Viene de la ➡Parte Uno

¿Cómo es que un boxeador completamente desconocido en su país, pero que peleaba con cierto éxito en todas partes del mundo si los números le cerraban, llegó a tener una noche de gloria en el Madison Square Garden de Nueva York? ¿Y cómo ese mismo boxeador, que además vendía plumeros para sobrevivir en su Santa Fe natal, hizo para prepararse de la manera en que lo hizo, para estar completamente a la altura de las circunstancias esa noche? Lo de Carlos Manuel Baldomir en el plano deportivo es insólito. Sin ser un estilista ni mucho menos un pegador (noqueó apenas 15 veces en 71 peleas, de las cuales ganó 49), quedó marcado por un exitoso 1999 que lo catapultó a posiciones de privilegio del ránking mundial welter, una situación que pese a las dificultades supo mantener con el paso de los años. Para “El Tata”, el el trayecto a su merecida chance por el título fue largo: porque lo es naturalmente, sí, pero mucho más porque se trataba de un argentino desconocido, sin talentos que le interesaran a la televisión y, para completar el mix del boicot, porque tenía un récord que espantaba a esos promotores que suelen vestirse con trajes caros y adornarse con cadenas de oro.

Nada de eso detuvo a Baldomir. Desde el 2000 al 2005 peleó con: Freddy Blanco Castello, Alberto Cortés, Rubén Darío Oliva, Alex Carrillo Villa y Paulo Sánchez, todos ellos triunfos en la Argentina; el turco Alpaslan Aguzum, en dos oportunidades, ambas por nocaut, en Alemania; dos veces con el turco Hasan Al, empate primero y victoria por puntos luego, en Dinamarca; José Luis Cruz, eliminatoria mundialista que resultó empate, en México; David Ojeda, Verdell Smith y Miguel Ángel Rodríguez, todos triunfos, en los Estados Unidos. Con el éxito ante Rodríguez, en mayo del 2005, ya no había nada más que los promotores o las entidades pudieran hacer para evitarlo: ese ignoto santafesino debía tener su chance por el título welter. ¿El campeón? Zab Judah, una de las estrellas del momento, que planeaba ir contra los grandes de la división. Pero primero debía vencer al retador obligatorio y luego sí podría unificar frente a los púgiles de mayor nombre. Sin embargo, las lesiones y los contratiempos jugaron su propio papel en esta historia y la fecha del combate se fue posponiendo una y otra vez hasta llegar al 7 de enero del 2006. El día más importante en la carrera de Carlos Manuel Baldomir.

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Paso a paso, ¿cómo fue la preparación para la pelea con Judah?

