Entrevista


Ludmila, la dulce enemiga de Violetta


No hay nadie menos parecida a Ludmila Ferro que Mercedes Lambre, la actriz que interpreta a la encarnación del mal de Violetta. Villana sin descanso, envidiosa y con su merecida carga de diva, Ludmala hace de la vida de Violetta un martirio desde hace tres temporadas.  Nacida y criada en la ciudad de La Plata, la vida de Mechi cambió por completo en el transcurso del último tiempo, resultado de una apuesta y la valentía inconsciente propia de la juventud. A los 18 años firmó su primer contrato y se mudó a Capital Federal. “No me quedó otra que mudarme y fue bastante de un día para el otro. Fui a parar a lo de mis tíos, al cuarto de servicio, hasta que cobré mi primer sueldo y me pude alquilar un departamento para mí sola”.

¿Cómo decidiste que ibas a estudiar actuación?

Estudio teatro desde los 6 años, pero por supuesto en ese momento no sentía ni sabía que me estaba formando. Yo iba a los talleres a disfrazarme y divertirme. Así que esos primeros años no los cuento. Me di cuenta recién a los 13 años qué era lo que estaba haciendo. Pasé por todos los deportes, me compraba todo y al poco tiempo dejaba, me aburría en seguida; pasé por todas las danzas, porque me gusta bailar, pero no terminaba de definirme por ninguna y todavía no sé cuál me gusta. Lo único que mantenía era el teatro. Esa era mi constante. Me dije quiero hacer esto, no sé cómo ni precisamente qué, pero me gusta hacer esto.

¿Fuiste cambiando o tenías un mentor teatral?

Estudié con Gastón Marioni, siempre con él desde que empecé. En una época dejé, porque nos habíamos peleado, pero volví porque lo extrañaba. El teatro no me podía faltar. Tiempo después ya había hecho de todo en los talleres de Gastón, había pasado por todas las etapas, ya no sabíamos qué hacer. Hice dos años de comedia musical, pero no me gustó y decidí probar en otro lado. Me fui a CEFOA, una de las mejores escuelas que hay en La Plata y empecé a probar con canto para ver qué pasaba. En simultáneo terminé el colegio y por supuesto no sabía cómo seguir.

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¿Empezaste a hacer castings?

No tenía idea lo que era un casting. Algunas amigas más grandes que yo venían a Capital a probarse todo el tiempo. Yo nunca preguntaba nada pero me preguntaba qué harán, cómo será, cómo se hace. Me inscribí en un par de agencias, hice algunas pruebas, pero no pasaba nada. Hasta que una de mis amigas que se iba a presentar para el casting de Violetta me insistió para ir con ella. Al principio dije que no porque exigían actuación, baile y canto. Me parecía demasiado. Yo lo que sé es actuar. Hasta que después de tanta insistencia, llegué a la puerta y algo me dijo que podía hacerlo. Entré y cuando llegó mi turno improvisé, saqué todo de la galera. Al mes y medio me llamaron y me dijeron que querían volver a verme.

¿Cuántas instancias de prueba hubo hasta que te confirmaron que habías quedado?

Me hicieron dos pruebas más donde me hacían hacer el mismo personaje. Compartí casting con un chico, no con otras Ludmilas. Era obvio que me estaban probando a mí. Esa vez la vi a Cande Molfese -interpreta a Camila- y pensé que la estaban castineando para el mismo personaje, no sé por qué. Creo que la vi parecida a mí. Después de eso, empezaron los talleres de danza, canto y actuación. Seis horas diarias durante dos meses. Éramos quince, después se fueron alrededor de cinco y todavía nos mantenían en suspenso, no nos habían dicho que habíamos quedado, incluso con un contrato firmado por comprometerse a hacer los talleres. Luego nos cambiaron el lugar de entrenamiento a los estudios centrales de Polka, aún sin ninguna certeza. Todos suponíamos, pero nadie nos decía nada.

