Música


Nano Stern: “En el lugar cómodo, se empieza a morir”

Nano Stern nació en 1985 en Chile. Es cantante, compositor y productor. Su vínculo con la música comenzó a los tres años cuando decidió estudiar violín pero luego incorporó diversos y variados instrumentos, además de su particular voz.  Durante su adolescencia formó parte de bandas de rock como Matorral y Mecánica Popular (junto a Manuel García) y estudió en la Universidad Católica. Sin embargo, tras poco más de un año de estudios, decidió tomar su guitarra y recorrer el mundo. Terminó viviendo en Amsterdam en donde grabó su primer disco, homónimo, en 2006. A este trabajo se le sumaron Voy y vuelvo (2007), Los Espejos (2009), Live in concert (2010), Las torres de sal (2011) y La Cosecha (2013). A su vez, colaboró con diversas bandas y cantantes como Inti Illimani y Juana Fe, con quienes grabó un EP. Tiene una fuerte impronta proveniente de los mayores exponentes de la nueva canción chilena y un compromiso social que lo caracteriza. El sello local Sonoamérica acaba de lanzar Antología, disco que recorre los años de carrera de Nano y que se presentará hoy viernes 28 de noviembre a las 21 hs en el teatro Caras y Caretas, Sarmiento 2037, CABA.

¿Cómo fue la selección de los temas para tu disco “Antología”?

Para empezar, fue bastante curioso cómo llegamos a llamar al disco Antología. Siempre hablamos de una antología como un concepto abstracto, todos entienden lo que se dice por antología pero la verdad es que como acostumbramos a hacer nosotros los inconscientes contemporáneos nunca nos preguntamos qué estamos diciendo, de qué estamos hablando. Entonces un día pensando cómo ponerle a este disco, quizás algún nombre más fantasioso o un poco más original, dije voy a ver qué significa (‘antos’ la raíz significa ‘flor’ y ‘logía’ es elegir, escoger) y justamente yo este año he estado en un proceso de varias producciones seguidas que culminaron en octubre con un concierto gigantezco que se llamó Flor de concierto y antes de eso con un ciclo en invierno que se llamaba Brotes de invierno. Entonces, ando con la onda de las semillas y las flores por todos lados y cuando me enteré que significaba esto pensé que era una señal. Y luego, el proceso de selección de las canciones fue un criterio que yo establecí: quería que hubiesen cosas de todos mis discos. Es por lo menos una muestra muy representativa de una gran parte de mi discografía. También estuve abierto a las sugerencias de la gente de Sonoamérica porque creo que ellos tienen un oído distinto, ustedes como argentinos tienen otra sensibilidad y me pareció interesante saber cuáles eran las canciones que resonaban con ellos y así fuimos  en un vaivén de listas que partieron en unas 30 canciones hasta que finalmente terminamos en 17. Un disco bien largo, poniendo toda la carne a la parrilla. Por otro lado, en lo personal, creo que los discos no son más que una muestra bastante lejana de lo que es la música y la música sucede en vivo, en los conciertos y no hay manera de registrar eso, creo que es imposible, yo nunca he escuchado un disco que se asemeje, que se acerque un poquito a la magia que es ver a ese artista en vivo pero por lo menos es una oportunidad de compartir esas canciones en formato de disco con la gente en Argentina. Imagínate, es una alegría tremenda para cualquier músico del mundo que tus canciones sean editadas en otro país.

Desde pequeño comenzaste a transitar la música, a través del violín y luego incorporando otros instrumentos y siendo un adolescente formaste parte de bandas con destacados de la música chilena pero en algún momento decidiste ir por el mundo en otra búsqueda ¿Qué cosas encontraste en Europa y qué en tu Chile natal y tomaste para tus composiciones actuales?