Yo me fui de la Argentina en los primeros días de julio (2005), porque la pelea iba a ser en septiembre. Entonces teníamos dos meses y medio para entrenar. Era muy difícil ganarle a Judah, yo miraba las peleas de él, los videos, y decía: “¿Cómo le gano a este tipo?”. Ocho defensas tenía de su reinado. Entonces lo primero que pedí fueron sparrings zurdos, negritos como él. Y se trajeron, allá en Estados Unidos se pueden conseguir. Hicimos campamento allá, donde yo ya había estado por dos años y medio. Cuando estaba en pleno entrenamiento, había pasado un mes, un mes y medio, veníamos bien, ya habíamos visto videos, hecho sparrings, la pelea tiene un vuelo y ponen otra fecha. Para noviembre. Qué bien, decíamos, mejor, nos preparamos más tiempo. Y seguí con el entrenamiento. Ya la pelea se tenía que hacer sí o sí, porque era el primero del ránking y retador obligatorio. O sea, quiera la televisión, quiera el Consejo o no, se tenía que hacer igual. Yo había ganado la eliminatoria en mayo del 2005 en Chicago, frente a Rodríguez, tremendo peleador mexicano, que lo tenía Don King también. Entonces se pasa para noviembre, nos quedamos ahí, nos dan dos meses más. Con muchas ganas, con mucho esfuerzo, cada día me iba poniendo mucho mejor, pero todavía no tenía la confianza de que iba a ser campeón, de que iba a ganar. Seguimos entrenando muy duro y llegamos a octubre. Entonces queríamos saber el día, el día de la pelea, que no estaba todavía. Mi manager me decía “Don King es así, se maneja así, juega con los componentes del campeón, ellos ya saben cuándo van a pelear y te dicen una fecha pero después te la cambian”. Yo no le creía mucho, pero ya estaba ahí. Llegamos a octubre y la pelea se pasa para el 7 de enero de 2006. Estábamos en octubre del 2005. Enojado les digo que me voy, los eché a todos a la mierda creo. “Me voy a la argentina, estoy unos días allá y después vuelvo”. Brusa me decía “no te podés ir, cómo te vas a ir”. Ya está, le digo, no quiero pelear, me voy. Hablo con mi mujer, Graciela, y ella me dice: “No vengas porque vos tenés que ser campeón, tenés que quedarte, los chicos necesitan que vos seas campeón y vos dijiste que ibas a ser campeón mundial, entonces te quedás”. Ahí nomás desarmé la valija y me quedé. Si Graciela me decía “venite”, quizás no hubiese llegado a ser campeón mundial. Siempre lo cuento a eso porque en ese momento fue lo único que me hizo quedarme los seis meses allá. Después de ahí dije “bueno, a ese lo voy a matar, le voy a ganar”. Empecé a buscarle todos los puntos débiles, porque todos los boxeadores los tenemos. No todos son invencibles, ¿qué campeón no ha perdido? Ahí empecé a pensar en cómo ganarle y sabía cómo le tenía que ganar, porque por algunos videos me iba dando cuenta de que él era frágil de arriba, de la mandíbula. Y cuando vos no lo dejabas pensar no sabía qué hacer. Entonces me aferré a eso, a ponerle todas las pilas y bueno, yo un mes antes ya sabía que iba a ser campeón. Un mes antes a todos los que me llamaban les decía que iba a ser campeón mundial. Se lo dije a dos periodistas nomás, a Osvaldo Principi y a Julio Ernesto Vila. Ellos tenían más contacto con Brusa. Un día estaban hablando con él y le saqué el teléfono. “Mirá que voy a ser campeón, te lo digo para que no te sorprendas”, le dije. No sé cómo lo habrá tomado. Principi me llamó dos días antes de la pelea. Después ninguno más me llamó antes. Me llamaron después.

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Baldomir cumplió. Aquella noche fría de enero en Norteamérica cumplió su papel al pie de la letra. Todo lo estudiado e ideado para arrebatarle el reinado al buen Judah dio resultado. Sin embargo, no fue sencillo. El moreno se hizo grande en los primeros rounds gracias a su velocidad y a su pequeña reserva física. Probablemente subestimó a ese desconocido argentino que llegó con récord de 41-9-6 y gastó al comienzo la poca energía que tenía. Lo cierto y comprobado es lo visto sobre el cuadrilátero del MSG: “El Tata”, como contó luego, sabía que tenía que presionar de manera constante y tirar arriba y eso hizo. En sus enceguecidas embestidas, todos sus golpes iban dirigidos a la cabeza del campeón. En ese revoleo, algunos llegaron a destino y muchos otros se esfumaron en el aire. Y así Judah casi que logró agrandarse, con un tercio de pelea en el bolsillo y un cabezazo –casual, según el réferi- que cortó al santafesino en el quinto round, complicando más aún sus escasas chances de triunfo. Pero como nada está dicho hasta que suena la campana final y para colmo Baldomir tenía seis meses de preparación en sus espaldas, el combate dio un giro espectacular. Con confianza, el argentino tuvo también paciencia y hasta se animó a jugar con la mente del oriundo de Brooklyn, tocándose una y otra vez el mentón con su guante derecho, invitándolo a que lo golpee. Invitándolo a que desarme su guardia en el enojo para él poder entrar a descargar su castigo. La estrategia dio sus frutos en el histórico séptimo giro de esa pelea por el campeonato mundial welter. Al comienzo nomás y tras un jab largo de izquierda que abrió camino, Baldomir estampó una poderosa derecha en la cabeza de Judah, que se tambaleó, se recostó sobre las cuerdas y finalmente terminó casi que abrazándose a un sobreprotector árbitro, ya imparcial a esas alturas. El argentino buscó desesperado el desenlace por la vía rápida, pero el campeón no dejó de correr hasta que la campana lo puso a salvo en su esquina. A partir de allí Baldomir hizo lo que debía hacer y buscó hasta el último segundo a su rival, asumiendo de manera correcta el rol de retador y poniendo todo su empeño y corazón en cumplir su sueño. Cuando escuchó que las tarjetas que leía el mítico Jimmy Lennon Junior daban 115-113, 114-113 y 115-112  para “el nuevo campeón”, supo que su misión en tierra norteamericana se había concretado exitosamente. Y desde allí su vida nunca volvió a ser la misma.