Éramos quince, después se fueron alrededor de cinco y todavía nos mantenían en suspenso, no nos habían dicho que habíamos quedado, incluso con un contrato firmado por comprometerse a hacer los talleres. Luego nos cambiaron el lugar de entrenamiento a los estudios centrales de Polka, aún sin ninguna certeza.

Durante esos talleres, Mechi comenzó a estudiar profesorado de teatro. Aprobó todos los exámenes del ingreso del IUNA pero por una inasistencia la bocharon. “Creo que no me querían, así que volvía a La Plata a estudiar. Pude sostener el ritmo dos meses, pero ir y venir era imposible. Tuve que dejar para dedicarme full time a mi trabajo en Violetta”. Ése es el ritmo que impone la industria televisiva: grabaciones de diez horas, de lunes a viernes, compromisos con la prensa, acciones publicitarias, etc. Y además, intentar mantener oxigenada una vida personal.

¿Cómo fue la construcción de Ludmila?

La sufrí mucho. Siempre fui muy inconsciente y de ahí sale un poco mi seguridad como actriz. Me equivoqué mucho pero también acerté un montón. Para uno de los castings me mandaron la escena la noche anterior, me tenía que aprender el texto y tenía que ver qué hacer. No pude evitar investigar un poco en internet otras malas de novelas, prepararme en pocas horas. Y así me presenté, no tenía margen para ponerme a inventar nada: necesitaba meter la escena. Poco a poco arrancó el timing televisivo, y yo no lo entendía porque venía de otra escuela. No lo entendía pero necesitaba aprenderlo por el proyecto y por mí. Emiliano Larre, nuestro coach, fue muy demandante y le agradezco muchísimo. Yo siempre fui colgada, nunca llevaba las cosas que me pedía. El aprendizaje fue paulatino y honestamente me costó mucho. Así nació Ludmila, prueba y error. Por suerte el personaje fue madurando con la evolución lógica de la historia.

Me acuerdo con claridad del primer día de grabación, ¿cómo lo viviste vos?

Yo también me acuerdo, hice todo mal. Estaba muy nerviosa. Incluso en las primeras tomas dije malas palabras y eso en Disney está vedado. Hay muchas restricciones en todo sentido, en maquillaje, peinado, vestuario; todo lo que no sea apto para niños está prohibido, hay reglas claras sobre eso. Ese primer día me mandé con muchas cosas que no iban.

¿Se extienden esas restricciones fuera de la pantalla?

Sí. Hay cosas que no puedo hacer en público. Lo respetas, evitas todo lo que puedas para no tener problemas o romperle la magia al público. Nos cuidamos porque así nos entrenaron, prestas atención a lo que haces o lo que escribís en Twitter. Yo solo uso mi cuenta para comunicarme de vez en cuando con los fans, no soy muy asidua.

¿Cómo fue darte cuenta que estabas metida en un programa que fue un boom?

En los talleres se comentaba que la tira se iba a emitir solo en Brasil, así que yo pensaba que no iba a hacerme conocida en mi país. Después fue creciendo la voz, el proyecto se fue extendiendo de a poco. Yo viví el proceso desde adentro, no lo viví como un estallido. No hubo impacto como fue en el público.

Planes siniestros, aliados, mentiras, manipulaciones y perversiones son las estrategias fundamentales para los villanos de cualquier historia. Si el amor supone bondad tal vez el odio suponga maldad, y el odio, más allá de ser un recurso argumental, no tiene límites. Necesitamos un malo para que exista un bueno, una victimario para una víctima, el demonio para el santo. Ludmila es la antagonista innegable de Violetta y ganó dos Kids Choice Awards como villana favorita, uno de 2012 y uno del 2013. Este año está nuevamente nominada en Colombia.

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¿Te gusta ser la mala de la novela?

