1 Dos meses antes de difundirse la música del nuevo disco de Fito, se conoció la imagen que saldría en las listas de Spotify al elegir La ciudad liberada: su cara medio afilada, sus rulos negros, su barba un poquito desprolija, todo metido en el cuerpo de una mujer desnuda. Se asoma una teta, los ojos de él están delineados y apenas abiertos, la cintura parecería ser de una redondez femenina y los brazos, que hacen una especie de autoabrazo, que, ya dijimos, deja ver un principio de teta, no se entiende si pertenecen al pianista o no. Es una composición fotográfica (diseño de Alejandro Ros, fotos de Nora Lezano) basada en el clásico copy-paste, corto cabeza y pego cuerpo, corto cuerpo y pego cabeza, que termina generando una mala imitación del perfecto y elaborado Marylin Manson.

2 Fito venía de hacer un álbum con Paulinho Moska en 2015, Rock and roll revolution en 2014 y Yo te amo en 2013. Nadie se acuerda mucho de esos discos; lo que más nos quedó es el hit radial “Yo te amo”, donde usaba la palabra “bandido” y el diminutivo “agarradito” e insistía con que, a pesar de todo, a pesar de que ella lo dejaba a él de pago (sic), él a ella la amaba. Con Rock and roll revolution, en 2014, se armó un poco de barullo mediático cuando Julia Mengolini, recienentemente separada del cantante, se sintió atacada por una canción en la que él la trataba a un ella como tarada y le decía: “Vos pensás pensás mucho en tu revolución. Yo pienso que te falta rock and roll”. Él no daba su nombre, pero ella alguna razón supongo que tenía; se sintió tocada y le dijo, públicamente, en las redes sociales, “despechado”. Entre esos tres discos, de 2013 hasta la fecha, dio recitales en los que interpretó canciones de sus mejores épocas; un genio del refrito enmascarado como artista comprometido con el remake.

A pesar de tener buenas canciones, lo que más nos va a quedar del álbum es la foto de un cantante importante del rock argentino en el cuerpo de una mujer.

3 A mediados de 2017, antes de aparecer con sus fotos con cuerpo de mujer, estrategia publicitaria que buscaba anticipar lo que vendría, llamó la atención de los medios y las redes con un video semicasero en el que interpretaba el mega hit reggetonero “Despacito”, de Luis Fonsi y Daddy Yankee. En el video le hace propaganda a la marca de pianos Steinway & Sons y está acompañado del bajista Guillermo Vadalá. Se ríe, está contento, juega a intervenir la canción y a ser una especie de Brad Mehldau de radio Disney. La versión se viralizó y se hizo conocida, en los medios y las redes, con el hashtag #DespaFito.

4 El video del “DespaFito” fue filmado el mismo año en el que sacó La ciudad liberada. Y, créase o no, mientras hacía ese video en clave cómica, pasándola bien y contento de hacer lo que llamaba una “full versión de ‘Despacito’”, grababa dieciocho canciones con recriminaciones al estado deplorable del mundo. Vemos, entonces, un Fito con dos caras: una que pretende ser un burlón contento que manipula la supuesta basura radial y otra que le canta al desastre que estamos haciendo los humanos en el planeta Tierra. Cuidado, La ciudad liberada no es exclusivamente negativo y resongón, no, tiene temas más positivos en los que se repite hasta el ridículo la palabra “sol”, pero lo que más nos queda al escucharlo entero es que el apocalipsis está muy cercano. Sus mejores canciones son las que reflejan ese costado oscuro.

5 El disco, que nos llevaría más de una hora escuchar entero, arranca con su peor canción, “Aleluya al sol”, un intento de posicionarse del lado de los buenos en todo el tema del Ni Una Menos. El único aspecto divertido que tiene es que en la parte donde dice que “todos tus hombres seamos mujeres al menos un segundo”, uno lo relaciona con la imagen en la que nuestro Fito se convirtió en mujer.

El disco, que nos llevaría más de una hora escuchar, arranca con su peor canción, “Aleluya al sol”, un intento de posicionarse del lado de los buenos con Ni Una Menos.

6 A pesar de tener buenas canciones, lo que más nos va a quedar del álbum es la foto de un cantante importante del rock argentino en el cuerpo de una mujer. Es tan así que los periodistas del diario cordobés La Voz investigaron de quién era el cuerpo. Primero tomaron la hipótesis de que era Sofía Macaggi, modelo y panelista de Infama. Después, que era de la actriz Griselda Siciliani, pero ella lo negó rotundamente. Preguntaron entonces a los operadores de prensa y lograron averiguar que el cuerpo en cuestión era de María Eugenia Martínez, novia actual del cantante rosarino.

