Sergio Massarotto toca y canta en Científico Loco, ya sacó un disco solista titulado El extraño camino al propio Norte pero todavía sigue jugando al fútbol.

¿En qué posición jugás o en cuáles has jugado? ¿Cuál es la que más te gusta y por qué?

De cinco o doble cinco. Llegué a hacerlo de media punta y tuve un rebrote de enganche en el último equipo que jugué pero fue solo un pantallazo mentiroso. Todavía lo que mejor me queda es el centro de la cancha o los interiores derecho e izquierdo en una línea con tres volantes cerrados; de carrilero muero. La realidad es que voy encaminado a pararme de central, bicho y peleador. Ojo, siempre todo a un ritmo muy cansino. “Sin la pausa no podría haber jugado”, dijo alguna vez Christian Bassedas. Igual, tocar la guitarra, escuchar música y leer me salen mejor.

¿Qué camisetas has vestido y cuál es la inolvidable? ¿Y la olvidable?

Cosas chicas: estuve en el equipo de Filosofía y Letras de la UBA, en torneos amateurs por la zona de Ezeiza con un equipo llamado El Laurel, en la Liga regional de Lobos con EFIC –donde se compite por plazas en el Torneo del Interior, una especie de primera C para clubes más allá de la CABA- y en la de Cañuelas con Atlético Sur, un club del barrio Hipotecario de la ciudad de Cañuelas. La camiseta inolvidable es la de EFIC y lo es también por olvidable. Marca todo un periplo en el que arranco de capitán y titular para terminar hundido en el lado oscuro, comiendo banco, dejando el entrenamiento en disconformidad con el técnico, entrando veinte o diez minutos en el segundo tiempo para tratar –infructuosamente- de tener la pelota. También es el momento en el que formé parte de un plantel difícil, propio de un equipo forjado en la experiencia real del futbol. Gente grande con recorrido, vestuarios picantes. En esos lugares confirmás que la boludez de la épica futbolística llorona de Campanella, Apo o Sacheri no tiene nada que ver con la cosa.

¿Qué siente un cantor cuando hace goles?

Felicidad y magnanimidad, lo que todos. El futbol tiene tres o cuatro formas de la felicidad. Cuando hacés un gol, ponés un cambio de frente de cuarenta metros en el pecho de un compañero o disputás y ganás a pierna fuerte una pelota en el piso. En todos esos momentos las cosas se ven claras, sabés tu lugar en el mundo, sabés quién sos. Te lo confirman de afuera o los propios compañeros en frases cortas como “buena, cabeza”. No hay mucho más que eso. En parte se juega para repetir esa experiencia antigua, aunque suene a chamuyo menottista. El último que hice por los puntos fue en diciembre del año pasado; llegué a la cancha trasnochado, agarré un rebote en el área y la crucé. El equipo ya no peleaba nada pero aún así fue uno de los mejores momentos del año.

¿Alguna vez buscaste tu propio Norte con el fútbol? ¿Por qué jugar al fútbol y no a otro deporte?

Claro, como todo hombre argentino. Lo más firme fue cuando jugaba en la UBA, tras un torneo interno quedé en la Primera que juega el actual Torneo del Interior –algunos lo llaman Argentino C-; entrené y después dejé. No forjé las condiciones óptimas para el deporte profesional. En realidad, la música, el rock, leer y sus derivados son más fuertes y creo que me salen mejor. Fui y soy vago para el entrenamiento, lo odio; en la UBA me decían “Pachorra”. Por otra parte soy descendiente de italianos. Como tal, se pescar y me defiendo en el calcio. Incluso de chico ya conocía la fórmula para armar pastones, el tres por uno, etc. pero lo olvidé, para vergüenza de los que me preceden. Para los demás juegos y deportes soy tronco y me aburren rápido; por ahí me llama la atención el básquet, pero también me queda lejos. Y acá, en Argentina, ¿qué otro deporte se puede hacer? No da perder las orejas en un scrum de rugby. Una medievalista una vez me ordenó enamorarme de un deporte para no tener problemas de sentaderas, ahora, en el apuro, no encuentro mejor excusa que esa para jugar al futbol.

¿Cuáles son tus influencias como futbolistas y cuáles cómo músico?

Te digo a los que admiro y traté de imitar, después la realidad desmiente: Juan Sebastián Verón, Bassedas, Pirlo, el Lobo Ledesma, Moreno y Fabianesi. Verón es lo máximo, jugó y ganó en todos lados, incluso en la B y la Liga de La Plata. Como músico, ojalá alguien que me escuche hoy diga “a este le gusta Josh Homme” y otro a su lado le conteste “pero tiene cosas de Jack White ¿eh?”.

En tu disco hay distintos géneros como en un equipo distintos jugadores ¿qué hace el DT para hacerlos funcionar?

Es difícil. Por eso el disco del que hablás me costó mucho decidirme a sacarlo. Imagino que tiene que haber una idea, una negatividad invisible que hile todo. En el disco es el paso del tiempo propio y el residuo que deja la experiencia a través de tal errancia. Las canciones reflejan eso. Si era futbol es probable que hubiese piñas en el vestuario.

¿Has escrito sobre fútbol (canciones, poesías, periodismo)?

