Leticia Martín (Buenos Aires, 1975) es poeta, narradora, integrante del colectivo Las Claudias e intensa tuiteadora a lo Margo Glantz. En La coronación del peón, volumen número 29 de la colección Exposición de la actual narrativa rioplatense, la autora conjuga siete cuentos de siete mundos dispares entre sí e igualmente provocadores: desde el despertar sexual y el abuso, pasando por algunos accidentes caseros, hasta la obsesión de una alumna por su profesor, historia que da nombre a la antología.

Los relatos de La coronación del peón, cuyo arte de tapa pertenece a Laura Bedoian, confluyen en un hecho literario tan cotidiano como la anécdota. En algunos de los cuentos, es el motor inicial de escritura; en otros, como en “La señorita masa”, persiste como un elemento secundario. Desde esta perspectiva, con una adjetivación escasa aunque certera, Leticia Martín logra delinear a sus personajes, mayoritariamente mujeres, a partir de monólogos interiores que se debaten entre la verborragia maníaca y la calidez maternal. Las descripciones sensoriales y visuales adquieren una preponderancia esencial como impresiones de la subjetividad de los personajes sin, sin embargo, opacar el ritmo de una narrativa despojada de retoricismos. Un ejemplo es el cuento “Sistema español”, en el que la protagonista dice: “Siempre lo mismo. Un punto asoma y a las pocas horas millones de espinitas, como abrojos, cubren la capa más superficial del cuerpo. Eso sos. Un ser de pelos. Tu cubierta exterior puede ser una seda o un rayador de queso; y la diferencia la establece el transcurrir de un par de días”.

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Otro recurso destacable es el humor, que surge como una inevitable consecuencia de las vicisitudes de la neurosis cotidiana, como le sucede al personaje de “Morir sin morir”, quien teme heredar la catalepsia de su abuelo: “Lo primero que pensé cuando supe del mal que padecía fue que iba a tallar en mi féretro que por favor me entierren con el celular, onda, llegado el caso, tuitear algo parecido a: “Estamos bien, en el refugio, los 33”. A pesar de valerse de un género que surge en la oralidad, y con la volubilidad que esto implica, entre elipsis, enumeraciones caóticas y desarticulaciones temporales, el discurso en La coronación del peón resulta sumamente atractivo al lector, que se deja llevar hacia el desenlace como quien escucha una conversación ajena en algún bar. A continuación, Martin desarticula con algunas respuestas ciertos aspectos de lo literario y cuenta el proceso de reformulación que sufre la anécdota en su escritura.

¿En qué género te sentís más cómoda? ¿Poético, narrativo o dramático?

Me resulta extraño ubicarme respecto a los géneros en términos de comodidad-incomodidad. Se ha dicho bastante sobre ellos. Gerard Genette, Christian Metz, Tzvetan Todorov, Jacques Derrida, Roland Barthes. No son pocos los que intentaron definirlos. Oscar Steimberg, por ejemplo, les asignó el lugar de “entrejuego entre cambio y permanencia”. Influenciado por la lectura de Lacan, amigo de Oscar Traversa, Steimberg escribió que los géneros están ahí, repitiéndose como los síntomas, adaptándose a los distintos soportes, redefiniéndose históricamente en relación con otros géneros. ¿Qué es hoy la poesía, la narrativa, la dramaturgia? Como escritora me siento llamada a pensar esos contenedores. Por supuesto existe una idea socialmente aceptada de qué es cada texto que producimos, sin embargo todo el tiempo me pregunto por los límites. Qué pasa con los géneros en este momento de la historia, qué es lo sedimentado, qué es lo que se modifica, hasta donde se puede cambiar. Volviendo a tu pregunta, digamos que me gusta mantenerme en esa incomodidad, ir detrás de los bordes, buscar la ruptura y ver hasta dónde puedo estirar los límites. Digamos que –al menos en mis intenciones- soy puro experimento.

¿Qué valoración le das a la anécdota en lo narrativo?

La anécdota es una buena aliada para narrar. En todo caso evitaría hablar de valoraciones, se trate de la anécdota o de cualquier otro recurso narrativo. Las herramientas están ahí, para que las usemos, y será un problema nuestro si lo hacemos bien o mal. La anécdota, como recurso, es una fuente de posibilidades. Muchos autores la usaron y de diversas formas. A mí me gusta evocar la anécdota, recrear mentalmente el momento y después trastocarlo, tergiversarlo, generar algo nuevo con la parte del suceso que me toca recordar.

¿Cuál pensás que es la incidencia de las redes sociales en la forma de concebir lo literario?

Quizá algún día, si avanzo en este entramado donde elegí moverme, si sigo leyendo y logro narrar con fluidez las historias que se me ocurren, podría contestarme “qué es lo literario”. Hoy no puedo. Que un libro me guste no lo hace literatura, que me cuente un suceso, tampoco. Lo mismo con la buena forma, la trama atractiva, la tradición en la que se inscribe, los personajes a que da lugar. Sí puedo hablar de la incidencia de las redes sociales en “lo que escribo”, y sí creo que hay una influencia entre un determinado momento histórico y lo que sus actores somos capaces de generar. En ese punto de choque hay algo que nos excede y de lo que -sólo a veces- podemos dar cuenta. Las redes sociales forman parte de nuestras vidas, modifican nuestras subjetividades, nuestras formas de contacto con el mundo, están ahí, nos son útiles y nos estorban, parecen centrales, pero un día van a pasar, como todo furor, dando lugar a alguna otra novedad. Me imagino a una entrevistadora del siglo XIX preguntándole a su entrevistada: “¿cómo incide el carruaje de tracción a sangre en tu escritura?”, o mejor: “¿cuál es la incidencia del descubrimiento del telégrafo en tu próxima novela?”.

¿Cuál es el objetivo de Las Claudias y cuál es tu papel en dicho grupo?

Las Claudias es un grupo de lectura y escritura. Nació del tedio que nos producía participar de eventos literarios donde a nadie le interesaba escuchar lo que el otro estaba leyendo. Un día invité a mi casa a unas cuantas amigas que escribían y preparé una picada abundante. La mayoría de ellas no se conocía. Dramaturgas, poetas, narradoras, psicoanalistas, libreras, editoras, twitteras… Con el tiempo el grupo decantó y quedamos las que somos. Nueve. Nos juntamos una vez por mes, bebemos buen vino, nos recomendamos libros y proyectamos estupideces con entusiasmo. En un par de oportunidades escribimos textos individuales en torno a un tema común.

¿Qué narradores contemporáneos te interesan y por qué?

Me gusta mucho la poesía de Luciana Ravazzani y la cuentística de Analía Medina. Sigo a varios de los escritores que circulan en Paco: Nicolás Mavrakis, Juan Terranova, Sebastián Robles, María Bernardello. Estoy esperando atenta a los próximos movimientos de Carlos Busquet y Martín Felipe Castagnet. Leo todo lo que puedo y estoy muy concentrada en la producción actual.///PACO