Bueno, me es difícil separar, hacer una disección. Claramente hay elementos musicales muy distintos que se pueden todavía reconocer. Esto me lleva a una reflexión que me ocupa mucho por estos días: lo que intento hacer en el fondo es preparar recetas en donde de pronto los ingredientes no sean tan claros. Que uno diga “qué rico pero no sé con qué está hecho. No sé qué condimentos tiene”. Y el ingrediente más importante es el tiempo, dejar que las cosas maceren. Macerar es una metáfora muy certera porque justamente que se mezclen las cosas a un nivel ya molecular, que no sea posible volver a separarlas porque de la mezcla de esas dos nace una cosa nueva y en eso estoy realmente. De la música tradicional europea con la cual yo me he podido relacionar muchísimo rescato el trabajo instrumental, hay una tendencia mucho más fuerte que acá a que las danzas sean sin canto. Y la música de acá es mi historia, es mi país, mi tierra, mi sangre. Lo mismo con el rock, con el jazz, con las sonoridades de la música docta que es parte de mi vida desde muy chico. Entonces, están todos esos elementos conviviendo, conversando y quisiera yo que llegando a lugares nuevos, alcanzando nuevas mezclas.

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Nombrás constantemente a tus referentes dentro de la música chilena como Victor Jara, Violeta Parra, Los Jaivas y mencionabas recién sonoridades del rock y del jazz ¿quiénes han sido tus influencias en esos géneros?

El máximo referente musical de mi vida es Jimmy Page de Led Zepellin. Justamente hace unos días él lanzó un libro en Nueva York y yo estuve ahí en la presentación, fue muy emocionante. Él me influenció y me sigue influenciando. Y desde el jazz es difícil nombrar sólo a uno. Hoy por hoy estoy muy pegado con Herbie Hancock y con su historia, con su viaje musical, su paso por el quinteto de Miles (Davis) sus versiones más eléctricas, abrió al hip hop, me parece un tipo que dentro de su mundo puede tener un nivel de trasgresión y de mirar para adelante que es algo que admiro mucho. Yo hago canciones y me cuestiono que quizás no es necesario tener ese nivel de ruptura con lo que he hecho, no tengo porqué sacar un disco nuevo que sea completamente otra cosa y dejar de hacer lo que estoy haciendo, no me parece orgánico. Pero sí admiro mucho e intento incorporar esa capacidad de mirar para adelante, de estar siempre explorando y de tener muy presente que el momento en el cual uno se afinca en el lugar cómodo, se empieza a morir, se empieza a volver gris. Pero otro referente que es mucho más cercano, sobre todo a ustedes, es Charly García. Qué capacidad el tipo de reinventarse. De él he aprendido mucho. La otra vez me sorprendieron, me sorprendí a mí mismo en una entrevista donde me preguntaron cuál era mi disco favorito de Latinoamérica, que es una pregunta muy grande, y yo dije Clics Modernos. Y la verdad es que ese tipo tiene un nivel de genialidad, de propuesta estilística que yo admiro mucho y de quien quisiera ser capaz de aprender. Y tuve la suerte de muy pendejo, a los 15 años, de tocar con él. Te juro que en ese momento, chico y todo, conocía muy poco, sabía que era una leyenda y demás pero de esto imagínate que hace harto tiempo, no tenía ninguna dimensión de con quién estaba. Después de grande me ha tocado compartir con gente que yo admiro tanto como Joan Baez, Pedro Aznar y otros tantos en Chile.

Hablás sobre la trasgresión de Hancock y has dicho que si algo les enseñó Violeta Parra es que había que ser trasgresores ¿cómo ha sido para vos la convivencia de ese espíritu con las instancias de formación académica que has atravesado?

