A Malvinas traje un libro de Hemingway y una biografía de Alessandro Malaspina. El de Hemingway es una novela de posguerra, una historia de amor melosa en una ciudad italiana rodeada de mar. El de Malaspina, una biografía muy breve sobre un viaje exitoso alrededor del mundo. Me hubiera gustado traer, me doy cuenta ahora que estoy acá, La ética protestante y el espíritu del capitalismo. “¿Qué serie de circunstancias ha determinado que sólo sea en Occidente donde hayan surgido ciertos sorprendentes hechos culturales…” Arriesgo que Weber explica la actualidad de las islas, la idiosincrasia de sus habitantes, su economía, su aburrimiento, su cola de paja y su vida contemporánea mucho mejor que cualquier libro de historia. También porque la tomaron los ingleses en 1833, porque la defendieron, porque la defienden y todo lo que hacen en ella hoy. Weber, entonces, aunque también una biografía de Enrique VIII podría aportar algunas claves.

Del otro lado, para completar, podría traer en el Kindle La ética católica y el espíritu del caudillismo, un artículo sugestivo y lúcido, algo risueño pero siempre interesante de Leopoldo Allub. Los títulos ya enmarcan un poco las lenguas y las tradiciones. Señalado el libro de Weber, me gustaría acotar, desde la tribuna, que La ética protestante y el espíritu del capitalismo tiene un error de fondo ya que no puede explicar porque los italianos del norte también se industrializaron. El mismo Weber lo admite.  Y de paso habría que decir que, antes de la unificación de Garibaldi, el sur en manos de los españoles, el Reino de las dos Sicilias, etcétera, ya había logrado una incipiente, pero importante, mecanización de su cadena de producción de cítricos que ayudaba a que los marinos no murieran de escorbuto.

Esos flujos y reflujos se pueden ver, no ya leer, sino directamente, ver en Puerto Stanley. Ajenos a todo, los ríos de piedra y los montes nos cuentan otras historias. ¿Y qué más? Mientras subíamos al lugar donde estaban las posiciones de avanzada del Monte Longdon, hacia el sur, en el valle que llega a Moody Brook, los zapadores de Zimbawe que están desminando hicieron detonar dos minas. Entre el viento, el primer estampido llegó con sorpresa y nitidez, parecido al golpe que da una puerta cuando se cierra con fuerza. Después me hundí dos veces en la turba y se me empaparon los pies. Arriba, estuve en la Olla de Baldini, vi las piedras donde oficiales argentinos estaquearon a sus soldados, recorrí las posiciones del Regimiento 7, unos 250 soldados que pelearon contra 800 paracaidistas británicos. El Londong es un lugar triste pero vital. Y las historias que cuentan los veteranos se escuchan cuando hablan, pero también cuando callan.

Cuando vuelvo al Malvina House, seco mis medias y pienso que los románticos alemanes habrían amado hasta el suicidio estas islas. Un paraíso austral, sordo, con una exuberancia en la negatividad y en el frío. Grandes zonas de nada sin árboles con algunas aves en las playas rocosas y yuyos y piedras y un horizonte como una línea vacía. Y sobre eso, un pequeño estado aislado, ordenado, limpio, paranóico, con un busto de Margaret Thatcher, donde nunca hace calor y donde el silencio está forjado en un suave metal galvanizado. Un lugar que administrado por un país con estado de derecho pero que, en realidad, encubre rasgos totalitarios. ¿Romanticismo alemán? Fantasma de Philip K. Dick yo te invoco. 

En ese escenario, el clima no es un personaje. Es un coro. La señora Humedad, la Señora Noche, la señorita Lluvia, el general Frío, el soldado Erosión, y el sol, amargo, retaceado, pero feliz. Las nubes son un permanente ganado que pasa. Y de todos los personajes de este coro, el viento es el más áspero, el más comentado. Quiere pasar desapercibido sin lograrlo, llega y se impone. Es como un viejo canoso vestido de negro que habla con demasiado volumen y pisa los árboles sin darse cuenta. No es británico. Ni kelper. Es bastante argentino, patagónico. Tiene humor, ironía, te castiga si lo desafías, a veces desaparece. Sí, el viejo viento del Atlántico Sur, yendo donde quiere porque es libre y viaja rápido, visitando cuando tiene ganas las Islas Malvinas. ////PACO