un choque basado en un gesto fútil y aristocrático, en que el canto de sirena de la sensualidad es una distracción biológica y estética. Incluso el enfrentamiento entre seducción y mundo puede ser más fuerte que el de “sexo y capitalismo”, porque todo lo que narra Babasónicos consume mucho más tiempo y espacio en la mente que el sexo material, que frente a eso puede verse como seriado, orgánico, de relojería.

15.  Ese antagonismo entre la seducción y el mundo es muy conciso en dos versos de una canción central para la banda, que a estos efectos resultan simples e ilustrativos: “cambio todo por el don que hace a las mujeres reír/yo daría hasta mi sueño por ver la farsa fallar”.

16.  En la defensa de ese enfrentamiento se puede ver que Babasónicos canta en contra de Tinder, en contra de la gestión del mercado sexual, a favor de que eso irrumpa con alguna incomodidad en otros ámbitos. Volviendo al ejemplo de quien quiere seducir a una compañera de trabajo; supongamos que no es correspondido; esa derrota, la incomodidad que genera, es total alimento de la poética de la banda, es un error que no podría ser más dulce y deseado. Las aplicaciones de citas separan esos ámbitos, esterilizan el material de Babasónicos. En un mundo en que toda seducción se gestiona en aplicaciones, en carriles paralelos al mundo, en que nadie quiere levantarse a su compañera de cursado, en que a nadie le gusta la novia de su amigo, ni su docente, ni el kiosquero, ni el mozo, etcétera, Babasónicos, claro, no tiene qué cantar.

17.  ¿Canta también Babasónicos en contra de reaccionar con un fueguito en Instagram? Desde ya lo hace en contra de lo que tiene de torpeza, de señal vacía de intercambio, de llano narrativo. Y quizá cantaría a favor de esa entrega y esa impulsividad, de ese quedar regalado casi antes de poder pensarlo. Podríamos decir que Babasónicos solo canta a favor de reaccionar con un fueguito en caso de que no sea contestado. Si es contestado, se acerca al intercambio seguro, a la seducción en su nulidad, a la lógica de las apps de citas, entonces Babasónicos canta en contra.

18.  Sería interesante un disco de Babasónicos atravesado por internet. Contrario al camino de sintetización sonora de Discutible, debería sonar muy limpio, muy simple, clásico, se me ocurre un sonido más parecido al de A Propósito. Y tratar la temática de la seducción atravesada por las redes sociales. Ese contraste respiraría bien. Un sonido sintético y letras que hablan de redes sociales sería empalagosamente futurista. Canciones en que el narrador cuente que la chica en cuestión subió una foto, borró una foto, lo agregó a mejores amigos; en que piensa las palabras justas para responder, en que responde y se arrepiente, en que responde y se ratifica, en que se sorprende de su creatividad, en que se apura, en que demora. Es un lugar incómodo, rápidamente nos genera rechazo y, por la falta de costumbre, resulta banal casi al instante. Sería un desafío interesante para la banda, que lo que siempre hizo ya se sabe que lo hace bien. Estas temáticas son tratadas hoy, sobre todo en la lírica del indie, el trap y allegados. Lo que sería interesante de que lo haga Babasónicos es el desplazamiento de la banda que narra la seducción en bares, en boliches, reuniones, bajando a las redes sociales. ¿Para dónde caminaría el pathos seductor de Babasónicos cuando se topa con el soporte digital? Algunas cosas las podemos suponer; otras cosas, esperamos, se nos escapan y nos sorprenderían.

19.  Babasónicos también canta contra el “vínculo sexoafectivo” y su ruido técnico; contra la comodidad económica de un intercambio romántico cuando debe ser romántico, sexual cuando debe ser sexual. Esa distinción anestésica nunca funciona en la banda, siempre el sexo se confunde en amor en algún punto, o el amor se pierde al instante quedando solo deseo. Babasónicos narra eternamente esos malentendidos.

20.  En esa misma línea en contra de la gestión del sexo -prostitución-, del deseo –en las apps de citas- y del amor –en los “vínculos sexoafectivos”- es interesante leer en Soy Rock (“soy muy puta/ no trabajo para vos”, “yo pertenezco a cualquiera/ no al que me pueda comprar”) no tanto el lugar del proxeneta como el mal, la criminalidad, el machismo y la opresión, sino más bien verlo como el lugar el de la organización y la técnica. Supongamos que, como se suele decir, Los Burócratas del amor habla sobre una prostituta: “¿cuánto vale un rato más a tu lado?/¿media hora?/¿cuánto vale ese rato?/ te doy todo/ hasta un día que me queda por vivir.”. Tomando esa premisa podríamos leer: si hay una gestión, que no funcione, que el deseo desestructure, que se quiera más, que se quiera menos. Y en esta última canción, ese acento en contra de la técnica está directamente en el título.

21.  Por último, es curioso el hecho de que se haya instalado la idea, un poco en broma y bastante en serio, de Babasónicos como soundtrack para tener sexo. Esto tiene seguramente motivos muy simples, como la cadencia de algunas canciones y el particular tono de voz de Dárgelos que, volviendo a la suerte de aleph de la sensualidad esbozado al comienzo, es efectivamente muy sensual. Pensar en otras explicaciones, más relacionadas a todo lo que se dijo antes, sería un buen ejercicio////PACO

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