Con una banda que tuve hace tiempo sacamos un EP que en la tapa tenía una cara de Menotti con los ojos tapados; una imagen ambigua. En el disco próximo a salir de mi banda actual Científico Loco hay una canción acerca de un hombre que solo puede jugar en los puestos del medio; el estribillo dice “2-6-5-9”. También algún cuento para un libro que todavía no publiqué. Creo que todo está lejos de la épica lastimosa de la que hablaba arriba. Hay que dejar de escribir en ese tono por diez o quince años y, si se quiere seguirle dando vueltas al tema, encararlo desde otro lado. Las cosas que escribía Vicente Luy, sus poesías sobre futbol, son un camino interesante.
Lo peor es que la discusión pública de futbol –escrita y oral- se tiñe gran parte de esas posturas y, peor aún, con el solo apoyo de la autoridad, de la figura, algo que ya los filósofos derogaron hace ochocientos años. Pasan desapercibidas y se aceptan falacias como que el Barcelona nos copió el futbol a los argentinos en un pasado de gloria para decir, solapadamente, que todo el presente es una mierda –que lo repiten varios ex técnicos de la selección argentina, periodistas y otros- Cosas que se elevan como categorías inobjetables que se usan para juzgar, desde ese lugar que es falso y nada objetivo, cómo debe jugar tal o tal equipo, cómo debe ser tal liga. Banco la experiencia y la verdad que se aprehende en ella, pero también afinar el argumento y saber descubrir la trampa. En suma, hay que echar a Perfumo de la televisión, que está sentado en un escritorio, más alto que el resto de los panelistas de ESPN, y da consejos de lirismo sin fundamentar nada. Los otros son Cappa o Valdano, que predican acerca de un potrero imaginario, de griegos apolíneos y elegantes, que se inventaron para consuelo de sus pseudo teorías, cuando el potrero actual argentino está compuesto por campeonatos de futbol siete por plata, el cual se juega todos atrás y un nueve estilo Tevez aguantando lo que venga ¿O por qué crees, al margen de la distancia y las diferentes lógicas y objetivos del profesionalismo, que hay tanta identificación popular con el ex Boca? Todo eso no lo puede explicar la imago melancólica. Necesitamos un Ruso Verea de derecha, bilardista si se quiere; mejor aún, lombardista.

¿Sentís que hay alguna forma de “descreimiento” para contigo en la cancha por ser músico? Me refiero a dichos como: “Dedicate a la música” o “jugaba bien pero arrancó para la música.”

Claro, es un deporte darwinista y casi salvaje. Los grupos son manadas donde se espera de cada miembro ciertas conductas, por ejemplo, el pendejo debe callarse la boca; también se respeta al viejo pero se lo pone a prueba, si no tiene voz de mando, si no tiene autoridad, queda descartado como un león viejo. Cada uno tiene su lugar y al mismo tiempo se mantiene alerta, cuida lo suyo. Pero en este sentido –y esto no es contradictorio sino que es parte de la misma dialéctica- el futbolista, cuando huele alguien que no viene de su experiencia, cierra filas, te lo hacen sentir, para medirte. Es una forma de reconocimiento del otro que pasa en todos los ámbitos. En el rock tenés un ejemplo televisado cuando Pappo lo pelea a DJ Deró, le hace sentir que él no es de la experiencia de los que tocan música, no transitó todas las mediaciones necesarias. No sé si está bien o mal, en mi caso yo soy el primer consciente de que en mí el futbol fue y es una actividad lateral, un complemento de esparcimiento, serio, sí, pero no principal. Nunca fui un futbolista, no completé inferiores, etc. Y esa consciencia genera que la tensión con los otros me divierta.

¿Qué sucede musicalmente cuándo te juntás con amigos músicos y qué cuando te juntás con amigos futbolistas?

En Científico Loco cuando no estamos ensayando, hablamos de futbol o de rock. Es una lógica con dinámica de androide. Afuera de la banda tengo un amigo técnico, con él en particular nos sentamos a discutir algunas cosas; tácticas, puestos, etc. Hace un tiempo conseguí unos videos de Bielsa entrenando a la Selección de la Copa América 99; juega Lussenhoff de lateral derecho y Palermo de nueve. Con él los miramos y llegamos a la conclusión de que el Loco sirve y es de los mejores para el entrenamiento, para el proceso previo y el aprendizaje, pero para ganar una final que dirija otro.

¿A qué gol le harías una canción? Si no es un gol conocido podrías contarlo. A mí la letra de «Acantilado» me despierta imágenes netamente futboleras.

“Acantilado”, como habla de amor y resurrección, algunos momentos pueden ser del palo. Lo veo más bien por el lado del tipo que se va de un club peleado con todos y sigue su carrera en cualquier otro lugar. Le haría canciones a dos goles: el de Boselli al Barcelona en Dubai merece un rock oscuro, cargado de riffs, que hable en letra y forma acerca de clavar un puñal en el narcisismo, asustarlo de muerte, pero además cómo este vuelve una y otra vez a levantar sus huesos e imponerse. También el de Maxi Morales en la final que Velez le ganó a Huracán en el 2009 sería una buena ocasión para un tema simple en tonos mayores, de ritmo picante y distorsión leve, con una letra que hable del amor sin importar “lo que digan los demás”, tópico natural del rock. Y un disco a la selección de Alemania del Mundial 1974, por prosaica, pragmática, silenciosa, olvidada frente a la patología perdedora, buena onda y cannábica de Holanda.///PACO