Política


Pablo Sirven, lejos de África, lejos de todo

El pasado domingo 17 de enero, Pablo Sirven firmó en La Nación, diario del cual es editor, una columna de opinión titulada “La madre de todas las batallas.” Su primer párrafo trajo agitación y repudio. La columna empieza así: “Una vez más, este año la madre de todas las batallas será la provincia de Buenos Aires, ese territorio inviable en cuyo africanizado conurbano se deciden electoralmente los destinos de la Patria.”

It´s pure ideology, diría Slavoj Žižek. También hay afectación. Se entiende rápido que Sirven, una persona alfabetizada, es consciente de que esas exageraciones, para llamarlas de alguna manera, rinden, y las instrumentaliza. Captura la atención. Escandaliza. Se gana su momento de oprobio y protagonismo. Sin embargo, también queda como un ignorante. Desde luego, es posible que a él eso no le importe. Ahora bien ¿los lectores históricos de La Nación aceptan que una provincia central en la producción agropecuaria argentina sea tratada de inviable? La palabra, “inviable”, se escucha a menudo para designar regiones y provincias, incluso a veces a todo nuestro país, y dice mucho más de los que la usan que de cualquier otra cosa. “Inviable” sería, en el discurso latoso y vulgar del liberalismo, lo que da pérdida, lo que no se puede mantener a sí mismo, lo que no sirve, lo que hay que sacrificar, lo no productivo. Pensar que una provincia, o un conjunto de individuos, es inviable implica un grado dañino de falta de mirada política y resulta muy poco piadoso, egoísta y casi eugenésico. Dicho esto, ¿la Provincia de Buenos Aires resulta inviable? ¿Se atrevería Sirven a decir esto en alguna reunión de la Sociedad Rural? ¿O en la AFIP? ¿O en alguna de las tantas cámaras que agrupan las pymes? ¿O es que, para Sirven, lo inviable puede ser, al mismo tiempo, próspero?

Los equívocos siguen. Y cuando compara al conurbano con África queda claro que no conoce ninguno de esos dos lugares. El conurbano es una región imprecisa que, dependiendo de cómo ubiquemos los cordones que la componen, contiene partidos, localidades y municipios como Vicente López, Avellaneda, Gonzalez Catán, Morón, San Fernando, Isidro Casanova, Quilmes, Tigre y La Reja. Área compleja y disímil en la que conviven los vecinos de San Isidro y La Matanza, ¿aceptaría alguno de ellos que su barrio sea señalado de inviable?

África, por su parte, ya no se utiliza como sinónimo de atraso, ni en Europa occidental, ni en ningún lugar del mundo diplomático o geopolítico. Se lo ve como un continente castigado por el colonialismo, intervenido por ongs, lleno de all inclusives y resorts en el norte y esperanza productiva en su zona subsahariana. En Francia y en Italia, hablar de África es hablar de un lugar al cual se puede ir a hacer negocios y al cual hay que cuidar como una reserva ecológica, si se es de izquierda, o productor de materias primas, si se es de derecha. Ningún funcionario o intelectual más o menos informado compararía un barrio del banlieue o la periferia de Roma, París, Marsella o Milán con África. Primero porque saben que es un continente lleno de diferencias, de dolor y de esperanza, pero sobre todo porque es de mal gusto y te hace quedar como un tonto. Hablar de África de forma despectiva, para agredir a alguien o degradar algo, no está ni en los discursos oficiales de Vox, aunque quizás sí en su oralidad cotidiana, y parece encajar mejor con la ultraderecha francesa que reivindica a la División Carlomagno.

Pero Sirven no se refiere a eso. En su imaginario África es un lugar con selva y negros desnudos, donde mujeres pobres se visten con telas de colores y en el cual él, si alguna vez le tocara visitar ese lugar, se desplazaría secándose el sudor de la frente con un pañuelo mientras busca al doctor Livingstone. Aunque las fantasías de Sirven son interesantes, y sus ilustrativos prejuicios con seguridad fueron censurados en silencio por sus lectores más fieles, el resto de su columna me resulta también muy sintomático. ¿Qué es lo que sigue? Se trata de un periodismo militante en el cual el autor intenta alertar a los dirigentes de su partido de cara a las próximas elecciones legislativas. 