Sí, me divierto mucho porque me encantó haber empezado con un público chico, porque a la hora de salir a la calle es mucho más sencillo manejar la situación. Me gusta también porque me da mucho espacio para apostar y confundirme, queda todo guardado en el personaje. Las malas tenemos el plus de la locura, una especie de inmunidad, porque tenemos que ser malas, es nuestro trabajo. Es difícil explicar el porqué, el origen de la maldad de una persona. En las primeras dos temporadas molesté sistemáticamente a Violetta, la volví loca. Primero celosa de León, después de Tomás y más tarde porque ella siempre era protagónica y Ludmila no. Una cuestión de envidia y resentimiento. Ahora veremos qué pasa en esta temporada.

¿Te tratan mal por ser la mala?

Las nenas más chiquitas se ofenden cuando me ven, me ponen los puntos. Me preguntan por qué la tratas tan mal a Violetta si ella es buena con vos. Se me complica. Las más grandes entienden.

Incluso en las primeras tomas dije malas palabras y eso en Disney está vedado. Hay muchas restricciones en todo sentido, en maquillaje, peinado, vestuario; todo lo que no sea apto para niños está prohibido, hay reglas claras sobre eso.

Violetta fue traducida a trece idiomas y emitida en treinta países de todo el mundo. Fan pages, club de fans, fakes en Twitter, fakes en Facebook, artículos escolares, indumentaria, calzado, perfumes, figuritas: alguno de los efectos colaterales del negocio y el fanatismo. El año pasado, luego de presentarse en vacaciones de invierno en el teatro Gran Rex con un éxito impensado, Violetta se fue de gira. “Fueron como seis meses. Nunca pensé que iba a conocer tantos lugares. Francia, España e Italia, casi todo Latinoamérica y después el interior del país. Estábamos trabajando, así que paseábamos lo que podíamos, no teníamos mucho tiempo libre. Pero la producción se organizaba para darnos algo de tiempo. Para mí es una locura hacer todos los días lo que me gusta. Es como vivir de fiesta, más allá de las exigencias y el agotamiento físico, que es intenso. A veces prefería quedarme durmiendo en vez de salir a recorrer. Necesitaba descansar para poder rendir bien en las dos funciones del día siguiente. Necesitaba regular”.

¿Qué fue lo más loco que te pasó en la calle?

En Buenos Aires es sencillo porque en la puerta de mi casa no hay nadie, no saben donde vivo, aunque a veces en otros lugares se complica. De gira fue peor que acá. Porque viaja el show, saben en qué hotel estás y se llena de fans. Nos ha pasado que nos despertaran golpeando la puerta a cualquier hora, y salís al pasillo y está lleno de gente. En Nápoles fue tremendo; eso era incontrolable. A la calle era imposible salir. La seguridad no daba abasto, estaban desbordados.

Sos muy cuidadosa con tu vida personal.

No voy a eventos, soy bastante reservada. Hago lo que considero importante y cumplo con las obligaciones. Yo lo único que vivo es ir a grabar y hacer los shows, porque así lo elegí. De la misma manera que podes hacer lo contrario: si querés lo tenes. Siento que no me va a costar salir de todo eso porque nunca entré en el juego. Por una cuestión de protección y mi forma de ser cuido mucho mi intimidad.

Si te hubiera entrevistado hace tres años, ¿cuál me hubieras dicho que era tu máxima aspiración?

Nunca. Yo me veía en teatro en La Plata. Jamás pensé que podía llegar a nada, no formaba parte de mi imaginario. Veía todo muy distante y quería evitar esa frustración, romperme el corazón por haber fracasado. Y sin embargo me animé.

Hace poco, mientras almorzábamos, me dijiste que vos imaginabas tu futuro como profesora de teatro, dando talleres, haciendo dramaturgia en La Plata.

Eso era lo mío, haciendo obras re off, cosiendo vestuario, pintando escenografías, como lo venía haciendo. En algún momento de la vida, si juntaba algo de plata mi sueño no era comprarme una casa, sino armar una sala, un teatro, incluso vivir ahí. Esto no me lo imaginaba.

¿Sabés qué viene después de Violetta?

No, y no es algo que me preocupe. A mí lo que me gusta es actuar. Mientras pueda encarnarme en otra persona yo hago lo que venga/////PACO

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