Malvinas: el cielo es de los halcones es una colección de tres título Skyhawk, Pucará y Super-Étendard. Los tres libros fueron escritos por Néstor Barron y dibujados por Walther Taborda y cuentan historias inspiradas en los relatos de pilotos argentinos que sobrevivieron a la guerra de Malvinas. Editados originalmente en Francia, Bélgica y Suiza a través de Editions Paquet, en el año 2010, la obra tuvo una edición de lujo en libros de gran formato y tapa dura. Cinco años después se realizó una edición nacional, en el mismo formato de lujo, llevada adelante por Editorial El Buen Libro. Para este 2 de abril, a cuarenta años del inicio de la guerra, Primavera Revólver saca una edición aniversario.
Desde hace unos años estás haciendo y dirigiendo Revolver, una revista independiente de historietas, que a su vez tiene un sello de libros. ¿Cómo surge esa idea?
En 2019, cuando se creía que el país no podía ir peor (porque, claro, nadie podía prever lo de la pandemia, que casi haría que se extrañe la malaria del 19), decidimos con Paula Varela ir en contra de esos vientos aplastantes y, sin ninguna lógica económica, apostar a crear una editorial que publicara lo que le pareciera bien a los editores. «Publicaciones impredecibles», como dijimos en su momento. En este mundo consumista la gente compra todo lo que se le ofrece: en consecuencia, solo no se compra lo que no existe. Así que, ¿por qué no probar con lo que nadie espera? De entrada se plantearon líneas editoriales que vamos a ir desarrollando (poesía, textos académicos, libros-objeto, infantiles, arte), pero comenzamos por la historieta porque, dada mi «carrera» en ese medio, sabíamos que los artistas nos iban a apoyar. Y lo primero fue hacer una revista mensual para los kioscos incluyendo distintos autores en cada número, porque todo el mundillo del medio decía que «eso ya no va» (a las personas les gusta tener certezas sobre el mundo en el que viven). La hicimos, y probamos que «iba». Con pandemia y todo, «Historieta Revólver» publicó ya unas 1.000 páginas y más de 100 artistas. La idea central fue y sigue siendo que el lector encuentre en un mismo producto a artistas consagrados -incluso algunos que son leyenda- y artistas casi desconocidos o de primera publicación. Ahora, esta etapa post-pandemia la caracterizamos con el concepto «Casa abierta» (todo artista que quiera, tiene aquí su lugar), y la idea es empezar de a poco a trascender el círculo de lectores de historieta, recuperar público, y -ya que estamos apuntemos alto- crear nuevos lectores. Aparte de esto, seguiremos con los libros de historieta y muy pronto empezaremos a abrir la editorial hacia los otros rubros que pensamos desde un principio.
¿Qué diferencia tiene la edición Primavera Revólver de Malvinas: el cielo es de los halcones de otras ediciones anteriores?
La publicación original de estos tres libros fue en Francia, Bélgica y Suiza; luego se publicaron en otros países, incluyendo una edición holandesa que los tituló Falklands, destrozando la coherencia entre título y contenido. Hacia 2015 la editorial El Buen Libro realizó aquí una edición muy lujosa, en gran formato y tapas duras, exactamente igual a la europea (o un poco mejor porque pude corregir algunos textos). Esa edición argentina fue irreprochable, ya que el único inconveniente que tenía no se le puede endilgar a la editorial: los libros de lujo no son para todos los lectores, de hecho son para muy pocos. Así, los «Malvinas» argentinos tuvieron mucha más difusión que llegada real. Por eso nos pareció casi diría imprescindible que exista una edición accesible económicamente. Los libros que vamos a publicar son de tapa blanda y en el tamaño que es habitual en la historieta argentina: esas son sus únicas diferencias con la edición de tapa dura. Pero así su precio baja a un cuarto de lo que cuesta la otra. Aparte de esto, en esta edición popular hay una nueva revisión y ajuste de los textos y -en el tomo 3- algún material gráfico que no estaba en las anteriores ediciones.
¿Qué es lo que más te gusta de El cielo es de los halcones?
La parte técnica y su representación gráfica -los aviones y demás- son impecables (mérito exclusivo de Walther Taborda). Con la parte humana de la historia, me gusta pensar que hicimos lo posible y más para transmitir algo intransferible: lo que se siente en el momento extremo, casi sobrehumano, en que alguien está en una pequeña cabina volando a 1.000 km por hora rumbo a lo que puede ser su instante final en este mundo. Por definición es imposible que se lograra contar eso con exactitud, pero acercarnos lo más posible a transmitir ese sentir es ya un logro. Me emociona mucho (por eso figura en la contratapa de estos tres tomos) lo que dijo una vez Pierre Clostermann, héroe de la aviación francesa: «En nuestro mundo occidental, donde la cobardía compite con la necedad, el heroísmo de los aviadores argentinos es como un faro luminoso».
¿Cómo recordás a Walther Taborda?
Taborda fue uno de los artistas más originales que tuvimos en nuestro país. Comenzó siendo un adolescente, creando obras experimentales que asombraban; fue creciendo en conocimientos técnicos y en profesionalismo, hasta desarrollar una carrera en Europa que claramente iba a llevarlo muy lejos, en reconocimiento y en logros artísticos. Aparte de esto, en su vida personal era alguien intachable, y generoso como hay realmente muy pocos en el medio artístico: regalaba consejos, datos del negocio, secretos profesionales, no se guardaba nada, y así formó a un par de generaciones que le deben lo que ninguna escuela o universidad te da. Increíblemente, en ese punto altísimo de su carrera, de repente, en una semana o así, ya no estaba entre nosotros. En lo personal, fue mi amigo entrañable, con el que compartimos aventuras creativas y viajes inolvidables durante casi 20 años. Un amigo irreemplazable… con quien aparentemente no teníamos casi nada que ver. Sanidad y toxicidad, mesura y desmesura, religión y ateísmo, el día y la noche: por eso Walther es para mí irreemplazable, por ese juego de extremos que especialmente en estos días se ha vuelto utópico, imposible, impensable (pobres gentes de estos días…).
A cuarenta años del conflicto bélico del Atlántico Sur, ¿volverías a escribir sobre Malvinas? ¿Qué historia contarías?
Volvería a hacerlo, y de hecho quizá lo haga en un tiempo mediato. Volver a contar la historia inexplicable del ser humano inmerso en una locura, a la que le encuentra sentido a partir del amor a las cosas intangibles: una tierra determinada, otra persona, o cualquier otra representación del sueño que es la vida.///PACO