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¿Qué sentiste cuando terminó la pelea?

Fue una pelea emocionante, linda y no por ser argentino, eh. Fijate el físico que tenía en esa pelea, cómo estaba, la velocidad. Estaba súper entrenado y peleé los doce rounds tirando golpes. Después, de ahí a ser campeón, ya pasó rápido, porque pasaron los rounds, el réferi me decía “champion” y yo no entendía nada. Pero nunca pensé en que no me la daban. Y eso que de los tres jueces, dos eran de nueva york y uno italiano. El réferi era de Nueva York, ¿cómo ganas ahí? Yo dije, si tengo que ganar, voy a ganar. Pienso a veces, cuando recuerdo o leo una revista, el sacrificio que hice para llegar al título del mundo… Ganarle del número 30 al número 1. Les gané a todos. Y hoy veo que un título se parte en cuatro pedazos, que sos campeón interino, que hay campeón mundial en receso y lo veo con tan poco valor a los títulos, tan desvalorizados los campeonatos. Un título mundial tiene tres campeones. Ese es el negocio de los promotores, no solamente argentinos, de los promotores de todos lados. Y estoy totalmente en desacuerdo con eso, porque yo fui campeón y esto no lo comparto. Si tenemos que contar las defensas del título internacional, con los rivales y los lugares a donde fui, hubiese sido campeón mundial antes y con diez defensas.

¿Cómo fueron los festejos tras ganarle a Judah?

La primera noche no dormí (ríe). Supuestamente Don King tenía la fiesta para Judah y fui yo ahí a comer, en un restaurante italiano en Nueva York. Fuimos con todo el equipo y los indios (Sycuan, sus promotores). Festejamos ahí. Al otro día teníamos que salir a las diez de la mañana para Los Ángeles, así que no dormí esa noche, no pude dormir y festejé hasta esa hora. Después dormí en el vuelo un rato.

¿Siguieron la celebración en LA? 

En Los Ángeles no siguió la joda porque yo quería volverme a Santa Fe. Miraba Telefé y me pasaban a mí, era algo increíble, algo soñado que se había hecho realidad. Mirábamos Telefé internacional, que llegaba allá. Después llegar a la Argentina, no sabía que iba a ser tan grande la caravana, me seguían todos. Ya en Ezeiza nomás estaba todo el periodismo argentino, que ni sabía quién era yo. No porque me había ido seis meses, sino porque la gente no me conocía. Nadie me hacía notas. Eso es algo que me dolió mucho, que después se los dije y se lo recalcaba cada vez que iban a Santa Fe a hacerme una nota, de lo mal que se habían portado conmigo. Trabajé y vendí plumeros hasta los 33 años y a los 35 fui campeón. Yo peleaba en Europa y ganaba plata, cada tres o seis meses peleaba, pero no me alcanzaba. Tal vez si me veían más en TV podía conseguir un sponsor… 

Telam Santa Fe 11-01-06 Llego el nuevo campeon mundial welter Carlos Baldomir Foto:Luis Cetraro/Telam/cf

La bienvenida en Santa Fe fue en la cancha de Colón, ¿cómo describís ese momento?

