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1.

En el marco de su transformación espiritual, Calu Rivero cambió de nombre. Hacía tiempo que la protagonista de Patito feo prefería llamarse Dignity, pero con el documento de identidad nacional actualizado, la operación simbólica terminó de asumir su más pleno sentido jurídico. 

2.

A través de su travesía nominal, Dignity se suma a una larga lista de tensiones con el nombre propio. En el ámbito hebraico, por ejemplo, el episodio más famoso de metonomasia —es decir, de cambio de nombre— es aquel en el que el mismo Dios les pidió a Abram y Sarai que cambiaran los suyos por los de Abraham y Sara (Gn. 17, 5). Pablo de Tarso cambió una letra —Paulos por Saulos, es decir, realeza por esclavitud (Hch. 13, 9)—, Guillaume de Lorris le dejó la posta a Jean de Meun en su Roman de la Rose y, en el Quijote, Miguel de Cervantes le cedió su nombre a Cide Hamete Benengeli.

3.

La mera descripción no es iluminativa; precisamos una definición de la metonomasia de Calu Rivero. En el primer siglo de nuestra era, el alejandrino Filón podía prever la esencia de la transformación con este pasaje: “Aquello que parece el simple cambio de una palabra produce en realidad una nueva armonía” (De mutatione nominum). 

4.

Con su cambio de nombre, Dignity pretende inaugurar un nuevo modo de relacionarse consigo misma, con los otros y con el mundo. Entrando en la danza de su sensibilidad, sus palabras nos dan las coordenadas de la transformación: “Estoy con una nueva piel, una nueva identidad a la que elegí llamar ‘Dignity’, Dignidad. Es tratar de amar a los demás y amarme a mí misma, tratar de estar en armonía con todo lo que me rodea”. 

5.

En la imaginación de Dignity, la dignidad reposa en la hipérbole remanida de la positividad. “Estoy leyendo un psicólogo de la época de Freud o Jung que, en vez de basarse como ellos en lo negativo, estudió a las personas autorrealizadas. Es totalmente positivo. Yo me siento mucho más afín a esa forma de ver la vida. Quiero ser digna, intuitiva, positiva”. 

6.

A la vez que subordina sus expectativas más vitales a la potencia del lenguaje, la profecía onomástica de la it girl catamarqueña formula una pregunta radical: ¿alcanza con nombrar las cosas para volverlas verdaderas?

7.

En sus célebres conferencias sobre la dimensión performativa del lenguaje, John Austin demostró que pueden hacerse cosas con palabras. Cuando un sacerdote, por ejemplo, afirma: “Te absuelvo en el nombre del Padre”, puede liberar al alma del yugo del pecado. A su turno, un juez puede unir a dos personas bajo las leyes estatales cuando dice: “Los declaro marido y mujer”. Ahora bien, esto sólo resulta cierto bajo las leyes rigurosas de ciertos ritos y contextos. 

8.

¿Se vuelve más armoniosa una persona afirmando sin más que es armoniosa? ¿Es más digna esa persona si vive en la obsecuente dependencia de la cultura del “Me gusta” y se deja arrastrar sin mediaciones por esa forma de exhibicionismo? En otros términos, la idea de que alguien pueda volverse más digno o armonioso con sólo evocar esos atributos a través de su nombre pero sin ningún recorrido o esfuerzo espiritual disocia el lenguaje de la experiencia.

9.

Tiempo atrás, escribí en el perfil de mis redes: “Doy clases, traduzco y escribo”. Como Dignity, esperaba que las palabras me convirtieran en algo.

10.

“Auténtica y dedicada a su causa, Dignity es una activista que funciona como guía para su generación, una mujer a seguir”. Ahora bien, ¿en qué consiste su activismo? “Uso mi sangre menstrual como fertilizante para la tierra de mis plantas. Esto significa para mí tener un estilo de vida sustentable”. En otro capítulo de su compromiso político, Dignity se acercó al puerto de Buenos Aires para participar de una actividad recreativa en un buque de Greenpeace. Nadó unos metros, subió a bordo y se sacó unas fotos. Más tarde, disfrutó de un cocktail mientras escuchaba detalles sobre la deforestación en Argentina.

11.

Entiendo el resquemor de Dignity con su nombre. Tampoco me siento representado por el mío. Viene del griego y habla de un hombre capaz de hacer triunfar a su pueblo. Ignoro los mecanismos de la autoridad y el liderazgo, algo que padezco con frecuencia en mi trabajo como profesor de escuela media. Ni que hablar de una proeza, una épica, una hazaña cualquiera. 

12.

En realidad, cualquier persona se sentiría más identificada con la descripción de su signo astrológico que con el significado de su nombre. ¿Por qué darle al nombre tanto peso a la hora de delinear los contornos de lo propio?

13.

Lo que distingue un modo sensible de interpretarnos a nosotros mismos, a los otros y al mundo a través de las palabras es la inteligencia y la imaginación. ¿La metonomasia de Dignity usa las palabras de una manera inteligente e imaginativa?

14.

“Brillantina para mí”.

15.

En la metonomasia de Dignity hay algo del orden de la pereza y la banalidad de las cosas que se hacen a las apuradas. Es el facilismo de ciertas relaciones que se entablan con el lenguaje. Una persona no se encuentra a gusto con las implicaciones genéricas de su cuerpo biológico, cambia la descripción del sexo en su documento y resuelve de esa manera una parte significativa de sus conflictos imaginarios y simbólicos. Otro escribe algunos pronombres en sus redes —los omnipresentes “he/him” y “she/her”— y se vuelve más inclusivo, benevolente y comprometido con las personas no binarias. 

16.

¿Qué tipo de obsesión y angustia tracciona la metonomasia de Dignity? ¿Se trata de la desesperación a la que sucumbimos cuando necesitamos afirmarnos y definirnos? No es historia nueva. Los movimientos identitarios se multiplican. Las identidades son cada vez más estrechas. Por el contrario, el momento más fuerte de una identidad es cuando no piensa en ella, cuando se olvida de sí misma. Si cada día necesito recordarme que soy digno, armonioso y positivo, si mi nombre necesita recordarme todo eso a cada momento, no es porque mi identidad sea plena sino porque es lisa y llanamente una impostura.

17.

Joseph de Maistre: “Toda degradación individual viene inmediatamente anunciada por una degradación rigurosamente proporcional del lenguaje”.

18.

Nadie puede volverse digno por el mero hecho de cambiar de nombre. Tampoco un adalid de los derechos ambientales por describirse como activista. Entre las palabras y la experiencia, entre la letra y la vida, hay una brecha que no se resuelve con bellas intenciones.

19.

El fin de la verdadera purificación espiritual y de cualquier forma de redención está en salir del círculo de los nombres, las distinciones, las contraposiciones y las categorías. La identidad no puede reducirse a una fórmula nominal. Cuando pensamos en lo que somos, pensamos siempre en algo que no está dado. La idea de que un nombre pueda representarnos es una distorsión.

20. 

Cuenta Filóstrato que, para que su hijo pudiera ejercitarse y aprenderse las letras de memoria, Herodes Ático nombró a uno de sus esclavos con todas las letras del abecedario. Entre nosotros, ese juego de letras que es la metonomasia de Calu Rivero sintetiza la lección de que, allí donde se nombra algo con insistencia, es porque falta////PACO

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