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Pensada y filmada entre los restos vivos de la década del 70 y la vitalidad instantánea de la década del 90, La juntidad espeluznante de Martín Carmona se propone como una mezcla de estilos y géneros en donde abunda la anécdota, la distorsión, la amistad, el registro crudo, todo cruzado por las voces de los poetas consagrados y los no consagrados. Con la calle Corrientes como principal locación y también ágil protagonista, con interiores sombríos y rostros identificables en su lozanía o en su pérdida, la película, que comenzó a circular hace poco en la web, es un eslabón insoslayable tanto del cine como de la literatura reciente en la Argentina. Se la puede ver completa acá: http://www.veoh.com/m/watch.php?v=v113819174D3TQndGp
¿Cómo surgió la idea de hacer la película?
El primer estimulo fue la lectura de Siberia Blues de Nestor Sanchez. Estaba completamente abducido por la maravillosa sintaxis de esa novela. Me producía la misma excitación que las películas de Godard, es decir, un exquisito y rantifuso frenesí urbano. Por otro lado yo venia trabajando con los poetas Washington Cucurto y Rodolfo Edwards en unos cortometrajes para las presentaciones de un ciclo literario de donde surgió la revista La Novia de Tyson, en donde tuve una activa participación. Sobre todo en el segundo numero que fue realizado casi en su totalidad en torno a ese momento de síntesis cultural que tuvo su punto mas alto en la primavera camporista. Lo que yo proponía, inspirado en mis conversaciones con Edwards, Alfredo Carlino y la lectura de Jauretche, era retomar esa modernidad festiva y estimulante pero no exenta de dramatismo y complejidad. Como si quisieramos sacar al Nac & Pop (aunque en ese momento desconocía esa expresión) del lugar ingenuo y «bienpensante» al que habían puesto tanto desde el peronismo y el gorilismo cultural hegemónico.
Me acuerdo de estar escuchando el Artaud de Spinneta y que de repente se me aparecieran un montón de obras producidas en el año 73, incluyendo al maravilloso Huracán de Rene Houseman. En Siberia Blues, que es del 69, hay una alucinante descripción de un partido de futbol en donde el relato parece emitido desde la mente de un wing a la velocidad de un contragolpe. Como verás, las motivaciones venían de muchos y diferentes campos, era esponja total. También influyeron las lecturas de Asís, los Lamborghini, Gombrowicz, las revistas Literal y El Ojo Mocho, Sexo y traición de Masotta, Operación Masotta de Correas; por el lado del cine, la tradición de las vanguardias que inauguran los futuristas con el manifiesto que promovía un cine autónomo del teatro, la narración literaria y hasta de la fotografía: «volverse antibonito, deformante, impresionista, sintético, dinámico, palabralibre». Tanta enumeración parece demasiado presuntuosa, lo siento. Por otro lado, y por sobre todo lo demás puesto que inicie mi formación cultural autodidacticamente con el rock, el punk y el post-punk. Es ahí donde esta depositada la mayor parte de mi identidad hecha a los ponchazos. Bah, como la mayoria de los argentinos…
¿Cómo recordás el rodaje y el proceso de edición?
Una noche estábamos con Cucurto en un bar y conocemos, vía Zelarayan, a Jorge Quiroga, que había sido miembro fundador de la revista Literal y había vivido la experiencia del exilio. Así que la cosa empieza a tener un perfil mas político. Casi la totalidad de las entrevistas vienen del lado de él: Raul Zoppi, Germán, Eduardo Romano, etcétera. A Leónidas y a Sanchez los encontramos no me acuerdo cómo. La entrevista de Sanchez fue la ultima que se le hizo, todavía recuerdo la emoción que tuve al verlo, ¡era como encontrarme con un héroe mitológico en persona! Jorge quería que también participara Carlos Correas y casi lo logra, pero justo después de aceptar se quita la vida, terrible. Las escenas de ficción las hice con amigos actores y otra gente que iba apareciendo como el mismo Quiroga que hace de Masotta o Alejandro Rubio que tiene un pequeño papel de «poeta silenciado» en una escena que saque de «Flores robadas…» de Jorge Asís. También hace unas voces el dramaturgo Federico León.
El código actoral para las escenas dialogadas era el que se usa para las telecomedias, un registro no-naturalista, un realismo «suicida» podría decirse. Uno de los momentos más locos fue cuando hicimos El Fiord con un grupo de teatro de La Plata. Estos actores eran alumnos de Jose de las Heras, artaudiano, y entre ellos estaban mis amigos Julian Farias y Paula Leon. Por venir de una formación «artodiana» el grupo carecía por completo de los típicos complejos judeocristianos que se tienen con el desnudo, es decir, pelaban al toque. Todos, menos uno que no recuerdo su nombre. A mí me había fallado un actor al rodaje, el que tenía que hacer del Loco Rodriguez, nada menos. Así que tuve que convencer ahí nomas a un tipo que tenia miedo que lo viera su jefe perder su trabajo.. En unos minutos lo convencí y al poco tiempo de meterse en el personaje ya no lo podíamos frenar, el tipo se sobreexcitó completamente. Encima era pelirrojo, habíamos creado un Loco Rodriguez furioso y colorado como un inglés. Cabe destacar la actuación de Fidel Araujo, en particular su interpretación de la voz en off fue magistral. Podría escribir un libro sobre el rodaje, quién sabe, más adelante… La edición fue hecha de forma no-lineal, no podía volver atrás una vez editadas la secuencias. Todavía conservo unos gráficos que utilizaba a modo de «partituras». Los fragmentos estaban subdivididos por temas, género, modos, intensidad, etcétera. Hubo muy poca improvisación, se hizo un trabajo de orfebrería….
¿Cuándo y dónde se estrenó?
La primera vez se exhibió una copia incompleta en el bar Sarajevo que estaba en Defensa e Independencia a fines de 1999. Después, y se puede decir que ese fue su «estreno oficial», se pasó en una de la salas del Shopping Abasto invitados por la revista Haciendo Cine, en un ciclo que ellos organizaban. Eso fue en marzo o abril de 2000.
Al ver La juntidad espeluznante es evidente la intención de recuperar el ambiente porteño de la década del 70 pero vista desde hoy también se nota que el retrato se vuelve doble y sirve de testimonio de lo que pasaba en Buenos Aires en la década del 90. Más allá de estas coincidencias, ¿pensás que hay afinidad entre esas dos épocas? ¿Por qué?
El discurso setentista promovia un accionar epico, cambiar las cosas radicalmente de forma urgente y a traves de la violencia explicita. En los noventa se instala una cultura del cinismo producto de la desesperanza, cierto escepticismo llegó a la cultura en forma de derrota. Menem gobernaba con la UCD, el pais se venia abajo pero la mayoria de la gente estaba extasiada con el uno a uno. La «post-verdad» no es algo que empezo ahora, eso esta mas que claro. Quizas lo que podrian tener en comun las liturgias o retericas de estas epocas seria un anti-intelectualismo bastante marcado. En el primer caso habia que accionar cuanto antes, en los noventa no habia nada que pensar porque la historia estaba terminada asi que «mejor divertite todo lo que puedas mientras puedas».
¿Qué época recuperarías hoy para hacer una película?
La actual, sin dudas. Y es en lo que esto trabajando. Se va a llamar La Comedia Enemiga, creo que el titulo dice algo…///PACO
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