Uh, y además entró la gente que venía atrás en la caravana. Lo viví como un sueño realmente, porque yo siempre soñaba con eso y se hizo realidad. Ya había entrado a la cancha con un cinturón internacional, ovacionado por la gente, pero en medio de un partido de fútbol. Y en ese entonces estaban todos por mí. No estaba la cancha llena, pero estaba la mitad y estaban ahí por mí, para saludarme. Un sueño cumplido. Cosas muy lindas y muy grandes que uno vive cuando es campeón. 

Después vino la pelea con Gatti, con la confianza por las nubes. ¿La preparación fue la misma?

Sí, sí, el mismo tiempo, dos meses y algo. La pelea la confirman en abril más o menos. En seguida dije que sí. Les dije que iba a ganar y que lo iba a noquear, porque él pelea de esta manera y yo peleo así, y él está golpeado y yo no. Y así fue. Yo le iba a ganar porque él ya había tenido mucha guerra. Yo era nuevo y fuerte. Él era liviano, yo subí en mediano al otro día y lo iba a noquear. Entonces los indios me miran, habrán dicho “este es campeón y ya está agrandado”, pero yo se los expliqué tan sencillo y con tal humildad que me creyeron. Y me dicen: vas a ganar un millón de dólares para vos. No puede ser, decía yo, si gané 100.000 la primera vez. HBO puso esa plata porque lo quería hacer campeón a Gatti, para vender más PPV (Pago Por Ver, abono televisivo muy común en los Estados Unidos), porque era muy taquillero. Entonces arriesgan ese dinero. Se hace la pelea en julio, yo tenía una confianza terrible. Pero muy serio, muy enojado con todo el mundo porque hasta ahí era un campeón de casualidad. En las fotos estoy serio, enojado. Después se me pasó porque ahí ya decían que había un nuevo campeón y es argentino. Me agarraban como verdadero campeón, ya no era de casualidad. Y ahí ya me agrandé (ríe). No, no sé si me agrandé, pensé ya más en el dinero después con Mayweather. 

Pero ya pagaron bien para que pelees con Arturo Gatti.

¿Por qué HBO me paga millón y medio a mí para pelear con Gatti? Porque querían que Gatti me gane para vender más PPV después, él era más taquillero. Los indios, mis promotores, me dicen: pagan un millón y medio, un millón para vos y 500 para nosotros. Está bien, les dije, si había ganado 100 mil con Judah. Pero yo le voy a ganar, quiero cien mil más, les dije. Aceptaron: “vos le ganas y cuando te bajas tenés cien mil”. Y me dieron los cien para mí solo, sin pagar el 33% de mi entrenador y manager. Pero los tipos lo recuperaban después con la otra pelea que venía. Cuando yo fui campeón mundial me pagaron seis pasajes a Cancún y me dieron un cheque de 20 mil dólares, ¿de dónde lo sacaron, de dónde lo recuperan? De lo que yo iba a ganar en el futuro. Son tipos muy inteligentes. Se portaron muy bien conmigo. Yo lo que necesitaba, me lo daban. Yo quería 50 mil de entrenamiento y siete personas y todo eso se sacó de lo que yo ganaba después, lo pagaba yo mismo después. Si los promotores de acá pensaran como ellos, de invertir en el boxeador para después ganar… Pero quieren ganar antes de invertir y no es así. Los tipos ponen, ponen y ponen, y ganan después a los dos años. Pero estos quieren ganar desde que te firman el contrato. Pero esto se gana después. Eso lo sé yo porque lo viví y me pasó.

