Por Soledad Valdez/ @___Samira___
La banda integrada por José “Joe” González, Daniel “Keru” Ortiz, Gabriel “Chuky” Torino y Marcelo “Gallego” Belottini, traen desde Quilmes un LP en el que plasman bares, rutas y mujeres. En un total de diez temas. Al escuchar “Dale más fuerza”, puede decirse que “El motor” es: una máquina que produce movimiento neuronal a expensas de una guitarra, formando un espiral de metal que envuelve todo lo que tenga a su alcance: un caballo de metal, un personaje bélico montado en alas de fuego, un vampiro y hasta al propio Satán, entre otras cosas.
El tema que abre el disco, es el primer eslabón de la cadena de adamantio creada por la banda, en poco menos de cuarenta minutos. Su estribillo es una carta que vale doble: como presentación del disco y de la banda. A simple vista, todo parece ser un paisaje único enraizado en un encuentro de motos, pero no. Cuando suena “la esquina” aparece explícitamente el barrio. Mientras Joe está en la esquina habla de su vecina, el verdulero, el carnicero que anda con otra vecina, la farmacia que vende “pastillas”, un burdel en la otra esquina y la policía. Otro panorama se da cuando se presenta una invasión nocturna de Silver Samuráis, en busca del rumbo que los pueda llevar hacia la libertad. Quienes montados en alas fuego logran cortar los vientos y sobresaltar a todo aquel que se atraviese en su camino.
En gran parte del material, el personaje que se dibuja es muy similar a The Gosht Rider, pero detrás de esa dura fachada existe también un hombre que tiene su lado sensible. Quien sabe retirarse de capas caídas cuando está dolido. Volviendo sobre sus pasos y retomando la vieja ruta al ritmo del riff. Así como también, puede animarse a ir en busca de su chica, recorriendo una ciudad entera para encontrarla. De esta manera muestran que se puede hablar de amor sin entonar baladas, ni llorar porque se está en una cama de clavos y sería encantador estar en una de rosas.
Cerca del final hay un mix de aventuras nocturnas, poder superfluo, y superación de obstáculos. El último eslabón de la cadena de adamantio está forrado en cuero para reafirmar la identidad de la banda. Se definen como una pesadilla enmarcada en rebeldía, locura y diversión. Tocando la guitarra, escribiendo versos y saliendo en busca de la libertad.
La homogeneidad sonora del disco puede dejar poco espacio para imágenes mentales ajenas a encuentros de motos. La fórmula clásica del rock duro, batería contundente y riffs constantes, hace pensar que Mefisto unió a Zarathos y Johnny Blaze en la zona de Quilmes, e hizo tres copias más. Pero entre tanta rusticidad aparecen matices. Se habla de amor, el barrio, el encuentro con amigos, las luchas internas y externas que puede vivir cualquier persona diariamente. Todo sin perder el ritmo, ni soltar el acelerador, sin dejar que se detenga el motor ////PACO