7 El problema por el que la imagen pasa tanto a primer plano y deja atrás a la música es que, aunque el rejunte de canciones es bueno, sus temas mejor logrados generan una especie de depresión bastante fuerte y, al estar seguidos de otros muchísimo más suaves y livianos, se convierten en algo pasajero. Con “Nuevo mundo” y “La mujer torso y el hombre de cola de ameba”, que están uno después del otro y colocados justo en el medio de las dieciocho canciones, nos hunden en un mundo de desilusión y tristeza que se pasa y no llega a ser del todo. Tal vez si se hubiera animado a hacernos sentir de verdad que el mundo ya no tiene sentido, Páez estaría siendo la voz de los que buscan estar angustiados. Pero no, después de sumergirnos en tinieblas, nos tira en la cara “Otra vez el sol”, un intento de vitalidad basada en repetir muchas veces la palabra “sol”. Nos mata para después, al ratito de estar muertos, venir a decirnos que resucitemos y que la vida vale la pena porque el sol no deja de iluminar.

8 En el segundo tema, “Wo wo wo”, el que le sigue a “Aleluya al sol”, aparece, durante pocos segundos, alguien que no puede faltar en el universo Fito Páez, Fabiana Cantilo. Si uno sobreanaliza el hecho, podría decir que la voz de Fabiana, que es la única otra que se puede identificar con claridad toda su última creación, representa al Páez mujer: como él se convierte en mujer en La ciudad liberada, entonces tendría que tener una voz de mujer y ¿qué voz de mujer tendría Fito si fuera mujer? La de su eterna amiga, la de Fabiana Cantilo. Otra vez, lo interesante tiene que ver con la foto que vemos de él transformado en mujer.

Tal vez si se hubiera animado a hacernos sentir de verdad que el mundo ya no tiene sentido, Páez estaría siendo la voz de los que buscan estar angustiados.

9 Oscar Jallil, desde la Rolling Stone, y Martin E. Graziano, desde Panamá Revista, insisten sospechosamente con que este es el «mejor disco» de Fito en veinte años. Podría ser, pero teniendo en cuenta que en los últimos veinte años no paró de sacar cosas de muy bajo nivel. Ellos argumentan que el disco es una propuesta “arriesgada”, que hacer algo de dieciocho canciones es todo un “gesto político”, una crítica a la juventud que no tiene tiempo de nada y no le interesa dedicarse seriamente a escuchar algo “profundo”. Les falta aclarar que hay mucho relleno para llegar a esos tantos minutos de canciones. Por ejemplo, dos de los dieciocho temas, los dos últimos, “Se terminó” y “5778”, son de despedida, advierten que esto se acaba, que una persona se tiene que ir, no le queda otra, pero no quiere y habla un poco más y dice muchas veces “chau, nos vemos”, pero vuelve a hablar otro poco y se sienta en el sillón otra vez y, después de un rato, se despide, pero otra vez vuelve a sentarse y cuenta otra anécdota divertida de su alegre adolescencia.

10 La ciudad liberada, cuyo nombre que Fito sacó de un poema del poeta Néstor Perlongher, del que, ya que estaba, podría haber tomado también su búsqueda de ampliación del lenguaje y de la no repetición de palabras constantemente, no está tan mal y vale la pena escucharlo un poco. Tiene algunas curiosidades divertidas, algunas perlitas, que dejo acá sueltas a modo de cierre:

a. La canción en la que aparece Fabi Cantilo está inspirada en un sueño de Pity Álvarez. Los derechos de ese tema los comparte con él.

b. “Los cerezos blancos” está basada en el animé de Miyazaki “El viaje de Chihiro”. Debe ser la primera vez que algo del rock argentino tiene que ver con algo del animé japonés.

c. Para no perder al público que se había ganado gracias a sus declaraciones antimacristas en 2012, les hace un tema que se llama “El ataque de los gorilas”. Ahí nos cuenta que está peleado con el encargado de su edificio que quiere averiguar quién aparece en su lista de invitados de una fiesta que organiza. Uno se queda preguntando quién estaba invitado a esa fiesta privada. Acá ataca a las redes sociales: del Facebook dice que “no hay amigos” y del Twitter, que es un “pájaro ruin”.

d. ¡En “Chica mágica” nos cuenta que tuvo sexo en el baño de una fiesta! Es sobre una novia, le dice “minina, gatinha y dulzura del mar”, que le destapa la birra con los dientes.

e. El último tema, “5578”, tranquilamente podría convertirse en la canción de cuna favorita de un bebé con un gusto musical culto y contemporáneo/////PACO