Por Sergio “el bomba” Massarotto

En el año 1986 entró por la puerta del estudio en el que Metallica probaba músicos para reemplazar al fallecido Cliff Burton. Llevaba zapatillas de distintos colores entre sí, pantalones de skater y el pelo como un mohicano teñido de rubio. Los otros lo esperaban vestidos de negro. Con su bajo interpretó dos canciones y al notar cierta frialdad y distancia en la mirada de los metaleros, propuso tocar unas “tonadas de los Isley Bhroters”, banda de R&B, soul y hip-hop. Minutos más tarde le anunciaban que no quedaría en el puesto. Saludó y salió. Regresó a la carpintería, se colocó el delantal y aserró un tronco. El sonido de la sierra combinado con la anécdota le generaba risa, lo divertía. Tiempo después comenzó a girar con mayor seriedad en Primus, un trío de rock alternativo potente, extraño en su formación, con el bajo eléctrico al frente. Tuvo otras bandas pero fue en esta donde Leslie Edward desarrolló su identidad y logró sus momentos más logrados hasta el punto de fundir su nombre con el del mismo trío. En la adolescencia, mientras buscaba buenos bajistas por ahí, grabé su disco “Sailing the seas of chesse” (1991) en un TDK. Pocos meses después le encargué a una compañera del secundario, que solía ir a Musimundo, me compre otro discazo: “Pork Soda” (1993).

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Les Claypool es, junto con Flea, el músico que re significó el rol del instrumento de cuatro cuerdas a comienzos de los noventa dándole protagonismo melódico y compositivo; en Primus innova, compone sus canciones desde el bajo eléctrico con un estilo inimitable. Pero el rock no es técnica, por suerte, y para el saludable fastidio de los profesores virtuosos de guitarra que no los escucha nadie. El rock (¿y la música?) es gesto no evidente y complejo que requiere muchas cosas más allá de tocar bien. Abarca un manojo de elecciones estéticas y posicionamientos que exceden lo sonoro. Primus, ciertamente, es la presencia abrumadora de los graves, la rítmica colosal, fornida de sus bateristas y esas guitarras con escalas poco tradicionales. Pero eso es una parte y puede, incluso, ser la lectura más corta sobre Les y su banda. El virtuosismo bobo que quede para quienes adoran a los guitarristas Steve Vai, Satriani y Malmsteen. Primus excede esa definición. Es humor y grotesco, es Claypool caminando a pasos agigantados por el escenario con su instrumento como si fuese un fusil. Y ocupan un papel primario sus video clips, disfraces, sombreros y letras, donde aparecen animales desquiciados y personajes alterados, irrisorios y empleados enfermizos en profesiones marginales -pescadores, sepultureros, sargentos, jinetes de rodeo-.

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Dos ejemplos

En “Wynona’s Big Brown Beaver” los golpes del bajo buscan replicar el galope de una melodía de persecución western, el trío se disfraza de rancheros plásticos mientras la historia cuenta acerca de un enorme castor marrón, que come tacos y que finalmente termina siendo un puercoespín. Toda esa complejidad es Primus.

En «John the Fisherman», la banda inaugura lo que será una sucesión de cuatro temas a través de varios discos que refieren historias de pescadores. La letra cuenta la vida de un adolescente que no pudiéndose incluir en el mundo de sus pares, decide refugiarse y dedicarle su vida a las cañas, los anzuelos y las boyas. Hablar de pescadores en una canción de rock alternativo es una apuesta a contracara de sus contemporáneos, que coinciden en retratar y repetir otros escapes de los adolescentes freak-drogas, suicidas, asesinos, solitarios-.

Sin embargo no hay en la música de Les Claypool frivolidad extrema, adecuación total con el mundo o una alegría completa. No. Hablábamos con un amigo y coincidíamos en que la definición más ajustada es la de una ironía constante que elige otros caminos por donde evidenciar la insatisfacción alejados de la melancolía y la oscuridad regresiva. Estando con mi hermano en el entierro de alguien cercano los dos observamos, por separado y perplejos, el trabajo de los sepultureros, flacos, de guardapolvo azul, fríos, acostumbrados a lo difícil. La observación en común tal vez tenga que ver con dos cosas: la lectura en la adolescencia de la historieta Cazador y el video clip de Primus “My Name Is Mud”. No pudimos evitar reírnos de eso con el pasar de los días, de habernos vislumbrado y estremecido ambos con la misma imagen y en esa situación. Creo que el bajista estadounidense hubiese hecho lo mismo.

Coherentes con la línea que lleva la serie, los productores de South Park encargaron a los Primus componer la canción oficial y utilizaron, además, “John the fisherman” en algún capítulo. Actualmente están re lanzando su primer y más exitoso álbum “Sailing the Seas Of Chesse”, con fecha de salida mayo 2013, en vinilo, blue ray y cd/dvd. En el 2011 y después de doce años sin material nuevo, apareció “Green Naugahyde”, disponible para escuchar en you tube y donde destaca “Tragedy’s A’-Comin’”, una historia de langostas, astronautas a caballos y restaurants, apoyada en un groove insistente, funkeado y la presencia dominante del wah wah en las cuatro cuerdas.

Les Claypool nació en California, en una familia de clase trabajadora relacionada con la mecánica automotriz. Fue carpintero. Plasmó en su manera de tocar el bajo y entender la música, los sonidos y colores de las labores propias y familiares que nunca escaparon de su cabeza.///PACO