Después de ganarle a Gatti pediste por Floyd o Ricky Hatton, ¿lo hiciste con la convicción de poder ganarle o ya pensando únicamente en los millones que había en juego?

Las dos cosas. La confianza de ganarle porque sos campeón mundial, le ganaste a uno que tenía tres títulos mundiales y después una defensa con un taquillero, un peleador. O sea, no sé si me apuré o me agrandé enseguida, pero después de ser campeón mundial, ¿qué te queda? Demostrar que sos el mejor. Y para demostrar que quería ser el mejor tenía que ser contra Mayweather. Por ahí Hatton era más fácil que Gatti, era peleador. A Hatton le ganaba. Lo mismo que a Gatti, igual, porque era el mismo tipo de peleador. Más rápido quizás. Esa pelea me hubiese gustado. Hubiera sido una buena pelea por cuatro o cinco rounds y chau, lo liquidaba. Yo era mucho más grande, más fuerte. Ese hubiese sido el rival para cerrar el año. Quizás los indios negociaron más la pelea de Mayweather y tampoco tenía que aceptar. Era 1,6 millones y en la otra había cobrado un millón, tampoco había tanta diferencia. Pero yo no me apuré, me apuraron ellos a mí. Hoy pienso que había mucha más plata, tres o cuatro millones. Ganó más la empresa que yo. Pero bueno, en ese momento hay que estar, hay que ser campeón mundial, hay que estar con la cabeza tranquila. No es fácil. No es fácil llegar, no es fácil mantenerse, no es fácil después vivir con eso, que fuiste campeón mundial. Sos otra persona creo yo, no sé por qué… No otra persona, no sé, vivís con eso siempre, que fuiste campeón mundial y te cambia mucho la vida. Y no es fácil porque te da tanta fama, tantas cosas, que después ya no sos más campeón mundial y perdés todo eso, ¿entonces después cómo vivís sin eso? No lo sé explicar bien tal vez… Es difícil.

Tuviste problemas de salud en la preparación para la pelea con Floyd, ¿qué pasó?

No sé, yo venía entrenando normal, bajando de peso, me había ido dos meses y medio antes para allá, había llevado a toda mi familia. Así que estaba muy bien. Por ahí, estando acostado, siento que se me empieza a dar vuelta la cama, el techo, todo. Y me empecé a torcer, a agarrarme la panza, doblarme y empecé a temblar. Y en ese entonces la llamé a mi esposa y ella llamó a un amigo que estaba ahí (Ivo) y de ahí me llevaron al médico. Entonces le explicaron lo que yo estaba haciendo, que estaba entrenando. Deshidratación fue lo que me dijo el médico y me pusieron tres o cuatro sueros, a quince días de la pelea. Me fui a 75 kilos de nuevo, cuando yo estaba en 70 o 71. Y bueno, estaba por pararse la pelea, los indios la querían parar, me decían la pasamos, pero yo no quería. Hubiese sido lo mejor quizás. No llegué físicamente bien, pero sí puse todo lo mejor de mí: guapeza, empeño, las ganas. Pero me superó totalmente, no tenía fuerzas. No tenía nada de fuerza. Me costó hasta el último día del pesaje, entrenando dos o tres veces en el día para dar los 66,600 kg., que se hablaba que yo no los iba a dar nunca. Pero subí muy débil. 

Después de la pelea dijiste que equivocaste el plan, que vos eras el campeón y saliste a buscar; pero a su vez decís que él es muy rápido y que si lo dejás pensar te liquida: a la distancia, ¿qué análisis hacés de esa contradicción?

Si la pelea era hoy lo dejaba pensar. Es un fenómeno. Al único que respetó fue a mí. Porque cuando me pegó y no me hizo nada, dijo “no, con este no arriesgo más”. Estoy entre los mejores cinco o seis rivales que enfrentó. Hoy lo esperaría. Además como ya dije yo a esa pelea subí mal, tuve problemas de deshidratación.