En vez de preguntarles y preguntarse por qué todos se borraron tanto, Sirven prefiere tratar a los líderes de Cambiemos con un candoroso tono paternal. La columna incluye una exhortación a no bajar los brazos y a salir del silencio público, actitudes que le achaca, algo compungido, a María Eugenia Vidal. Luego ofrece a Lilita Carrió como posible candidata bonaerense, pondera a Horacio Rodriguez Larreta y se lamenta de una verdad. Durante el gobierno de Cambiemos, dice Sirven, todavía fastidiado, “eran contados los funcionarios encumbrados que daban la cara en los momentos problemáticos.” La cita es textual. Luego se encarga de perfilar así a Macri: “La palabra del ex presidente sacude y anima a la tropa adormecida”, y agrega que “se estima que muy pronto conformarán un frente muy compacto (…)” Es una nítida expresión deseo. Nadie ve que la cosa sea ni “muy pronto” ni “muy compacta” de la mano del perezoso ex presidente.

Por momentos, el periodismo militante de Sirven se transforma, así, en prensa partidaria. Ni en el diario Hoy del PCR se leen intervenciones tan cerradas y con tantos nombres propios sobre sus posibles internas. 

Bien leída “La madre de todas las batallas” es un catálogo de fracasos. Sirven describe un partido poco cohesionado y en retirada, al que le supone, sin error, un caudal de votos. La desbandada, sin embargo, resulta evidente. Cambiemos ya no es más el partido del antiperonismo. Que agrupe a los antiperonistas no lo niega nadie, pero ¿de qué partido hablamos si a duras penas logra ser una oposición segmentada? Caraduras en la política hay muchos y todavía algunos se aferran a diferentes formas del clavo ardiente que les dejó la presidencia de Macri. De hecho, los que enumera Sirven, si exceptuamos a Rodriguez Larreta, son los nombres de los restos de un proceso que falló. Y si el periodista de La Nación critica el estilo “pecho frío” de Peña, lo hace como quien remueve las cenizas húmeda después de la tormenta. El paisaje es de óxido, desidia y chapas voladas. En tren de dar y recibir consejos, lo que debería hacer Sirven es jugarle alguna ficha a Martín Lousteau que, discreto, se afilió hace poco a la UCR, comprando acciones a la baja de una empresa que ya demostró que, a la larga, termina rindiendo.

Hubo una época en que el antiperonismo, tanto el de izquierda como el de derecha, era docto, combatía el mito, reivindicaba la razón y si cometía errores, y desde ya los cometía, lo hacía por estirado, por cogotudo, por tibio. Sabían los cuadros de ese antiperonismo que los tilingos que votaban sus expresiones partidarias eran cipayos, egoístas e individualistas antipatria, y debían adoptar a veces estrangulados discursos acomodaticios para no perder ese electorado. Hoy eso parece haber cambiado para mal.  Antivacunas, libertarios, inorgánicos adictos a Twitter, predicadores y trolls de todo tipo son admitidos, sin mucho trámite, como interlocutores válidos y muchas veces incluso como organizadores de marchas y concentraciones alrededor y en el interior de un Cambiamos ya deshilachado. 

Excluyo a los terraplanista de la lista por varias razones. Primero, me caen simpáticos. Son líricos, exuberantes, usan su paranoia para invocar raras teorías científicas y reflotan viejas creencias medievales con una nueva pátina pop. Pero, sobre todo, no joden. Siempre es bueno que haya un colectivo diciendo lo que nadie dice y si lo hace con la poesía de cuatro elefantes y una gran tortuga, mejor. Diría para terminar que tengo más confianza, y siento menos espanto, por esa fuerza conmocionadora, irracional y sorprendente que en la vuelta de coaliciones improvisadas que desgastaron hasta el ridículo la economía de nuestro país////PACO

Si llegaste hasta acá esperamos que te haya gustado lo que leíste. A diferencia de los grandes medios, en #PACO apostamos por mantenernos independientes. No recibimos dinero ni publicidad de ninguna organización pública o privada. Nuestra única fuente de ingresos son ustedes, los lectores. Este es nuestro modelo. Si querés apoyarnos, te invitamos a suscribirte con la opción que más te convenga. Poco para vos, mucho para nosotros.