Antes de responder voy a citar la frase de Violeta a la cual me refería, curiosamente ahora veo que ella dijo esto en una entrevista en la televisión argentina. Le preguntan ¿qué mensaje le entregarías a los jóvenes? Y ella dice: “tal vez les diría que escriban como quieran, que usen los ritmos que les salgan, que prueben instrumentos diversos, que se sienten en el piano y destruyan la métrica, que griten en vez de cantar, que soplen la guitarra y que tañan la trompeta, que odien la matemática y que amen los remolinos. La creación es un pájaro sin plan de vuelo que jamás volará en línea recta”. Bellísimo. Y en lo personal creo que tengo alergia absoluta a las instituciones, me cuesta mucho convivir con ellas y si bien he pasado por allí, ha sido rápidamente. En Chile estudié en el Conservatorio, estuve un año y medio y ya en el segundo año era ayudante de dos de los ramos, me iba súper bien, tenía buenas notas, buena onda con los profes, con los compañeros pero aun así me sentía absolutamente achatado y presionado por este lugar, sentía que la música se me estaba volviendo cada vez más gris. Lo mismo me pasó en Amsterdam donde estudié un año más en otro conservatorio.  Pero por otro lado,  tengo la experiencia de haber visto a mi hermana que también es músico y a mi abuelo y pensar que aquí hay un oficio de por medio y mientras más yo pueda aprender del oficio, mejor. No le voy a hacer asco a ninguna herramienta y, claramente, las herramientas propias de la música docta que se pueden aprender en la academia y en el instituto son tremendas. Por otro lado, si algo aprendí en esos contextos es por lo menos a tener una cierta base para poder seguir aprendiendo. Me gusta aprender de armonía, aprender de contrapunto y pienso que mientras más uno sepa, mejor. O sea, no hay por dónde perder. Me maravilla también darme cuenta que cada vez que cuando aprendo de algo en la música a nivel más abstracto, en vez de sentirme más cerca de saberlo todo, eso que aprendí me abre veinte cosas más y un abismo que no conozco y cada vez se vuelve mayor. Shostakovich, un compositor ruso decía una cosa muy linda: “La música es suficiente para toda una vida pero una vida no es suficiente para toda la música”. Muy cierto y muy lindo.

Participaste en más de una oportunidad de las manifestaciones por la educación en Chile ¿cómo ves hoy el escenario de la educación en tu país?

Lo veo con mucho desengaño y mucho desencanto. Con un poco de rabia, también. Porque finalmente si hay algo que los políticos saben hacer es tomar el clamor popular y maquillarlo y hacer pasar gato por liebre. Y da toda la sensación de que eso es lo que está pasando en Chile hoy. Y muchos de nosotros, una generación entera, un país entero salió a la calle reclamando algo que nos parece justo y necesario y hoy los que están en el poder no le están haciendo la justicia necesaria a ello. Creo también que tenemos un gobierno que lleva menos de un año y todavía no se aprueban ninguna de las reformas y hay que ver lo que va a pasar, es muy pronto para juzgar pero veo con un poco de desencanto el proceso actual del acontecer en general en Chile, no solamente en la política, en la cultura también. Hay una sensación de que nuevamente nos cagaron, de que nuevamente nos están cagando y nosotros elegimos que nos volvieran a cagar. Y hay una dificultad mayor ahora de salir a manifestarse porque tenemos un gobierno que es supuestamente de centro izquierda, entonces es menos el ímpetu que hay de salir a reclamar. Y lo que está haciendo falta, lo que veo en mi rol como músico, es más capacidad crítica, más contenido y menos consigna. Porque ya pasó el momento de las consignas, por lo menos en este ciclo de la historia de Chile. Sabemos hacia dónde queremos ir como país, al menos la gran mayoría de nosotros, lo que no sabemos es cómo hacerlo. Se habla mucho o se habló durante 2011 de que la nuestra era una generación sin miedo, lo cual me parece bastante certero, una lectura evidente. Pero no es lo mismo no tener miedo que ser valiente, creo que son dos cosas que no necesariamente van juntas y la valentía se va a demostrar en la medida en que seamos capaces de aportar desde la propuesta, desde la creación y desde los cambios concretos que podamos hacer cada uno para empezar en nuestra persona, en nuestros propios seres, partiendo desde nuestras casas, comunidades, barrios, ciudades y finalmente en nuestro país. No hay otra manera. Y lo que está pasando con la música en Chile hoy tiene mucho que ver con eso también. Se relaciona con que hay una generación, al margen de la cultura escénica directamente, que viene con algo nuevo que decir, por fin.

Dijiste en algún momento que “la música es vibración” para vos. Además de la música ¿qué cosas te hacen vibrar?

Bueno, pues, la gente. Como a todos, me hacen vibrar las ondas, así de simple.///PACO