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Subir débil a pelear frente a Floyd Mayweather Jr. debe ser una de las ideas más ridículas de la historia del boxeo. Ante esa evidencia, no es difícil suponer que la fama ya estaba instalada en la cabeza de Baldomir y la de sus manejadores, impidiéndoles sobrellevar responsablemente una situación deportiva de primer nivel y en la que había millones de dólares en juego. Además, realmente no necesitaban apurarse: en sus manos tenían una carrera como la del santafesino, boxeador revelación del 2006 por haber destronado al campeón del momento y por haber noqueado a una leyenda. Pero lo hicieron, se apuraron y esa noche, la del 4 de noviembre, ante el aún hoy competitivo Floyd, las luces de la fama comenzaron a apagarse para Carlos Manuel Baldomir. Aunque es cierto que, aprovechando el nombre que se había hecho en ese agitado 2006, “El Tata” tuvo otras oportunidades luego, deportivamente ya nada volvió a ser lo mismo. 

Un año después en Tacoma, Washington, intentó ir por el título CMB de la división superwelter, que le quedó grande: derrota por puntos frente al respetable Vernon Forrest (muerto de un balazo en 2009 cuando intentaron robarle el auto). Más tarde ese año Baldomir venció al ignoto mexicano Luciano Perez y con ello se ganó otra chance en la categoría welter, cayendo por puntos en una eliminatoria frente a Jackson Bonsu en Bélgica. Después de ese traspié, llegó su primer retiro: 27 de noviembre de 2009 en Santa Fe, cuando noqueó en el cuarto al colombiano Jairo Siris. Lo que parecía una despedida a tiempo terminó siendo otra escena más del circo que se monta alrededor de las carreras boxísticas de muchos veteranos de renombre. Porque el dinero llamó a la puerta una vez más y “El Tata” aceptó enfrentarse con un rival prometedor, el mexicano Saúl “Canelo” Álvarez, hoy en día una de las estrellas más grandes del boxeo. En el Staples Center de Los Ángeles, Baldomir hizo una tarea decente esa noche, pero se confió más de la cuenta buscando un golpe de gracia y terminó cayendo antes del límite en el sexto. Era el 18 de septiembre del 2010. Si para algunos los combates realizados en esos tres años consiguieron opacar en cierta forma sus pergaminos, lo que siguió después en la carrera boxística de Carlos Baldomir no es siquiera digno de ser mencionado. Solo el dinero –que ya no era mucho a esa altura- y las ganas de ser recordado por algunos fanáticos memoriosos lo hicieron seguir saltando a los encordados. 

Baldomir, tal vez para autoconvencerse de hacer esas peleas en lugares recónditos frente a rivales exóticos, reflexionaba en el 2012: “Yo a veces me pongo a pensar en todo lo que hice, ¿y quién se acuerda de Baldomir? Tu tía, tu tío, tu hermano, tus parientes, ¿y después quién? ¿No voy a ir a pelear por 30 mil dólares? Si los necesito y me hacen falta, voy. ¿Quién me va a quitar lo que yo fui, lo que yo hice? ¿Quién me lo va a sacar?”.El 25 de abril del 2014 en Kanasín, una ciudad del estado de Yucatán, México, “El Tata” boxeó profesionalmente por última vez en su vida. Un desconocido pero invicto peleador ruso, Andrey Meryasev, le ganó ampliamente por puntos luego de diez asaltos. Baldomir subió aquella noche excedido de los 76 kilos, bordeando ya la categoría semipesado y alejado por completo de los welters, la división que lo vio brillar durante largos años. Y así, lejos de las 147 libras en las que fue el primer campeón mundial argentino, pero muy cerca de que todo éxito deportivo obtenido deje de importar para siempre, la vida de este curioso vendedor de plumeros que se hizo famoso con los guantes en sus puños estaba a las puertas de un giro conmocionante y criminal. Se sabe, nada nuevo en el mundillo pugilístico////PACO

Continúa en la ➡Parte Tres

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